Franklyn López no tenía entre sus planes convertirse en actor. Desde que emprendió su recorrido por esta profesión, no obstante, dio muestras de su potencial.
Quienes lo conocieron a través del personaje de Michel, en la telenovela Renacer, pueden figurarse que su carrera despuntó de la noche a la mañana. Pero lo cierto es que Franklyn lleva varios años vinculado a las artes escénicas.
De la mano de su primera maestra, la también actriz Ketty de la Iglesia, descubrió el talento oculto e incursionó en proyectos teatrales que validaron sus primeros pasos en este oficio. Desde entonces lo hemos visto interpretar una amplia gama de personajes.
Le debe gran parte de su reconocimiento a la televisión, aunque se siente cómodo en todos los medios en los que ha tenido la oportunidad de desarrollarse artísticamente.
El habanero es difícil de encasillar en un tipo de personaje. Así lo demuestra la labor que ha desplegado como actor y locutor en la pequeña pantalla y como profesor de voz y dicción de la Escuela Nacional de Arte (Ena).
Confiesa que para llegar hasta este punto de su trayectoria debió dedicar mucho esfuerzo y sacrificio, pero también obtuvo grandes satisfacciones profesionales en el proceso. Entre ellas se encuentran su participación en los teleplays Madeja para seis (2015) y Buena estrella (2021), las series Lucha contra bandidos (2020) y Valientes (2022), y la telenovela Renacer (2024), su obra televisiva más reciente.
¿Qué encontraste en la actuación que no te brindaron otras disciplinas?
Cuando era pequeño me implicaba en todas las actividades de la escuela, entre ellas las artísticas. Me empezó a fascinar el proceso de preparar personajes de forma empírica, “vestirlos” y buscar elementos para trabajarlos. Fui cautivado. No imaginaba que un día me dedicaría a esta profesión.
¿Ingresar a la Escuela Nacional de Arte (Ena) te permitió poner el eje en esta profesión?
La Ena fue muy importante para mí. Luego me gradué del Instituto Superior de Arte (Isa), pero la escuela me dio toda la técnica que yo, por vivir en un lugar lejano a la capital, desconocía.
La academia le da nombre a muchas cosas que uno de forma empírica va sintiendo, como la técnica y la dinámica de un grupo de teatro. En esa etapa estudiantil tenía mucha inquietud por saber cómo llegar a un personaje y en conocer cuáles eran los métodos de la actuación. Los conocimientos que adquirí en esa institución fueron sumamente importantes.
Te iniciaste en las tablas. ¿El teatro es el mejor medio para un actor?
Por el teatro todos debemos pasar. Es un espacio de aprendizaje inmenso. Pero todos los medios son importantes para el desarrollo de un actor. No creo que uno sea más importante que otro, al final la misma de llegar a un personaje es siempre una, lo que cambian son los recursos expresivos que utilizas para desenvolverte de acuerdo con el medio en el que estás trabajando. De todos se aprende.
Tu primera aparición en la televisión fue en el teleplay Madeja para seis. ¿Cómo llega a tus manos esta propuesta?
Estaba cursando el segundo año de la Ena cuando el director del teleplay, Javier López, estaba en proceso de casting. Nos vio representando la obra La casa vieja en la asignatura de Teatro Cubano y nos citó para una prueba. Ahí surge el personaje de Alfredo.
¿Te sentías preparado para asumir el reto?
No. Tenía muchas ganas de hacerlo, curiosidad, pero no estaba preparado. Cursaba el segundo año de la Ena; estaba aprendiendo. Todavía, como se dice en buen cubano, no había “chocado con la bola”.
Fue complicado, porque la escuela tiene una formación básicamente teatral. Cuando esa es tu base, es difícil adaptar emociones y expresiones al medio audiovisual sin un entrenamiento previo.
Has incursionado como presentador de los programas Promesas y Lista Tope ¿La locución le suma a tu carrera como actor?
No es algo en lo que me he desempeñado mucho, pero sí aporta, porque es otro chip que uno tiene que colocar en el cerebro. Asumo la locución como si construyera un personaje un poco más cercano. Hay otros tiempos, otras vivencias y cercanía con la cámara. La dinámica es diferente a cuando estás actuando. De algún modo estás desprovisto. No es un personaje en el que uno se adentra y por el que se siente protegido. En la locución eres más tú que actuando. Para mí es más complejo, pero siempre aporta muchísimo.
¿Qué lecciones te dejó tu participación en la segunda temporada de la serie Lucha Contra Bandidos (LCB)?
Trabajar en la segunda temporada de la serie LCB fue una bendición. Roly Peña tiene una manera particular de trabajar y es en extremo exigente, pero a la misma vez te da libertad, por supuesto, sin salirte del guión. Esa combinación de exigencia y libertad es fundamental para crear.
A mí me gusta mucho trabajar bajo esas condiciones. Me sentí muy cómodo en este audiovisual. Tuve la oportunidad de coincidir con grandes actores como Fernando Hechavarría y Osvaldo Doimeadiós. Compartir con ellos y escuchar sus vivencias durante el rodaje me nutrió y me ayudó a desempeñarme mejor.
¿Qué repetirías de aquella experiencia?
La posibilidad de compartir con esas grandes personalidades que, amén de su talento, son grandísimos seres humanos y una escuela, aún sin querer serlo. A su lado uno aprende lo que es trabajar para la televisión.
¿Qué aprendizaje atesoras de trabajar con actores de tanto prestigio como Ketty de la Iglesia, Alexis Díaz de Villegas y Jacqueline Arenal?
Ketty de la Iglesia fue mi primera maestra, la que me inició en este oficio. Ella fue un punto de giro en mi vida. A Alexis lo admiraba por su trabajo y por su labor como profesor. Coincidí con él en el telefilme Buena estrella, en el que hice de su hijo. Con Jacqueline Arenal he trabajado en el grupo de teatro Okantomí.
En los tres casos el denominador común es que, además de la grandeza como profesionales, hablamos de excelentes seres humanos, de una humildad tremenda. Eso los engrandece.
¿Qué experiencias necesita vivir alguien que se dedique a este oficio?
Creo que no hay una experiencia específica. Hay que vivir la mayor cantidad de experiencias que se pueda. Al final, para construir sus personajes, el actor se nutre de lo que ha vivido. Mientras mayor sea el arsenal de vivencias que tenga, más fácil será construir un personaje creíble.
¿Cómo sabes que estás frente a tu siguiente personaje? ¿Con qué elementos debe contar un proyecto para que te impliques?
Si el personaje me desafía, sé que estoy ante uno que quiero hacer. Me gustan los retos. Siempre me han atraído los personajes que están distantes de mí, porque mayor será mi búsqueda para construirlo. Mientras más estudias y profundizas te sientes más cómodo y el resultado es mejor.
Te has desempeñado como profesor de voz y dicción. ¿Los maestros viven a través de sus alumnos?
Me apasiona dar clases. No sabía que esa experiencia me daría tanto placer y me enseñaría como lo ha hecho. Cuando me gradué de la Ena en 2016 se me despertó ese bichito. Pasé un año de preparación como profesor y a partir de ahí estuve durante siete dando clases en esa institución.
Como dice un amigo mío: dar clases completa el ciclo de aprendizaje. Te obliga a estudiar porque es fundamental dominar el conocimiento que vas a impartir. Eso te hace crecer como ser humano y empatizar con el otro que está aprendiendo. Es una responsabilidad enorme porque tienes en tus manos la posibilidad de que esa persona se vaya con un conocimiento aprendido y con un buen sabor con respecto a eso, o no. Además de actuar, me fascina dar clases.
¿Qué factores se conjugaron para que le dieras vida a Michel en Renacer?
A Michel llego mediante un casting que se realizó en la Casa Productora de Telenovelas. Hice prueba para este personaje y también para Osniel y Ramsés. Pasó mucho tiempo desde entonces. Pensaba que no se iba a dar la oportunidad, hasta que un día la directora, Heiking Hernández, me llamó para proponerme a Michel. Acepté y el resultado lo estamos viendo ahora.
¿Este personaje te hizo cuestionar algo de tu vida?
Aunque no lo parezca soy una persona extrovertida, en mi manera de hablar y en mi gestualidad. Cuando nos reunimos, la directora me dijo que tenía que tratar de dosificar mi expresividad, porque el personaje no era parecido a mí en ese sentido. Yo soy, digamos, más sociable que Michel. Me encanta el humor, siempre estoy haciendo cuentos con mis amigos. Dominar todo eso, contenerlo, fue un reto para mí.
¿Prefieres un protagónico o un secundario que te permita hacer una gran interpretación?
Me da lo mismo. La cuestión está en lograr comunicar. Un actor es un comunicador por excelencia. Si te centras en sentir realmente lo que está viviendo el personaje, el espectador lo va a sentir también. Eso lo puedes hacer con un personaje grande o pequeño.
El rango en ese sentido no es tan importante, lo valedero es lo que está escrito sirva y el espectador lo sienta. Los personajes siempre transmiten un mensaje, ya sea positivo o negativo, a través de ti.
¿Qué notas entre los jóvenes actores de tu generación?
En mi opinión los actores de mi generación se caracterizan por querer hacer cosas. Recuerdo que cuando estaba en el proceso de las pruebas de la Ena, los profesores nos decían que teníamos que dejar la vida en el personaje. Mi generación se caracteriza por tener una fuerza y unos deseos tremendos. Eso los hace mover montañas.
¿Qué relación tienes con el humor? ¿Hacer comedia es más complicado que hacer drama?
Me fascina la comedia, aunque paradójicamente no he tenido muchas oportunidades, ni en la televisión ni en el teatro, de explotar esa faceta. Todo el tiempo estoy haciendo chistes, pero no me visualizan como humorista. Incluso hay directores con los que he trabajado que al cabo del tiempo es que se han enterado de la habilidad que tengo en este campo.
La complejidad no está intrínsecamente en la comedia o en el drama; ambos son desafiantes. Todo depende del personaje y la obra, y de las características que tenga el actor que los esté enfrentando. Hay quien nace con una vis cómica y otros con dotes para el drama. Entonces, hacer un personaje opuesto a lo que te es más fácil siempre te va a costar trabajo. Yo le confiero el mismo grado de rigor y de importancia a ambas cosas.
¿Las redes sociales han enriquecido tu carrera?
En estos tiempos las redes sociales son importantes para los actores, cuando la sabes usar bien, tienes un objetivo claro y estás enfocado directamente en tu carrera. A mí en lo particular me han ayudado a que la gente conozca mi faceta humorística. También han permitido presentar algunos personajes que han tenido buena aceptación.
¿La opinión del público tiene peso a la hora de crear un personaje?
La opinión de las personas que siguen nuestro trabajo siempre va a pesar, porque al final uno trabaja para ellas. Creamos los personajes en dependencia del público al que van dirigidos. Es fundamental tener en cuenta las características de la audiencia para que se cumpla el objetivo de la obra en general.
¿Qué es lo más complicado de ser artista en Cuba? ¿Se puede vivir del arte en nuestro país?
Es muy difícil vivir de lo que uno hace en Cuba. Uno siempre tiene que buscar otros trabajos, vinculados o no con el arte, que te calcen un poco económicamente.
Eso también hace que tengas que esforzarte el doble a la hora de enfrentarte a un proceso creativo, porque no estás centrado del todo en esa única tarea. Tienes que estar pendiente de la faceta artística y de las otras variantes que necesitas para poder sostenerte.
A alguien que no conozca a Franklyn, ¿qué le contarías sobre ti?
A alguien que no me conoce le diría que puedo llegar a ser un excelente amigo que cocina muy bien. Modestia aparte, todos los que me rodean dicen que me desempeño bien en la cocina.