Poco antes de la medianoche española volvió a invadirme esa sensación de vacío que en ocasiones puede provocar una simple imagen. A mil de kilómetros de Las Tunas, con todo un océano de por medio, me golpeó otra vez el hecho de ver claros inmensos en algunos sectores de las gradas del parque “Julio Antonio Mella”, donde los Leñadores hincaban la rodilla y su dinastía sufría una estocada ante los Tigres avileños, los nuevos reyes de la selva beisbolera cubana.
Por un momento pensé que podía ser culpa del calor, de ese ardiente sol oriental de Cuba que espanta al más bravo, pero enseguida recordé cuántas veces había estado en el Mella a casi 40 grados sin poder moverme en las tribunas, porque no había espacio ni para dar un paso al costado.
De eso no hace tanto tiempo, pero a cada minuto que pasa se resienten un poco más las bases del béisbol en la isla, que corre el silencioso riesgo de dejar de interesarle a los fanáticos. No hay evidencia de más peso que los espacios vacíos en las gradas durante una final nacional.
Todas esas ideas me daban vueltas en la cabeza mientras veía por Youtube el desenlace de la Liga Élite. Son varias las páginas que transmiten los juegos por esa plataforma a las que se conectan miles de personas. Pensé entonces que muchos de los que faltaban en el Mella, muchos de los que han faltado en toda la temporada beisbolera cubana, estaban conectados en los lugares más inhóspitos del planeta, desde la siempre concurrida Miami hasta la lejana Seychelles.
Nada en Cuba escapa del fenómeno de la emigración. El béisbol, menos. En la última década, el pasatiempo nacional ha perdido en proporciones similares a peloteros y aficionados. De los primeros, pocos se plantean seriamente la opción de regresar a jugar, y de los segundos también son muy pocos los que consideran el retorno, pero en ambos casos buscan de alguna forma mantener la conexión con los diamantes de la isla.

De hecho, ver un juego de la Liga Élite por Youtube o alguna plataforma virtual a veces es más entretenido por los mensajes de los chats grupales que por las propias acciones de los partidos. Esos foros se convierten en esquinas calientes, y lo mismo aparece un “Ruge leona” que un industrialista solitario en guerra contra media humanidad porque ellos tienen 12 títulos, aunque no ganan desde hace más de 15 años.
Sentado frente a ese show, con un océano de por medio, por un instante desaparecen los mil kilómetros de distancia entre la Liga Élite, el béisbol cubano y yo.
El milagro de los Tigres
Desde el punto de vista competitivo, la tercera edición de la Liga Élite fue un fracaso de gran magnitud. No hay manera de enmascarar el desastre cualitativo, que no por esperado deja de ser alarmante. El circuito ni siquiera es atractivo por la estética y el nivel está muy por debajo de las expectativas que genera el propio nombre del torneo.
En medio de ese escenario, los Tigres avileños fueron una pequeña bocanada de aire fresco, un equipo resiliente que destrozó todos los pronósticos. En enero pasado, el mentor Danny Miranda perdió una base importante del plantel luego de que varios jugadores confirmaran su intención de no jugar más en las lides domésticas por los bajos salarios que perciben, entre ellos titulares indiscutibles como Osvaldo Vázquez, Rubén Valdez y Alexander Jiménez.
Serie Nacional: peloteros de Ciego de Ávila dejan el equipo por sus bajos salarios
“Me da mucha pena no haber seguido con los Tigres Avileños, pero me retiro del béisbol cubano por problemas salariales”, sentenció en un comentario en redes sociales Osvaldo Vázquez, el nombre más sonado de las bajas por haber integrado la selección nacional.
Para reponerse de estos agujeros, la dirección del conjunto midió con cautela cada refuerzo y le salieron a la perfección los movimientos por Frederich Cepeda, Rodolexis Moreno, Leonelkis Escalante, Yoasán Guillén, Robert Luis Delgado, Ariel Zerquera, Yankiel Mauris, Leonardo Moreira, José Grandales, José Ramón Rodríguez, Alex Guerra y, más adelante, Tailon Sánchez, Yordanis Samón y Denis Laza.
“El MVP fue todo el equipo, que es lo principal en el juego de pelota”, aseguró Cepeda tras recibir el premio de Jugador Más Valioso de la Liga. A sus 45 años, el espirituano ejerció como capitán y líder de los Tigres en el campo, justo lo que pretendía Danny Miranda cuando solicitó sus servicios como primer refuerzo.

De Cepeda a Laza, todos los que se unieron a las filas avileñas encajaron muy bien con Ronaldo Castillo, Jonathan Bridón o Fernando De La Paz, talentos locales que en un futuro muy cercano tendrán que asumir muchísimo más protagonismo cuando ya no estén los refuerzos en la 64 Serie Nacional.
De momento, los Tigres son los reyes del béisbol cubano, mérito bien ganado tras liderar la etapa regular de la III Liga Élite y arrasar después con Industriales y Las Tunas en los playoffs. Su triunfo quedará en los libros como uno de los más improbables e inesperados en la historia de los certámenes domésticos.
El futuro de la Liga Élite
Cada vez que termina un torneo beisbolero en la isla se desvía un poco la atención hacia el equipo ganador y las historias siempre llamativas de la postemporada. Sin embargo, en este caso particular no podemos obviar los agujeros de la Liga Élite y los muchos puntos que todavía puede mejorar para realmente convertirse en la lid de mayor calibre en el ámbito nacional.
Sobre el futuro del evento y los pasos que podrían darse para potenciar su nivel, conversamos con cuatro especialistas de los medios cubanos que siguieron las incidencias al pie del terreno.

Boris Luis Cabrera
La Liga Élite llegó para quedarse, pero necesita transformarse para estar a la altura de su nombre. No basta con agrupar equipos: debe ser un torneo independiente, con verdadera calidad, logística sólida y una organización profesional.
En Cuba, donde muchos talentos emigran o son contratados en ligas extranjeras, es clave crear una Liga Profesional con autonomía económica. Solo así será posible garantizar salarios dignos, retener figuras y asegurar que compitan los mejores. De lo contrario, seguirá siendo solo un complemento de la Serie Nacional, sin el prestigio que debería ostentar.
Ricardo López Hevia
Por el camino que va nuestro béisbol, la Serie Nacional quedará como un torneo Sub-23 o de desarrollo, por lo que la Liga Élite debería ser la continuidad de esta en las fechas que se juegan habitualmente las ligas invernales en el área. Pero lo más importante es que seamos capaces de visualizarla como un campeonato profesional con todos sus matices.
Los equipos deben ser franquicias y ejecutar sus proyectos de manera independiente, con patrocinio, scouting y desarrollo en las diferentes categorías en academias propias. Tenemos que olvidar el provincianismo y crear una fanaticada en base al club. De esa manera la Liga podría ser atractiva, tanto en lo deportivo como en lo económico, y con ello atraer a jugadores de otras tierras.

Duanys Hernández
Es un evento necesario; mientras más se juegue béisbol muchísimo mejor. Pero la estructura tiene que cambiar y alejarse de la Serie Nacional, no puede ser una prolongación de esta con los seis mejores equipos, eso sería desvirtuar la historia. Ahora mismo, ganó Ciego de Ávila con solo dos jugadores avileños en el lineup, y tres abridores como refuerzos de los cuatro que abrieron en la final. Aunque en unos años nadie se acordará de eso, este fue el cuarto título de los Tigres.
Además, corremos el riesgo nuevamente de que el campeón anterior no defienda su corona, porque es muy difícil que el Ciego de la venidera Serie Nacional, solo con los jugadores de su provincia y sin refuerzos, quede entre los seis primeros lugares y clasifique a la cuarta edición de la Liga Élite.
Creo firmemente que la Liga podría ser un torneo de invierno y no de verano, como en los demás países del área, para que no sufra tanto con los contratados. Por otra parte, debe ser una Liga Profesional, con incentivos de todo tipo que inviten a los jugadores a estar en el torneo.
Oscar Sánchez Serra
No se puede confundir la calidad de la Liga con el significado semántico del nombre del torneo. La Liga es “élite” porque está pensada como un evento profesional. Podría llamarse Élite, Superior o Changa Mederos, como en Puerto Rico es Roberto Clemente. Por supuesto, es tiempo de que comience a parecerse a lo que se propone en su visión, aunque nadie nace corriendo.
En el futuro esta tiene que ser una Liga que se inserte en los circuitos profesionales del Caribe, que reciba peloteros estadounidenses, españoles o marcianos, cualquiera que desee venir a jugar y reciba un pago por eso. Para lograrlo, de todo lo que falta lo primero es ubicarla bien en el calendario de la temporada.

La Liga Élite no puede estar por delante de la Serie Nacional, porque no tienes de dónde sacar peloteros. Se supone que la Nacional sea la cantera para escoger y que varios peloteros se vayan a otras provincias, como pasó ahora con Ciego, de cuya alineación titular solo dos eran avileños. Si se logra hacer este torneo de noviembre a enero habrá más posibilidades de contar con los que se fueron ahora a circuitos de verano en busca de beneficios económicos.
Por supuesto, es posible que hombres como Yoelqui Guibert, Yasmany Tomás o cualquier otro vaya a ligas invernales, pero a eso no se le puede tener miedo. Hay que hacer que la Liga sea lo más sólida posible para que la gente quiera venir o quedarse aquí.
Ahora no tuvimos un torneo de calidad, esta fue una Liga Élite que se pareció a la Serie Nacional. Supuestamente, debía tener más intensidad porque se juega menos, pero en algunos indicadores como la defensa fue todavía peor que la Serie Nacional. Entonces, a la pelota en Cuba hay que ponerle rigor en sentido general, desde un evento de mayores hasta las categorías de base. Con lo que tenemos —que no es mucho— tienen que creerse que están en una Serie Mundial, y eso lleva uniformidad, que no haya personas ajenas a los equipos en dugout y que los estadios tengan pizarra, no como pasó ahora en Las Tunas, que ni siquiera había una manual y hasta los peloteros preguntaban cuál era el conteo.