Idalis Ortiz deshizo el maleficio de judo cubano en Juegos Olímpicos, al coronarse monarca en Londres-2012 con una actuación sublime en la división de más de 78 kilogramos, de esas que convidan al fanatismo por la espectacularidad de la conquista.
Desde los triunfos de las legendarias Legna Verdecia y Sibelis Veranes en Sydney-2000, el judo cubano jamás volvió a subir a lo más alto de podio olímpico. Por una u otra razón siempre caían como moscas todos los representantes del gran archipiélago, hasta el viernes 3 de agosto de 2012, día marcado para revertir el “embrujo”.
Ortiz llegó a Londres con pretensiones importantes. Nunca ambicionó ser recibida por la Reina Isabel II en el Palacio de Buckingham pero si arribó a la gran urbe británica con el propósito de deslumbrar al mundo, desde las sombras, porque en su categoría existe una judoca fuera de serie y para vencerla tenía que ir paso a paso.
“En cada combate me fui convenciendo del nivel de mi preparación y mis posibilidades. El peor enemigo era la presión interna, esa que te dice, sí puedes, vas a lograrlo, pero al mismo tiempo no da margen a los descuidos”, explicó la hermosa negra cubana.
Durante su épico camino, Idalis debió superar por orden a la caboverdiana Adysangela Moniz (ippon) y a la rusa Elena Ivashchenko (yuko), antes de enfrentarse en semifinales a la judoca más temible del planeta Tierra, la china Wen Tong: una mole de casi 300 libras de peso, campeona olímpica en Beijing-2008 y cinco veces titular mundial, imbatible desde 2003.
No tenía preferencias, sabemos que las asiáticas son siempre muy difíciles. Pero mi problema era uno solo, seguir convencida de que no abandonaría mi meta (de ganar el torneo), reveló Ortiz, medallista de bronce en Beijing-2008, con solo 19 años, y en los mundiales de Rotterdam-2009 y Tokio-2010.
Y así fue. Contra todo pronóstico la judoca antillana sorteó exitosamente el enoooooooorme obstáculo Tong, al vencer a la china en tiempo reglamentario por Yuko, con una técnica positiva de te-guruma, que hizo sonar hasta la “melodía” del Big Ben.
Con esa victoria, la moral de la campeona panamericana en Guadalajara-2011 se disparó hasta las nubes, y tal parecía como si no tuviera que disputar la gran final para coronarse titular olímpica, sin embargo otra rival, la japonesa Mika Sugimoto todavía estaba con vida en el concurso, ávida de oro y gloria. Faltaba un combate.
El desgaste ante la china Tong restó fuerzas y movilidad a Idalis, pero lejos de amilanarse se creció en la disputa por el cetro y dominó de punta a punta la pelea contra la nipona, aunque no pudo marcarle ninguna técnica válida a su adversaria en el tiempo reglamentario ni en los tres minutos extra. Había que ir al escalofriante “hantei” (decisión de los jueces).
Y la decisión fue unánime a su favor. No había dudas. Idalis Ortiz era campeona olímpica. “Gracias a Dios, pude cumplir el sueño de todos los deportistas”, declaró.
Nunca tuve temor, el público me regaló sus simpatías y no podía defraudar a nadie. Era mi momento, y lo fue, dijo emocionada la joven atleta cubana, primera judoca cubana de esa división supercompleta en obtener el oro en Juegos estivales.
Mi primer pensamiento para ese pueblo cubano que tanto nos quiere, a mi familia, la gente que nos apoyó todo el tiempo, agregó la “gordita de oro” de 95 kilogramos (209 libras).
Con esta medalla, el judo femenino cubano acaba de completar una colección de 24 preseas en Juegos Olímpicos, una cifra sólo superada por Japón, aseguró eufórico Ronaldo Veitía, entrenador y gran artífice del desarrollo de este deporte en la Mayor de las Antillas.
En ese momento, esa representó la segunda presea áurea para Cuba en los Juegos Olímpicos de Londres-2012, con dos de plata (logradas también en el judo) y una de bronce (halterofilia).
Horas antes de competir Idalis, el tirador holguinero Leuris Pupo había sorprendido al propios y extraños con su cetro en la modalidad pistola de aire a 25 metros, convirtiéndose en el primer cubano en la historia olímpica en ganar una medalla de oro en ese deporte.
Nunca me detuve a pensar en que estaba en un escenario de este nivel. Mi mente estuvo más concentrada en determinados aspectos que manejaba internamente, abundó Pupo, cuyos 34 puntos igualaron el récord mundial e implantaron uno olímpico para finales.
Apareció el oro -señoras y señores-, y seguirá emergiendo para Cuba por medio de luchadores, boxeadores, atletas de campo y pista, y algún que otro “eléctrico”.
Ahora hace falta conservarlo todo en casa y, sobre todo, buscar vías para mantenerlo a salvo de los nuevos conquistadores, los Cristóbal Colón, Diego Velázquez, Francisco Pizarro y Hernán Cortez del siglo XXI, sino dentro de cuatro años volveremos a buscar el oro a ciegas.
Grande Idalis, grande Pupo, grande Cuba.