Mi asma crónica se dispara en los campeonatos mundiales de atletismo. Luego de la agitación por ver absolutamente cada segundo del torneo, el único oxígeno que me calma es el de la escritura. Durante la lid de Budapest, el texto lo comienzo a las 4 de la tarde de Cuba, al cierre de cada jornada. Como Enric González en sus Historias del Calcio, elijo el tema sobre la marcha, porque “confío que la espontaneidad compense otras deficiencias”.
Como me traslado a la capital de Hungría a través de las pantallas de la TV, del teléfono celular, de los chats con el amigo santaclareño Samuel Ernesto Viamontes o del colega italiano Armando Monaco, el viaje tiene un poco de hundimiento en mí mismo. Y también los relatos que genera.
A continuación les comparto 9 de esas historias mundialistas y algunos datos adicionales que, diariamente, nos dejó el certamen global de campo y pista.
Día 1
Es plomo. Dos pedazos de plomo le salieron a Ryan Crouser en la pantorrilla derecha. Olvídense de los coágulos de sangre, de la exploración Doppler. Olvídense de los fisioterapeutas, de la ecografía inicial que no detectó nada.
Solo miren que no tuvo hinchazón, calor, enrojecimiento. El único síntoma verdadero de Crouser es su disparo de 23.51 metros que hizo caer la noche sobre Budapest, como si entre el cuello y el hombro se hubiera puesto la luna.
Olvídense de los nacimientos naturales, a este ser lo crearon Stan Lee y Jack Kirby en una historieta. Y le pusieron Coloso, el mutante que puede transformar su piel en acero orgánico, adquiriendo fuerza sobrehumana. Ryan es el nombre bajo el que compite con el resto de los atletas normales: esos esforzados Joe Kovacs con 5 medallas mundiales consecutivas, esos sorprendentes Leonardo Fabbri y sus tiros violentos.
Crouser trató por años de ocultar su identidad, se puso sombreros de vaqueros por aquello de los pistoleros y el salvaje oeste, pero primero lo delataron sus marcas y ahora su cuerpo y sus marcas. Tanto, que Pedro Luis Ferrer podría agregarle a su canto: “Lo que mata no es la bala, mata la velocidad… y la fuerza de Crouser en el círculo lanzamientos”.
Tiene que ser plomo. Ryan dispara, e implemento y hombre son un mismo cuerpo.
Hechos a pie de página:
– En los 10 mil metros femeninos, Etiopía copó el podio por primera vez desde Helsinki 2005. Es la tercera vez que lo logran, pues ya lo había hecho en Edmonton 2001. La última nación que lo había conseguido era Kenya en Daegu 2011.
– El balista estadounidense Joe Kovacs, con sus 5 preseas consecutivas, supera a su compatriota Adam Nelson (4) para alcanzar la cima entre los máximos acumuladores de la especialidad. Leonardo Fabbri obtuvo la segunda plata para Italia en la bala masculina, 36 años después de la lograda por Alessandro Andrei en Roma 1987.
Día 2
Los 10 mil metros masculinos solo conocen de emperadores, de reyes, de dictadores. No hay democracia posible en ese mundo que algunos todavía denominan “evento” o “prueba”, como si solo se tratara de atletismo. Una realidad invertida donde, durante 27 minutos, las “Tierras altas de África” son la mayor potencia del mundo. Aquí el poder se toma por la fuerza (de los pies) y se utiliza la guerra de desgaste para derrocar al tirano anterior, a quien le espera el exilio o la muerte. Vencer en los 10 kilómetros tiene para estos hombres perfil de eternidad. Su meta es regir a su antojo por décadas.
El último en lograrlo ha sido el ugandés Joseph Cheptegei, quien llegó a orillas del Danubio y revalidó por tercera vez su corona. “El último Rey de Escocia”, le gritaron sus siervos desde la grada a este corredor que aniquila con crueldad a sus rivales y sacrifica a cuánto acólito necesite. Si lo retas a duelo (en el sprint) poseerá tu alma. Si lo emboscas en medio de la pradera que se parece a la pista de un estadio, devorará tu cuerpo. Santo o demonio. Depende.
Así mismo se referían al etíope Haile Gebrselassie, el tercer hombre que espantó a los europeos, derrotó a las tribus vecinas y por casi una década reinó en todas las superficies del fondo. Hasta que la resistencia keniana contraatacó a inicios de siglo para desaparecerlo del mapa. Entonces, en 2003, apareció Kenenisa Bekele para devolverle el trono a Etiopía. Ahí comenzó su era, la del más temido y poderoso de todos los emperadores. Tanto, que él mismo eligió a un sucesor, pensando ingenuamente que estaba por encima de la tradición de violencia y avaricia, la única conocida en esos lares.
Entonces llegó la traición con un escudo británico en el pecho: Mo Farah, un joven nacido en Eritrea, pero súbdito de la Reina Isabel II, batió a los jóvenes guerreros y masacró todo foco de oposición durante 6 largos años. Ese fue el panorama que encontró Cheptegei y en el que, paso a paso, escaló a la cima. Y ya no se sabe por cuánto tiempo estará ahí, de pie, corriendo, jamás sentado.
No hay democracia posible en ese mundo. Ni tampoco en ningún otro. Los 10 mil metros masculinos solo conocen de dioses.
Hechos a pie de página:
– La saltadora de longitud Ivana Spanovic logró el primer título para Serbia en Campeonatos del Mundo.
– Leslie Tebogo se convirtió en el primer africano medallista mundial en 100 metros planos.
– Se acabó la racha de 5 títulos consecutivos de Pavel Fajdek en el martillo masculino, donde ganó el joven canadiense Ethan Katzberg (21 años).
– El sueco Perseus Kalsmtrom igualó al ecuatoriano Jefferson Pérez y al español Francisco Javier Fernández como los únicos marchistas de 20 km con medallas en tres ediciones mundialistas consecutivas.
– El marchista portugués Joao Vieira igualó a su homólogo español Jesús Ángel García como los atletas con más participaciones en campeonatos del mundo: 13.
Día 3
Si, como dice la mitología nórdica, el mundo es un disco plano, esta tarde ocurrió la batalla por su destino. Como siempre, las profecías se equivocaron: Budapest fue el escenario del Ragnarök. En el final de los finales, después de la destrucción y la matanza, quedaban el viejo gigante de hielo Daniel Stahl y su similar de fuego, el joven Kristjan Čeh, la criatura que lo ha atormentado por años.
Fueron entonces al círculo sagrado para desplazar el disco al sitio que las antiguas escrituras llamaban Jötunheim y ahora se conoce como “la galaxia de los 71 metros”. Ambos querían imponer, a su forma, el caos en el universo: para Ceh es el ruido y la furia, mientras que para Stahl es la materia fría, la escarcha. El universo se alarga de este choque de fuerzas opuestas. No hay espacio para que más criaturas dominen el futuro.
Cuando el gigante de hielo parecía derrotado hasta el fin de los días, apacible, frotó el centro del disco antes de lanzarlo por última vez: ahí queda Asgard, la región alta de los dioses muertos en la batalla, a quienes les pidió su favor con ese movimiento. Lo que pasó después fue una mudez en forma de nieve: disparo de 71.46, récord para los mundiales.
Si, como dice la mitología nórdica, el mundo es un disco plano, Daniel Stahl lo tiene agarrado entre sus dedos.
Hechos a pie de página:
– El triplista Hugues Fabrice Zango le dio a Burkina Faso su primer título en mundiales. En la prueba, Lázaro Martínez (plata) y Christian Nápoles (bronce) se convirtieron en la primera dupla cubana que sube al podio tras Yoelbi Quesada (oro) y Aliacer Urrutia (bronce) en Atenas 1997.
– La jamaicana Shelly-Ann Fraser-Pryce fue bronce en los 100 metros, competencia que ganó la estadounidense Sha’Carri Richardson. De esta forma, la jamaicana se convirtió en la primer atleta (sin distinción de sexo) con 6 medallas individuales en el hectómetro (5 oros y 1 bronce).
Día 4
Italo Calvino escribía escuchando rock and roll. Lo supuse cuando, de pronto, en Budapest, esa música se elevaba como una ola hawaiana. Desde ahí lanzó el disco Laulauga Tausaga para mandar a Vallery Allman a bailar a la orilla del Danubio con cadenas de plata. Y no se sabe cómo, pero hubo un hombre que, de un salto, pudo medir la altura exacta de ese ritmo loco: a los 2.36 metros llegaba. Después pensó que la verdadera marca estaba 4 centímetros más arriba. Pero hasta el frenesí tiene límites.
Era Gianmarco Tamberi de Terralba, el vizconde demediado que creó Calvino en una página en blanco. Una lesión muy fuerte dividió a Tamberi en dos: una mitad deportista y la otra guitarrista de un bar de carretera. Un completo incompleto. Y utiliza todo el lenguaje posible para expresarlo. Si resulta excéntrico es porque comprende la pena de cada persona en el mundo por ocultar la parte que le falta. De refundir sus dos mitades quizá se ha vuelto más loco, esa manera simple de hacerse sabio. A diferencia de la mayoría de los hombres, gusta de tener rivales para darles un aliento desmedido. Un personaje roto y radiante que entre pasos cortos ha vuelto a mostrar que la belleza, la sabiduría y la gloria existen solo en todo lo que está hecho a pedazos.
Italo Calvino escribía escuchando rock and roll. Queda la sonrisa triangular de Gianmarco Tamberi para comprobarlo.
Hechos a pie de página:
– Se quedó en 5 la racha de medallas consecutivas de Sandra Perkovic en el disco femenino.
– Con su presea de bronce, Mutaz Essa Barshim se convirtió en el máximo medallista del salto de altura en Mundiales con 5 (3 oros-1 plata-1 bronce). Asimismo, a los 31 años y 83 días, Gianmarco Tamberi supera al catarí y se convierte en el campeón más veterano de la prueba.
Día 5
Sebastian Coe odia a Bertolt Brecht. Quiere héroes para los pueblos. Está seguro que todos los necesitan. Y para eso ha pactado con Hollywood. Los estudios producen el Mundial mientras se respeten los modelos que imponen. Por qué creen que se plantó Coe en la línea de meta de los 1500: nada de entregar medalla, si algo salía mal tenía que poner el cuerpo. Derribar a Ingebrigtsen, impulsar a sus rivales con la fuerza que su memoria celular de corredor aún posee.
Pero el guion estaba escrito de antemano: la misma fórmula que ya funcionó el año pasado. Un humilde británico, no necesariamente conocido, derrota contra todas las posibilidades al poderoso, egocéntrico y abominable Jakob Ingebrigtsen, el villano que planea dominar el mundo…del atletismo. Como Jake Whigtman en Eugene 2022, ahora fue Josh Kerr el verdugo. El reparto no importa, vendrá otro en el próximo Mundial. Ni siquiera el asunto es Noruega. Han cubierto los errores del líder impoluto Wharholm, las reglas se quiebran si benefician a los de corazón bueno, pregonan desde Budapest.
Y la suma de todos sus deseos ha ocurrido en la pértiga femenina. Con la australiana Nina Kennedy venden una historia tremenda de superación personal. La joven insegura de un pueblo de provincia que 2 años atrás, en los Juegos Olímpicos de Tokio, estaba en el fondo del foso, y ahora vuela en la punta de la garrocha. Superó por 8 centímetros su marca personal y más de 10 saltos después podía mirar como una igual a Katie Moon, la amplia favorita pre competencia. Igualadas hasta en fallos, Moon ha decidido compartir la medalla de oro antes que seguir saltando en alturas más bajas. Algunos dirán que es un ejemplo hermoso de deportividad y bondad para todo el torneo.
Yo pienso que Coe odia a Bertolt Brecht. Pobre de los pueblos que (no) necesiten (anti) héroes.
Hechos a pie de página:
– La decisión de Katie Moon y Nina Kennedy hizo que la pértiga femenina fuera la primera disciplina con una medalla de oro compartida en mundiales. El único antecedente era el salto de altura masculino en Tokio 2020.
– Marisleydi Paulino, con su título en 400 metros, se convirtió en la primera mujer medallista de oro de República Dominicana. Su tiempo fue el tercero de la historia en una final mundial.
Día 6
Se pudieran cubrir 35 kilómetros con todas las mujeres que en el mundo se llaman María Pérez García. Pero solo hay una para devorar esa distancia. Escribo sobre la marcha, porque de la suya no se puede agregar otra cosa. Cambiar su técnica ha sido cambiar su nombre. “Puede tener el nombre más ordinario de la lengua, pero ha hecho lo más increíble”, suelta mi amigo Samuel Ernesto a la 3 de la mañana de Cuba.
Y yo me rindo ante eso. Como a las 9 de la mañana de Budapest se rinden la peruana Kimberly García, la griega Antigoni Ntrismpioti, la china Qieyang Shijie ante María Pérez, de Orce. Decir que cuando arranca es un tren sería irrespetar su paso y el esfuerzo de su cuerpo. La calle para María es una línea férrea y toda ella un armoncito: sus brazos dos palancas que agita fuera de control. Tanto que su meta ha sido doble. Como la de su país: los ibéricos vuelven a destrozar la resistencia Inca y a expulsar a los romanos de sus tierras.
Los tiempos se rompen con Álvaro Martín en un frente y María en el otro. Pero si Martín suda, lo de Pérez es otra cosa: a falta de un kilómetro hace que se levante hasta la momificada mano de San Esteban, que descansa en la Basílica.
El milenario rey sabe que se pudieran cubrir 35 kilómetros con todas las María Pérez García del mundo, pero jamás vio marchar sobre Budapest una mujer tan irresistible.
Hechos a pie de página:
– La jamaicana Daniel Williams, al ganar los 100 metros con vallas, se convirtió en la única campeona de Beijing 2015 que recuperó su título en Budapest.
– Con la victoria de Camryn Rogers, Canadá pasa a ser el segundo país que triunfa en los dos sexos en el lanzamiento del martillo. Antes lo había hecho Polonia con Paweł Fajdek y Anita Włodarczyk en las ediciones de 2013, 2015 y 2017.
– La barrida absoluta de España en las 4 pruebas de marcha no tiene precedentes en la historia de los mundiales. Ni cuando solo había 3 carreras se logró tal hazaña.
– Antonio Watson ganó los 400 metros planos. Desde la primera edición mundialista de 1983, con Bert Cameron, un jamaicano no triunfaba en la vuelta al óvalo.
Día 7
Hay quien espera a Godot hasta las últimas consecuencias. Hay quien canta a la espera de que el milagro baje, hay quien se agarra de la esperanza porque tiene adentro la palabra “espera”. Otros esperan un verso, solo un buen verso de amor donde caerse muertos, y algunos aguardan un cómodo sillón para escribir sobre la espera.
Jamás sabré qué esperaban Yulimar Rojas y Haruka Kitaguchi, pero esta crónica sale en el último intento, como homenaje a ellas. Y como el cartero del “Sacrificio” de Andrei Tarkovski, la venezolana les ha dicho a sus rivales: “no esperen nada, mejor no esperar nada”. Ni en el día en que se ha roto el cable de su guitarra eléctrica. El aire se llenó de gritos de Romanchuck, de Leyanis Pérez, de Shanieka Ricketts, de Thea LaFond, pero la costumbre de Yulimar finalmente los acalló.
Su virtud no radica en saltar más que ninguna mujer en el mundo, sino en haber resuelto con una carrera de impulso y la energía de sus tres pasos incidir en el espacio y en el tiempo. Si hoy dejó tirada, por unos segundos, la bandera de Venezuela, es porque su primer símbolo es la corona, y su patria son los 15 metros. Será más fácil que aparezca Godot a que Yulimar Rojas no alcance esa distancia en un cajón de saltos. Pero hay quien todavía lo espera.
Hechos a pie de página:
– La colombiana Flor Ruiz es la primera sudamericana con una medalla mundial en jabalina (plata). También se convirtió en la primera mujer de su país con una medalla en cualquier área de lanzamientos.
– La marca de 14.96 metros de la cubana Leyanis Pérez es el segundo bronce más caro de la historia, solo comparado al de Gotemburgo 1995 con el 15.08 de la rusa Biyurkova. Mientras, el sexto lugar de la criolla Liadagmis Povea es el más alto de siempre. El anterior sexto lugar más alto era 14.54 en Sevilla 1999.
– El doblete de Noah Lyles en 100 y 200 metros es el primero que logra un hombre desde Usain Bolt en Beijing 2015.
Día 8
Para Lijiao la bala es un pezón, esa protuberancia del centro del Gong. No hay otras vibraciones que llenen más veces los estadios, cuando a 12 mujeres les toca impulsar el pesado implemento.
En su carrera, la china ha resistido el címbalo bielorruso, cuyos preciosos acordes no podían ocultar el tufo a clembuterol que sus tocadores desprendía; sobrevivió a los alaridos de guerra de la neozelandesa Valeri Billi y su fortaleza descomunal; y a sus 35 años, entre los gritos acompasados de las estadounidenses, tiene aún fuerza para que retumbe el sonido de su pueblo.
Esta vez, a orillas del Danubio, trajo un instrumento de bronce como antes llevó a Osaka, a Berlín y a Moscú. Lo revistió de oro en Londres y en Doha, pero hoy no importan la calidad de los metales, sino la cantidad: Lijiao Gong es la primera atleta con 8 medallas en una prueba individual en toda la historia de los Campeonatos del Mundo. Y la única que en cualquier disciplina llegó a 9 finales. Aunque debe premiarse el resultado antes que el esfuerzo, en Gong es imposible separarlos: son parte de una misma onda.
Con la bala al cuello jamás se rinde. A los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 fue en busca de imponer su música luego de quedar cerca en Río, Londres y en Beijing, su propia casa. Pero para un periodista la noticia no fue su tardío triunfo bajo los cincos aros, sino su continuo “fracaso” como mujer: “pelado masculino, pasada de peso, 32 años, soltera y sin hijos”. Lijiao se limitó a responder que si dejaba de entrenar comenzaría a pensar en “el camino a seguir en la vida”.
Gong es una mujer gorda, tiene el pelo corto y no representa el canon predominante de belleza femenina. El canon que predomina en el atletismo mundial al ver los 400 metros planos, el salto de altura o la pértiga. Un canon que es lo único que no resisten las grandes campeonas del fondo.
En los 5000 metros, Sifan Hassan volvió a intentarlo, pero a Nakia, la guerrera y espía de Wakanda, le han dado la misión de devolverle la gloria a Kenya. Para ello, ahora se hace llamar Faith Kipyegon, y no hay manera de interponerse en su camino: reina de 1500 y 5000 metros. Dos medallas se llevó Hassan a casa, aunque pudo ser la única con tres preseas individuales. La neerlandesa lo quiere todo, pero un ligero roce la lanzó al vacío en los 10 mil metros.
Aunque debe premiarse el resultado antes que el esfuerzo, la derrota tiene a veces una belleza que la ruidosa victoria no merece. Su sonido es un ligerísimo toque del Gong. Para Lijiao la bala es un pezón y le sale del centro del pecho.
Hechos a pie de página:
– Los 8907 puntos del canadiense Pierre Lapage es la segunda marca más alta de la historia para ganar un decatlón en Campeonatos del Mundo. La primera es la de 9045 de Ashton Eaton en Beijing 2015, récord del orbe en su momento.
– Primera medalla para un 4×100 relevo masculino italiano desde el bronce en Gotemburgo 1995.
– Con la plata del relevo corto femenino de Jamaica, Shelly-Ann Fraser-Pryce alcanza las 8 medallas en esa especialidad. Además, es la única corredora con 8 medallas en una sola prueba. Con esto, llegó a 16 presas en total, segunda de todos los tiempos, solo superada por la estadounidense Allyson Felix (20).
Día 9
Femke Bol ha puesto la otra mejilla. En la parte derecha de su cara queda aún una ligera mancha rosada sobre la piel blanca. Hace 9 días, su caída en el relevo mixto cerró la primera jornada del Campeonato del Mundo. Hoy su cierre en el relevo femenino comenzó a abrir la primera jornada del próximo Campeonato del Mundo.
Ni el título de 400 metros con vallas consoló a la holandesa. Había arruinado la actuación de su equipo. Pero escribió Rafael Alcides que la felicidad es una pausa entre dos dolores. Y cuando Femke aceleraba el ritmo a pocos metros de la meta, sus rivales se detenían, hasta quedar estáticas. Bol desbordaba felicidad bajo el último cielo de Budapest. No hubo revancha en el gesto. Su remate fue una bofetada de ternura.
Paciencia tuvo Bol, como antes Winfred Yavi. La corredora de 3000 metros con obstáculos sólo esperaba su momento. Lo hizo desde que, a pesar de nacer en Kenya, decidió representar a Bahrein; desde que con 19 años fue cuarto lugar en Doha 2019, mismo puesto de Eugene 2022. Y lo hizo sobre la pista del Estadio Atlético de Hungría, cuando resistió el paso de la recordista mundial, su compatriota (de cuna) Jackline Chepkoech, hasta que se lanzó a superar las vallas y el foso como si fuera lo más placentero de la vida.
Yavi, en Budapest, ha pasado por los mismos obstáculos que encontró en Eugene Norah Cheruto, la keniana que también triunfó en la prueba defendiendo los símbolos de un país asiático. Sin bandera, como le ocurrió a Cheruto el pasado año, ha celebrado su plata en la jabalina el pakistaní Arshad Nadeem.
Desde la primera ronda, el campo donde cae la jabalina parecía una llanura de Cashemira: tres indios contra un pakistaní en la disputa. Al final, Neeraj Chopra, el líder hindú, ha impuesto su ley, pero fraternalmente, quizá por la mediación del checo Vadlech, que luce como un diplomático europeo.
Y mucha diplomacia necesitará el mundo para que Yaroslava Mahuchikh vuelva a enfrentarse en una final del salto de altura a su archienemiga Mariya Lasitkene. No lo sabían, pero el polémico abrazo que se dieron en la final de los Juegos Olímpicos de Tokio puede ser el último que compartan sobre una pista de atletismo. Ojalá no sobre toda la Tierra. La ucraniana, derrotada por la rusa en Doha 2019 y en los Olímpicos de 2021, parecía la gran favorita para vencer en tierras estadounidenses, pero no pudo con la australiana Eleonor Paterson.
Un año después, Yaroslava al fin ha rendido silencioso tributo a Mariya: puso a volar sus trenzas sobre los 2 metros; poco antes de que Femke Bol pusiera la otra mejilla sobre la pista. El único círculo perfecto que hoy conoció el mundo.
Hechos a pie de pagina:
– Primer título para la India y primera medalla para Pakistán en la historia de los Mundiales.
– Desde Gotemburgo 1995, solo Caster Semenya, en Berlín 2009 y Londres 2017, había ganado una final de 800 metros con una mejor marca que la de la keniana Mary Moraa: 1.56.03.
– El 3:20.72 minutos es el tiempo más lento para ganar un relevo 4×400 femenino desde el 3:20.95 de Rusia en Helsinki 2005. No obstante, esta es la primera medalla para Países Bajos en cualquier prueba de relevo femenino en la historia de los Mundiales. En el 4×100 masculino poseen un bronce.