A Yaremis Pérez el arte le llega de cerca. Su padre la incentivó a asistir a los proyectos de tesis de sus estudiantes en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y, para ella, fue amor a primera vista.
Desde entonces esta actriz, que nació el 2 de abril de 1983 en Artemisa, ha logrado desarrollar una exitosa carrera en nuestro país.
La avalan años de experiencia sobre los escenarios y delante de las cámaras. La hemos disfrutado en espacios como Doble Juego, SOS Academia, De Amores y Esperanzas, Calendario, Latidos Compartidos, entre muchos otros, donde ha demostrado que este largo camino ha valido la pena y que la actuación sigue siendo aquel primer amor que la acompaña hasta hoy.
¿Qué retos te planteaste cuando decidiste incursionar en esta profesión?
Vengo desarrollando la actuación desde niña, comenzó de forma espontánea, por lo tanto, seguir en ella profesionalmente fue continuar con un modo de vida que me hace sentirme viva, realizada y feliz. Respeto la profesión y nunca la subestimo, así que mi reto, más que a donde quiero llegar, es cómo quiero llegar. El proceso siempre me ha desvelado más que el resultado.
¿Era la actuación tu principal aspiración profesional?
Si, de niña también me gustaba la danza. Logré entrar en una Escuela Vocacional de Arte (EVA) como bailarina, pero esa fue apenas mi confirmación de que la actuación era lo que me apasionaba. Por lo tanto, al poco tiempo abandoné la carrera y me fui para una secundaria básica. Después ingresé en la Escuela Nacional de Arte (ENA) y posteriormente en el Instituto Superior de Arte (ISA), hoy Universidad de las Artes.
¿Qué aprendizajes extrajiste de estos primeros años?
En gran medida la actuación es un cúmulo de experiencias en la vida y en las tablas. Que tu templo se edifique con la menor cantidad de grietas posibles dependerá siempre de cuan fuertes sean tus bases. Si alguna queda, que, por supuesto, quedarán, corregirlas en el camino. Por eso le concedo gran importancia a los años en la Academia y a cada profesor que he tenido en el transcurso de mi carrera.
Te hemos disfrutado interpretando disímiles roles. ¿Qué personaje consagró tu carrera?
He tenido la dicha de trabajar una gama amplia de personajes, pero creo que uno se consagra al final del camino, cuando tenemos el tiempo para mirar hacia atrás y agradecer por todo lo que hemos creado y vivido.
¿Serías la actriz de hoy si no hubieses formado parte del elenco de Doble Juego?
Doble Juego fue mi academia en el audiovisual, por tanto, le debo mucho. Supongo que, de no haber tenido la experiencia, me hubiese costado mucho más trabajo entender este medio.
¿Ha sido desafiante dedicarte a esta profesión en Cuba?
Si, ha sido desafiante desde el primer momento. Puedes estar en un proyecto exitoso ahora y, cuando acabe, podrías estar meses o años sin trabajar (sobre todo en el audiovisual). Esta preocupación siempre está presente en un actor.
No funcionamos como en otros países donde se destinan millones a la industria del entretenimiento. En nuestro país se produce poco, teniendo en cuenta el número de actores que hay. Tampoco tenemos representantes reales, que se preocupen de buscarnos trabajo en el entorno nacional e internacional. Por tanto, hay que amar mucho lo que hacemos, porque trabajar en este medio es un desafío constante.
SOS Academia y Al habla con los muertos fueron series controversiales ¿cómo evalúas la aceptación que tuvieron estos dramatizados?
El público cubano es muy inteligente y exigente, sobre todo con sus artistas y creadores. Ahora, la aceptación o rechazo de una obra las determinan muchos factores. Desde los gustos, que ya sabemos cuán subjetivos son, hasta el contexto y el horario en el que el producto audiovisual se transmite. Cada obra tiene su público, lo ideal sería tener un alcance grande, pero eso a veces no es imposible.
SOS Academia funcionó para el público al que estaba dedicado, los adolescentes. ¿Qué no ayudó? Su transmisión a las 10 de la noche. Era para el espacio “Aventuras”, y por decisiones encontradas dentro del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) se determinó transmitirlo en un horario estelar.
En la comedia la cosa es más difícil. Casi siempre lloramos por lo mismo, pero no nos reímos de lo mismo. Si a eso le sumamos la COVID-19, que trajo muchas desgracias y fallecidos para la familia cubana, por supuesto que, de mencionar su título, Al Habla con los muertos, muchos espectadores de inmediato la rechazarían sin tan siquiera ver un capítulo. Pero, verdaderamente, en cuestiones artísticas el resultado no lo sabe nadie. Por ello doy todo en el proceso, si no funciona, al menos hice mi mayor esfuerzo.
¿Las mejores cosas en la vida pasan en el momento justo o hay que salir a buscarlas?
Creo que las cosas llegan en el momento justo. Pero también que uno crea las condiciones para que sucedan, en la mayoría de los casos. El trabajo, la dedicación, el sacrificio, la entrega, todo eso da frutos.
Te has desempeñado también como presentadora. ¿La locutora desplazó a la actriz?
He tenido la oportunidad de trabajar en varios espacios cinematográficos dedicados principalmente al público joven. En la conducción soy yo, con herramientas que me brinda la actuación. Al interpretar un personaje soy actriz, pero ninguna sustituye o desplaza a la otra.
Has recibido algunos reconocimientos en tu carrera. ¿Los premios pesan o abren puertas?
Los premios, creo, no son la llave que abre las puertas. Aunque uno los agradece. Lo que más pesa es el criterio del público, porque después de cada personaje que interpretas te exigen sin saberlo; no quieren que los decepciones. Uno vale tanto, para el público, como lo último que hace, ahí está el reto.
No has tenido mucha presencia en la pantalla grande. ¿Qué director cubano te gustaría que te llamase para una película?
He tenido el placer y la fortuna de trabajar con grandes directores del cine cubano. Si tengo que mencionarte a uno te diría que me encantaría coincidir con Ernesto Daranas.
¿Cómo se siente preparar a las nuevas generaciones de actores de nuestro país?
No hay nada más hermoso que enseñar, que pasar a las nuevas generaciones lo poco o lo mucho que has aprendido de otros que también han regalado su sapiencia. Uno enseña, pero aprende todos los días; esta retroalimentación es algo único.
¿Qué proyectos tienes en este momento? ¿Debemos estar atentos a algo en especial?
Tienen que estar atentos a El derecho de soñar, ya en el aire desde el 17 de julio. También me verán en la segunda temporada de Al habla con los muertos y en la tercera temporada de Calendario, estas últimas ya en proceso de edición.
¿Qué mantiene tu pasión por la actuación intacta luego de años de trabajo ininterrumpido?
Hacer lo que me gusta. La pedagogía también me motiva muchísimo, porque tú eres el referente inmediato de tus alumnos y no puedes fallarles. También la posibilidad de probar cuánto esas nuevas generaciones han aprendido en el mundo profesional, cuando compartes escenas con ellos y te sorprenden con creces. Me motivan mi hijo, mi familia y el público.