Cuba terminó con deudas su participación en la VIII Copa Mundial de Béisbol femenino que tuvo como escenario a la comunidad de Viera, estado norteamericano de Florida. Las cubanas llevaban como propósito mejorar el octavo puesto de la cita precedente y ubicarse entre las seis mejores selecciones del orbe, pero finalmente solo pudieron repetir su posición anterior.
La escuadra de la Isla asomaba como el noveno lugar del ranking mundial, por lo que cumplir con el pronóstico sería bien difícil, aunque condiciones parecían tener para ello.
Su debut fue ante Australia y las de Cuba cayeron con abultada pizarra de 4-12. Este partido era sumamente importante porque podía decidir el tercer lugar del grupo, atendiendo al favoritismo de Japón y Canadá, dos potencias presentes en el apartado B que a la postre se colgaron las medallas de oro y bronce en el torneo.
Luego, frente a las canadienses estuvieron con amplia ventaja en el marcador hasta que las aguas tomaron su nivel y cedieron 7-10. Dos fechas después, se batieron en un excelente duelo frente a las monarcas japonesas y mostraron una gran cara pesar de caer 1-4.
La amplia victoria por nocaut 12-0 ante República Dominicana y el sorpresivo éxito de las quisqueyanas 9-6 sobre las australianas, le brindaban la posibilidad a Cuba de un triple empate en la tercera posición y las posibilidades matemáticas de acceder a la Súper Ronda de los seis primeros del torneo. Para ello solo debía ganarle al débil Hong Kong.
En el papel, resultaba poco probable una derrota ante el equipo asiático que había sido vapuleado por todos sus oponentes. Pero, como dice el conocido adagio, la pelota es redonda y viene en caja cuadrada.
Frente a las hongkonesas las cubanas perdieron una ventaja de dos carreras en la última entrada, y el pitcheo de relevo se desmoronó al punto de soportar cinco carreras en el fatico séptimo capítulo. Resultado: derrota 5-8 y la ruptura de los pronósticos. Este sopresivo revés acabó con las aspiraciones iniciales y envió a la selección de la Isla a la ronda de consuelo.
Vale decir que en medio de la competencia abandonaron el equipo la torpedera titular Claudia Jorge Fajardo y Nilsa Rodríguez, así como el entrenador Oliver Tamayo Sarmiento, lo que descolocó un tanto a la formación antillana. La lanzadora Dianelis Porro tuvo que actuar como torpedera en varias ocasiones.
No obstante, nada justifica la derrota ante el equipo más débil del torneo, y aunque una victoria no garantizaba directamente el pase a la Súper Ronda dejaba abierta la opción de que el veleidoso sistema de desempate TQB se decantara por Cuba.
Para mejorar la cara, en la ronda de consolación Cuba barrió con sus oponentes lo que corrobora el fiasco de perder con ¡Hong Kong!. Primero le ganó a Corea del Sur 7-4, después con comodidad 10-1 a Holanda, y en un partido bien reñido 6-5 a Puerto Rico.
Con esas victorias, el conjunto cubano terminó la última fase con balance de 3-2 –arrastraba dos derrotas de la clasificatoria– solo por detrás de Australia, para finalizar en el octavo lugar.
Los números hablan
El pitcheo fue indiscutiblemente el área más débil del conjunto. Las lanzadoras trabajaron para una abultada efectividad de 6,82 de promedio de limpias por lo que la ofensiva tenía que fabricar siete carreras para ganar los juegos. Por si fuera poco, regalaron 30 boletos en 50,1 entradas de labor, para una media de 5,4 por encuentro.
Solo Mayumis Solano tuvo un promedio de carreras limpias inferior a las cuatro carreras con 3,73. Maraisy Pérez fue la más trabajadora con 17,2 entradas de actuación y su PCL fue un aceptable 4,36. Las demás tiradoras mostraron números bien discretos, y el trabajo del bullpen costó varios partidos.
Visto en perspectiva, no existen diferencias en la lomita entre hombre y mujeres. El pitcheo cubano atraviesa un mal momento.
La ofensiva, en cambio, estuvo bien, con .315 de bateo colectivo. Yamisleidys Pérez compiló .444 y Katherine Fals .429. Marielbys Ferro fue la líder impulsadora del equipo con 7 y bateó para .375.
Otro aspecto bien positivo estuvo en el juego rápido de las cubanas. Pusieron la velocidad en función de la ofensiva, con 45 bases robadas en 53 intentos e, incluso, en el partido frente a las dominicanas estafaron doce almohadillas.
La defensa se comportó en buena forma, con 7 errores, a menos de uno por encuentro. A la receptora Yordanka Rodríguez le estafaron 8 bases en 12 intentos, un promedio bastante aceptable para un béisbol en el que robarse una base es relativamente fácil.
De no ser por las carencias de las lanzadoras y a otros aspectos técnicos derivados de la falta de roce al primer nivel de las jugadoras de la Isla, se hubiese podido aspirar a una mejor posición.
El octavo lugar deja varado al béisbol femenino cubano y, de paso, a ese deporte en general. El de Viera fue otro evento donde no se cumplieron los pronósticos y siguieron acumulándose las deudas.
¿Se seguirá ponchando con el madero al hombro el pasatiempo nacional?
Hace mucho tiempo,Hugo que el deporte revolucionario no crea valores,sino prefesionales que cuando no los retribuyen como ellos desean o creen merecer,desertan del equipo nacional.Ningun atleta cubano de hoy dia es confiable.
Claro tu lo dices por tu experiencia en esos trajines.