Yaimé Pérez se clasificó sin problemas. Denia Caballero, en cambio, empezó fría, hizo un foul y afortunadamente consiguió un buen disparo in extremis. En estas dos discóbolas se centra la última esperanza medallista de Cuba en el Mundial.
¿Qué posibilidades hay de que mañana, en la final de la prueba, le agreguemos alguna presea al bronce solitario obtenido por Yarisley Silva en la pértiga? Creo que grandes. Enormes. Inclusive podría ser que ocupemos dos plazas en el podio. Lo que ocurre es que el oro está vedado.
Hay en el atletismo de hoy unas pocas figuras con etiqueta de invencibles. Digamos, Mo Farah, que lleva años ridiculizando a los equipos de fondo de Etiopía y Kenya. Wayde van Niekerk, el Supermán de la vuelta al estadio. Christian Taylor, un tirano del triple. Y ahora mismo, entre ellos se tiene que incluir a Sandra Perkovic.
La croata es la dueña y señora de la especialidad. Suyas son unas cuantas de las mejores marcas de la temporada, y es la única que ha rebasado los 70 metros. Será campeona a menos que suceda un milagro. Pero si las cubanas le entran bien al círculo de lanzamientos podrían repartirse (repito) los demás lugares del estrado.
El camino no estará exento de espinas. Hay que tomar en cuenta a la australiana Dani Stevens, en gran año. A la francesa Melina Robert-Michon, subtitular olímpica y del orbe. A la gigante de Alemania, Nadine Müller. Pero no por casualidad la Caballero es la monarca vigente del disco, y tampoco se puede ignorar que Yaimé Pérez es la segunda mujer del ranking de 2017. Por supuesto, detrás de Sandra Perkovic.
Ha sido un Mundial flojo para Cuba, como pronostiqué en la previa del evento. De los peores. Hasta podría ser que igualemos aquella pobre faena del Mundial Roma’87, cuando debimos conformarnos con los terceros peldaños de la posta larga masculina y Luis Mariano Delís, otro discóbolo.
Lejos quedan ahora los tiempos en que se conquistaron oros múltiples en seis certámenes de siete, entre Stuttgart’93 y Helsinki 2005. No disponemos de talentos como Pedroso, Sotomayor, Ana Fidelia, Yipsi o Yargelis Savigne. Han emigrado algunos estelares de la talla de Pichardo y el vallista Copello, y también unos cuantos prospectos relevantes. Se ha trabajado mal en varias áreas donde otrora se nos respetaba urbi et orbi.
Ojalá, por aquello de que la última imagen es la que queda, una de estas muchachas del disco -¡o las dos!- pueda subir al podio londinense. Ojalá que se logre, cuando menos, un premio de plata. Ojalá que en el próximo Campeonato del Mundo no sea tan grande el sufrimiento nacional.