Cuba ya tiene su propio catálogo de arte brut u outsider, encabezado por Misleydis Castillo y Jorge Alberto Hernández Cadi, conocido como El Buzo.
Ella, sordomuda y autista, propone imágenes pictóricas de hombres forzudos, fisicoculturistas, con una afán repetitivo de logrado minimalismo. Él, bipolar y esquizofrénico, tiene manía de recolectar piezas de los desechos para luego reciclarlas y convertirlas en arte, una vez que adoptan rasgos diabólicos.
De manos del profesor y crítico de arte neoyorquino Lyle Rexer, el curador Daniel Klein y Juan Martín, coordinador y director ejecutivo de la National Art Exhibitions by the Mentally Ill Inc (Naemi), ambos artistas cubanos exponen sus obras en la Embajada de España en La Habana, junto al español Ramón Losa y al estadounidense Milton Schwartz.
Esta no es, sin embargo, la primera exposición de los artistas brut en la Isla. “Obras de Misleydis han sido expuestas en galerías de Francia y Estados Unidos, y se han vendido a altos precios porque gusta muchísimo”, dijo el también poeta Juan Martín, cubano radicado en Miami, en entrevista con OnCuba.
¿A qué se debe la unión en la muestra Encuentros / Encounters de estos cuatro artistas de distinta nacionalidad?
Todo parte del arte brut, concebido por el artista francés Jean Dubuffet para describir el arte creado fuera de la cultura oficial por pacientes de hospitales psiquiátricos. Hoy día, el concepto se amplía hacia los artistas autodidactas o naif, aun cuando no hayan sido internados en centros de salud mental.
Por otra parte, la unión de estos artistas en la muestra Encuentros responde más a las diferencias entre ellos y a que, desde hace 29 años tenemos esta fundación en Estados Unidos y hemos ido por muchos países de América Latina, y otros como Inglaterra, en busca de personas discapacitadas con talento artístico.
Nuestro objetivo ha sido contribuir a su realización como artistas, porque producen algo útil para la sociedad. Representamos el ámbito de los outsiders para que puedan exponer, a pesar de que ellos no se proponían en un primer momento hacer arte.
El trabajo de Misleydis cada vez se acerca más al refinamiento, hay un perfeccionamiento técnico y estilístico. Lo que más me gusta de esto es que no les puedes decir a ninguno de ellos que pinte un cuadro o que realice una obra porque se está vendiendo en Nueva York a 100 000 dólares o que representen varios hombres musculosos de tal forma, pues eso Misleydis lo hace espontáneamente, como desee, y no por la lógica mercantil que involucra generalmente a los artistas.
¿Cómo ha sido la introducción en el mercado de este tipo de arte?
He tenido propuestas de galerías francesas y en Miami también. No ha sido difícil insertarlo en el mercado porque esto genera mucho interés, por la propia la línea de trabajo que caracteriza a la fundación y a este tipo de arte en general. Las obras se venden muy bien, algunas incluso han alcanzado miles de dólares.
En todo esto hay una pregunta clave, pues muchos cubanos seguidores de las telenovelas brasileñas de OGlobo seguramente tienen aún cercano el recuerdo del personaje que padecía esquizofrenia y, al mismo tiempo, era capaz de pintar los cuadros más perturbadores del mundo, sin recibir a cambio la mínima compensación.
¿De qué manera se les retribuye económicamente a estos artistas?
Se les paga lo que determine la persona a su cuidado. En el caso de Misleydis, lo hace su madre, y puedo decirte que ella vive muy bien desde que comenzamos a gestionar sus obras, a exponerlas y venderlas en circuitos internacionales.
La madre de Misleydis lo confirma:”Tenemos ahora una mejor calidad de vida. Esto no tiene explicación, es un milagro porque ella jamás fue a una escuela de arte, nunca le enseñamos a pintar y, sin embargo, el arte suyo es muy bello. Lo primero que hizo fue un paisaje que hoy tenemos colgado en la pared de la casa, y también hace pinturas de gran formato”.
¿Por qué han escogido La Habana como escenario para esta exposición colectiva de artistas de las tres nacionalidades (cubana, española y estadounidense)?
En primer lugar, porque soy cubano. Siempre tuve ese sueño y la idea era traer originales de varios artistas norteamericanos. Pero era muy difícil transportarlos y no pudimos hacerlo. En otro momento lo haremos y esperamos que las instituciones culturales cubanas nos abran las puertas porque sería bueno traer a esos artistas norteamericanos a la Isla.
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Pero no solo Martín. El profesor Lyleir Rexer, de la Universidad de Nueva York, también aspira a traer artistas estadounidenses a la Isla y realizar intercambios. Quiere tender puentes y que sus proyectos lleguen a exponerse en el edificio del Museo Nacional de Bellas Artes.
Habla con esfuerzo el español para expresar sus valoraciones sobre el arte que viene y va, por las corrientes del Golfo, y en cuyas aguas confluyen los norteños con los antillanos.
“Hay artistas autodidactas en Cuba y Estados Unidos. Me gustaría acercarlos, sobre todo a los del sur de EE.UU., con los que Cuba comparte historia. Este es un buen tema para conectar a los dos países, aunque no exactamente a través del folclor”, dice.
“Internacionalmente existen tendencias que se encargan de concebir el arte de manera más holística, sin fronteras reales, ni de géneros”.