Parecía un cuento de hadas, pero todo era realidad. La selección cubana de béisbol y los Tampa Bay Rays saltaron a la grama del parque “Latinoamericano” para jugar el primer y único partido entre un equipo antillano y una franquicia de Major League Baseball (MLB) en el presente siglo, con el añadido de que los presidentes Raúl Castro y Barack Obama presenciaban el duelo desde las gradas. Jamás había ocurrido algo así.
La Habana, durante unas horas, se convirtió en la capital mundial del béisbol. Todas las miradas se enfocaron en un maquillado y repleto “Coloso del Cerro”, que volvía a sentir de cerca el aroma de Grandes Ligas 17 años después de la visita —también histórica— de los Baltimore Orioles en 1999.
Ahora llegaba Tampa, una franquicia sin muchos seguidores entre la afición cubana, pero su corta historia sí tenía capítulos vinculados a la Isla. Por ejemplo, el primer representante del equipo en un “Juego de Estrellas” fue el lanzador villaclareño Rolando Arrojo, en 1998, y después otros siete peloteros habían vestido la camiseta del plantel en las Mayores.
Los Rays aterrizaron en La Habana en medio de la visita oficial de Obama en marzo del 2016, solo unos meses después del viaje de buena voluntad que MLB organizó en diciembre del 2015 con algunas estrellas de máximo calibre, como Clayton Kershaw, Miguel Cabrera o Nelson Cruz. El deshielo en los diamantes finalmente se estaba concretando.
Aquel periplo estuvo repleto de simbolismo con el retorno a la Isla de hijos pródigos: José Abreu, Alexei Ramírez, Yasiel Puig. Y lo mismo sucedió con la expedición de Tampa, que trajo a Luis Tiant y José Cardenal, dos estelares antillanos que triunfaron en Estados Unidos durante los años 60 y 70 del siglo pasado, además de Dayron Varona, quien tendría la oportunidad de ser el primer cubano que jugaba en su país, después de 1959, con un equipo de MLB.
“Estamos muy contentos de ir a un país que es extremadamente apasionado por el béisbol. Sé que nuestros jugadores están muy emocionados por llegar, conocer el pueblo cubano y escuchar sus experiencias y la alegría que el béisbol trae a todos nosotros”, dijo en aquel momento el manager de Tampa, Kevin Cash.
En la misma línea, Chris Archer, as de los Rays, precisó que “MLB puede tener un impacto inmediato en Cuba y los cubanos en MLB, como ya lo hemos podido constatar por las estrellas que hoy triunfan en varios equipos, como (Yoennis) Céspedes, quien ganó dos Derby de Jonrones. Son fabulosos, por eso queremos intercambiar con la gente que no han tenido esta oportunidad antes”.
Por su parte, Evan Longoria, indiscutible rostro de la franquicia por aquellos años, expresó su emoción por la experiencia: “Conocía muy poco sobre el béisbol cubano, pero desde hace algunos años jugadores talentosos nacidos aquí han triunfado en MLB. He podido percatarme de que tenemos en común el amor por el béisbol, es evidente, en la calle, en los fans”.
También Derek Jeter, el otrora estelar torpedero de los Yankees, elogió a Cuba y a los peloteros de la Isla por su forma de competir. “Tuve la oportunidad de jugar con algunos, y a través de ellos vi que existían diferencias políticas entre los países, pero también comprendí que el béisbol lo tenemos y navegamos en el mismo rumbo, con la misma pasión”.
En Cuba, todos recibieron con los brazos abiertos la oportunidad de jugar ante un equipo de las Mayores. Víctor Mesa, entonces director del plantel antillano, no dudó en catalogar de muy importante y necesario el acercamiento a los profesionales y las Grandes Ligas.
“En distintos momentos hemos jugado con ellos, pero hace falta proseguir el intercambio siempre que se pueda, con respeto. Nuestros muchachos están muy contentos de formar parte del proceso y pueden dar una buena imagen, tienen talento y deben adaptarse a jugar contra cualquier nivel”, afirmó Mesa, el mítico número 32 de la pelota cubana.
“Estaremos en un encuentro importante, explotando una de las vías para medirnos ante peloteros de máximo nivel. Creo que podemos llegar esa altura, solo tenemos que chocar con ellos y mientras más enfrentemos mejor será”, aseguró Guillermo Avilés, uno de los jugadores incluidos en la preselección para el pleito.
Primera bola y ¡play ball!
“Esto es lo mejor que me ha pasado en la vida, nunca pensé en regresar a mi Patria para encaramarme otra vez en el montículo, mucho menos en la apertura de un partido entre cubanos y jugadores de Grandes Ligas. Estoy satisfecho, orgulloso de esta oportunidad. No puedo decir cuál lanzamiento utilizaré”.
Con estas palabras y una sonrisa en el rostro, Luis Tiant dejó servida la escena para el lanzamiento de la primera bola en el choque entre Tampa y Cuba, suceso que protagonizó junto al también estelar Pedro Luis Lazo.
Tiant —nacido en Marianao en 1940—, ganador de 229 juegos, con 2416 ponches y efectividad de 3.30, fue uno de los íconos cubanos en Grandes Ligas durante 19 temporadas en las Mayores, en las cuales participó en tres Juegos de Estrellas y una Serie Mundial.
Como un auténtico hombre de hierro, El Tiante regresó a su tierra para encaramarse en la lomita del Coloso del Cerro. A su lado, Pedro Luis Lazo, otro gigante, el máximo ganador de juegos (257) en Series Nacionales, también tiró el primer envío de una tarde histórica.
“Lanzar la primera bola de este partido es lo máximo. Me siento muy orgulloso de estar aquí, de presenciar un juego con peloteros de Grandes Ligas, no he dejado de entrenar desde que me retiré y para mi será un recuerdo inolvidable el haber vuelto al box en una ocasión tan especial”, sentenció Lazo.
Eso dejó la escena lista para un partido entretenido, pero de pocas carreras. Con un par de batazos de James Loney, todo quedó sentenciado a favor de Tampa, cuyo pitcheo logró dominar sin demasiados sobresaltos a la artillería local, que salvó la honra por un cuadrangular de Rudy Reyes.
“Te imaginas que me den la oportunidad y pegarle un jonrón a un cerrador de la MLB. Sin embargo, con o sin jonrón no lo hicimos mal, pudimos hacer juego frente al rival y la gente disfrutó de buena pelota, eso es lo más importante”, dijo Rudy.
Y justamente, al margen del resultado, todos salieron complacidos de aquel capítulo histórico. “Es una experiencia que no se va a olvidar, un paso de avance indiscutible del deporte”, me dijo entonces Omar Linares, lo mismo que el receptor boricua de los Rays, René Rivera: “Al final hemos estado solo unas pocas horas en Cuba, pero sentimos el calor y la amistad de los hermanos cubanos. Aquí sentimos como en ningún otro lugar el sabor a béisbol, nunca lo vamos a olvidar”.
El día de Dayron Varona
“Muchas personas se han alejado por completo de su rutina diaria, pero después de ver la reunión familiar de Dayron Varona cuando llegamos a La Habana, pensamos que totalmente ha valido la pena. Es algo muy positivo”.
Con sus palabras, Kevin Cash, manager de Tampa, resumió muy bien lo que representaba para Dayron Varona regresar a su país y tener la oportunidad de jugar frente a la fanaticada de la Isla. Su inclusión en el roster fue por pedido expreso de los pesos pesados de la franquicia, pues el camagüeyano ni siquiera formaba parte del roster de 40 de los Rays.
“Los jugadores del equipo pidieron que Varona estuviera en La Habana, y ahora también han insistido que comience de titular, delante de su familia, de su gente, de todos los cubanos que lo vieron jugar”, explicó Cash, quien se comportó como un hombre de palabra y colocó al agramontino en el tope de la alineación.
Ese momento inicial fue mágico. Dayron se paró en el centro del diamante y empuñó el bate. Llevaba la camiseta de Tampa, pero en su corazón seguía representando a Cuba, su país. Muchos lo aplaudieron cuando salió al terreno, aunque creo que otros ni sabían que se trataba de un pelotero cubano.
Lo que vino después
La onda expansiva del duelo entre la selección cubana y los Rays fue inmensa. Aquel suceso consolidó las bases de las negociaciones que, casi dos años después, desembocaron en el histórico acuerdo entre la Federación Cubana de Béisbol y MLB para crear una ruta segura para normalizar el flujo de peloteros antillanos rumbo al sistema profesional de Estados Unidos.
Firmado en diciembre de 2018, ese acuerdo marcó la cumbre de las relaciones beisboleras entre ambas naciones, porque creaba un escenario seguro y justo, y abría un inmenso abanico de posibilidades, tanto para los jugadores cubanos como para las franquicias de Grandes Ligas, que podrían escoger, de primera mano, las fichas que realmente les interesaran.
“Durante años, las Grandes Ligas de Béisbol han estado buscando poner fin a la trata de jugadores de Cuba por parte de organizaciones criminales, al crear una alternativa segura y legal para que esos jugadores firmen con clubes de las Grandes Ligas. Creemos que este acuerdo logra ese objetivo y permitirá que la próxima generación de jugadores cubanos persiga su sueño sin tener que enfrentar muchas de las dificultades experimentadas por jugadores actuales y ex jugadores cubanos que han jugado en las Grandes Ligas de Béisbol”, decía sobre el acuerdo Rob Manfred, comisionado de MLB.
Por su parte, Tony Clark, presidente de la Asociación de Jugadores, manifestó su compromiso de representar a los peloteros cubanos. “Establecer un proceso legal y seguro para ingresar a nuestro sistema es el paso más importante que podemos dar para poner fin a la explotación y el peligro para los jugadores cubanos que buscan una carrera en las Grandes Ligas de Béisbol. La seguridad y el bienestar de estos jóvenes sigue siendo nuestra principal preocupación”, sentenció.
Todo parecía encaminado a culminar con la zozobra que habitualmente vivían todos los que salían de la Isla y buscaban firmar contratos profesionales en Estados Unidos. Sin embargo, solo unos meses después, en abril del 2019, la administración de Donald Trump canceló el acuerdo y abrió un nuevo período de incertidumbre que se extiende hasta nuestros días.
El gobierno de Estados Unidos se agarró de los puntos frágiles del pacto, como el hecho de que había sido negociado, en principio, bajo la administración de Obama, cuyas pautas eran cuestionadas y revertidas en la Casa Blanca.
Además, se puso en duda desde el primer momento la condición de “institución no gubernamental” de la Federación Cubana de Béisbol, la cual le permitía negociar y recibir dinero de MLB, una organización estadounidense, sin violar el embargo. Dicha línea, clave en la cancelación, podía ser desmontada sin muchos problemas a pesar de la legitimidad legal de la Federación, afiliada al Comité Olímpico Cubano y sin aparentes vínculos gubernamentales.
Y justo en esa dirección se enfocó el trabajo del Departamento del Tesoro, que en cuestión de cuatro meses logró revertir la regla de Obama que permitía la negociación y el flujo monetario entre Cuba y MLB.
Así hemos llegado al 2021. Ya Trump no está en el poder y presumiblemente, a mediano plazo, podría reactivarse el acuerdo, el cual abriría nuevamente la puerta al flujo seguro de los peloteros cubanos rumbo a Estados Unidos y frenaría el éxodo que sigue deteriorando la ya deprimida cantera del deporte nacional en Cuba.
Nota:
Las citas mencionadas corresponden a entrevistas realizadas por el autor durante el histórico juego entre los Tampa Bay Rays y el equipo Cuba, celebrado en 2016.