Se acaban los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y tengo la impresión de que he leído más sobre probabilidades, esperanzas y lugares en el medallero, que sobre deporte. El tema no es nuevo. Con el continuo retroceso en los resultados del deporte nacional comenzaron a acortarse antiguas brechas, y hemos pasado del segundo lugar con sobresalto (Guadalajara, 2011), a la invocación desesperada en busca de ascender en el tablero. Asistimos entonces al desfile de disertaciones magistrales de aritmética, hasta desembocar en el conjuro que nos permita, negado ya el segundo lugar, tener al menos el tercer sitio del podio regional.
Antes, en el tiempo pasado que fue mejor, el Medallero era sólo una anécdota matemática. Alegre mascota al cierre del buen día. Hoy parece ser el día todo.
Ante esta situación y conocedores de que hemos sido educados en el culto a los resultados de nuestro movimiento deportivo -incluso más que en el gusto por el deporte mismo- muchos se sienten en el deber de explicarnos lo que pasa. De recetarnos píldoras para que a pesar del medallero, nosotros, los que nunca rechazamos el desafío de las madrugadas de olimpiadas, consigamos irnos temprano y tranquilos a dormir.
Hay dos cosas que joden más que las derrotas a un aficionado de este país, los de verdad, los de a todas con los suyos -y nadie dude que somos millones-. Son: que le expliquen cómo debe o no sentirse y que le maquillen de epopeya la derrota. Resulta que por estos días son exactamente estas estrategias, las más utilizadas.
Acabas de perder – el aficionado del que hablo pierde con el deportista- un combate por el oro en taekwondo. El comentarista suelta el Homero automático y empieza por decirnos que no debemos sentirnos mal. Que el (la) muchacho(a) lo ha dado todo. Aquiles, se ha dejado la piel, el talón en el combate. Lo ha hecho con una entrega y una honra digna de colosos. Más que tristeza debemos sentir un orgullo enorme -todo esto a garganta rajada- de este (a) titán que se va con el oro de la honra deportiva. ¿?. Continúa Homero recitando su Ilíada memorizada. Esta no es una derrota porque una hazaña, sea cual sea su desenlace, no puede ser puesta junto a los fracasos. Y tú que hasta hace un momento querías sonarle una patada al contrincante que se ha llevado el oro descubres que preferirías sonársela al audio del televisor con tal de no seguir escuchando. Para rematar te cuenta Homero que el deporte ha cambiado. Que el profesionalismo y el dinero se han metido hasta el último grano de arena en los estadios o la última gota de agua en las piscinas. Que todos alrededor vienen cada vez más preparados para enfrentarnos -como si nuestro titán fuera el único titán, como si Cuba fuera el único oponente-, y que bueno tenemos que adaptarnos a estos resultados. No me extiendo porque este es otro tema. Homero no te cuenta porque no hemos crecido al mismo ritmo. Hay cosas de las que Homero prefiere -escoge- no hablar.
He comprendido que Homero está ahí para mantener el status de las (sus) cosas, así que poco a poco, aunque no logro ser totalmente inmune, he comenzado a desarrollar la sordera como antídoto. Es difícil. Pero debemos intentarlo.
En lo particular me inquieto aún más con la “novedosa” argumentación que intenta explicarnos por qué no debemos sentirnos mal ante el medallero. En resumen, unos nos explican que el pasado glorioso de los resultados de nuestro movimiento deportivo no es sustentable, es más, es incompatible con el nivel de (sub)desarrollo de la nación. Otros van más allá y se lanzan con la tesis de que este país debería preocuparse más por lo que come, por sacar adelante su economía, que por su lugar en el medallero de unos Juegos Panamericanos.
La tesis inicial me asusta en su formulación misma. Visto así, dentro de poco tendremos que aceptar que como país pobre, pequeño, latinoamericano y “tercermundista” tampoco nos corresponden sitios en el podio de los estándares de salud, educación pública, calidad de la infancia o de la seguridad social, ya no en la región sino a nivel mundial. Y que levante la mano quien pueda decir que estas conquistas no tienen también un considerable costo económico. ¿Es el deporte menos importante? Perdonen, para otro país podrá serlo. Para este no. Como no lo será nunca el futbol para los argentinos. Que alguien puedo verlo como un hecho lamentable. Es discutible. Pero es. ¿Son los costos del movimiento deportivo un lastre para el desarrollo de esas otras conquistas? No domino cifras, y hasta que alguien me demuestre con ellas lo contrario, sigo creyendo que no. Perdonen pero si vamos a hablar de economía digo que bien administrado -verdad universal- el deporte es de los negocios más rentables que existan en la actualidad. El lastre no es el movimiento, sino la forma en que se administra. Esto para quienes se empeñan en “docilizarnos” el tablero con lógica de financistas.
Espero disfrutar de todo cuanto quede por jugarse Cuba en las competencias próximas. Sin calculadoras en la mano, ni deseando -vergonzoso síntoma de impotencia- que tropiece con la varilla un colombiano o que se quede corto el brasileño. Quiero que gane el mío por ir más alto, no porque los otros vayan más bajo. Feliz o molesto, sin que nadie me lo explique. Inconforme siempre ante el escalón que se me fue en el medallero. Intransigente ante la idea de que si una vez fui el segundo, el único lugar que puede complacerme, es el de la lucha hasta el final por el primero.
Hoy estamos más a gusto con los logros de Tony Castro en el golf,que la gloria deportiva que nos inspiró en antaño. Es la vergüenza de un país que freno con sus métodos,la gloria deportiva de nuestro pueblo,que no revoluciona,y si transforma la miseria,en más miseria.
Vale más justificar,que sacar experiencias para un cambio de 360 grados y ponernos en las corrientes que llevan al mundo deportivo actual.
Quien se queda atrás,no tiene derecho al triunfo,y el pueblo cubano,seguirá sufriendo la derrota y destrucción, de lo que fue,nuestra gloria deportiva.
Excelente análisis y artículo, Amílcar le ha puesto la tapa al pomo. Los dirigentes deportivos cubanos y quiénes les orientan, nunca van a entonar el mea culpa, siempre habrá una justificación, reconocer errores no está en su ADN, esos los cometen otros, nosotros no. La irrupción del profesionalismo no se puede poner como excusa porque hace rato que está presente en el panorama deportivo mundial.
Lo he dicho muchas veces y vale la pena repetirlo, el mundo cambió y Cuba ni se ha molestado en hacerlo, pues ahí están los resultados, que iran a peor si se sigue insistiendo en el inmovilismo y la mirada con lupa para dar cada paso, si se sigue discriminando a los que se fueron y no se cuenta con ellos para las competencias importantes en el mundo como si no fueran cubanos, si la ideología la siguen mezclando con el deporte.
El lugar obtenido en los Panamericanos (me da igual si es el tercero o el cuarto) es un fracaso del deporte cubano y un llamado de atención a que las cosas hay que cambiarlas sí o sí, integrarse en el mundo y actuar como actua el mundo entero, con respeto a la forma de pensar de cada cuál donde el objetivo común sea Cuba y no la ideología de cada uno. A ponerse las pilas. Un saludo.
Bravo. Saludos.
Sosiego, visión realista y el análisis y debate público/abierto pendiente sobre el deporte y otros temas. La realidad cubana ha cambiado, la geopolítica regional, incluido los Estados Unidos, es otra; pero el discurso sigue ahí, inquisitivo y enquistado, como los clavos en una cruz. Hay que reformatear los discos duros y aumentar la memoria, pues el procesador de datos que requiere la sociedad, aunque sea para softwhere libre, es otro.
Es lamentable el descenso de Cuba. Se veía venir , es cierto, la crisis nacional afecta todo.
Me disculpas tu y tus adeptos, pero se trata de un a analisis mediocre. Si quieres hacer un analisis serio busca la relacion entre cantidad de habitantes/medallas, nivel de desarrollo economico/medallas, …, etc, etc. Se objetivo y no fanatico, hablar boberia de uno y otro lado lo hace cualquiera.
La única opinión que desentona es justamente la primera ( Jesús Hernández) que puede ser que sea extraterrestre. Y además no es preciso ofender para disentir. Excelente articulo y además muy actual. Porque nada ha cambiado. Las justificaciones llueven, salvo un articulo que apareció hoy en el “Granma” que intenta ser objetivo, los demás pecan por el tan dañino síndrome del avestruz. Hasta cuando durará la ceguera de los que dirigen el deporte en Cuba y de los comentaristas que le hacen el juego? Pareciera que no bastaran no sólo los resultados numéricos de los Juegos ( de por si por debajo de los siempre engañosos (por superoptimistas) pronósticos), sino por que en vez de analizar disciplina por disciplina los desempeños individuales y colectivos, mantenemos la sempiterna tendencia a las comparaciones, las negaciones, la exaltación desmesurada de las victorias y lo que es peor la innata capacidad de trastocar lo negro con lo blanco y cambiar el nombre a las cosas. Flaco favor se le hace al deporte cubano y por ende al pueblo que lo sostiene. Nadie duda que cada éxito o fracaso en el deporte ( y mas que todo en el beisbol) es una cuestión de vida o muerte para un pueblo acostumbrado a ver a sus deportistas como verdaderos soles sin manchas. Como seres extraterrestres. Verlos en actuaciones tan deplorables pone algunos en estados de shock. Como si el resto del Continente fuera invisible. Si de algo pudiera servir Toronto/2015 es que a partir de ahora se entienda que hacen falta cambiar las políticas y no los hombres. El deporte revolucionario lo necesita y el pueblo lo agradecerá.
Quien trata de ver solo los resultados en juegos como estos, Panamericanos, Olímpicos y de los otros…sabe poco sobre el espiritú de estas competencias. Hay una norma para los atletas: ”Haré todo lo posible por ser el primero, sino puedo serlo, me esforzaré por ser el segundo y si no me clasifico, haré el máximo para mejorar mi propia marca”. Tratar de hablar de otra cosa a través del deporte es material barato. Se pelea con las armas, no con las palabras, hubo uno que dejo el ejemplo, sabía de letras más que ninguno y sin embargo murió en el campo de batalla… ”Cultivo una rosa blanca en junio como en enero para el amigo sincero que me da su mano franca”.
Aquí hay comentarios que son para partirse de la risa!!! como el ancestral de sacar la cuenta de medallas por hatitantes… eso es porque alguna vez fuimos muchos más millones de personas en Cuba y ahora como somos menos ganamos menos?? jajajjajajajajajajajaj y antes cómo ganábamos con los mismos 3 gatos que hoy somos?? jajajajjajaj ya lo dije para morir de risa!! Muy bien por ti Amilkar