Cuando se habla de los orígenes de la participación cubana en el béisbol de Estados Unidos la referencia a Esteban Bellán es obligatoria. En 1871, justo en la temporada de fundación de la National Association, el habanero debutó en el circuito y se convirtió en el primer latino en un torneo profesional en el país norteño. Jugó tres campañas, dos con los Troy Haymakers y una con los New York Mutuals, antes de regresar definitivamente a su tierra natal.
Bellán había llegado a Estados Unidos desde 1863 junto a su hermano Domingo, y ambos comenzaron a estudiar en la preparatoria de St. John’s, un colegio jesuita ubicado en el Bronx, New York. Probablemente allí descubrió el béisbol, el deporte que después marcaría los destinos de su vida y de toda una nación.
Esteban jugó con el equipo de su colegio por dos años, hasta que dejó la escuela y se unió al Unions of Morrisania, un club de la National Association of Base Ball Players. Después pasó por el Unions of Lansingburgh (posteriormente conocidos como Haymakers) y vivió su debut profesional el 9 de mayo de 1871. Su carrera a ese nivel fue corta, pero dejó su huella.
Según su perfil en Society for American Baseball Research (SABR, por sus siglas en inglés), Bellán fue apodado el “Sílfide Cubano” por su elegante desempeño en el cuadro. En una época en que se jugaba sin guantes, el capitalino destacó por sus manos seguras y su capacidad para detener los batazos más duros en la tercera almohadilla.
“Steve tiene coraje y actividad, ata las mejores líneas y rodados y es un lanzador preciso a las bases”, publicó el Troy Daily Whig sobre Bellán. Contrario a este reporte, el New York Clipper lo describió como un jugador de tiros erráticos a las bases, aunque resaltó su velocidad en el corrido de bases: “el más rápido entre sus compañeros”.
Si bien Bellán fue lo suficientemente bueno para jugar al nivel de la National Association, su periplo por ese circuito duró solo tres temporadas y entonces regresó a Cuba, donde es considerado uno de los pioneros en la práctica organizada del béisbol junto a Emilio Sabourín y los hermanos Nemesio y Ernesto Guilló.
Su impacto en la organización y ampliación de la práctica del deporte de las bolas y los strikes es innegable. Bellán acercó a la gente al juego de pelota, que poco a poco se masificó hasta convertirse en una pasión entre los habitantes de la isla.
Desde su irrupción como profesional en 1871 hasta nuestros días han pasado ya casi 153 años, lapso en el que los cubanos han construido un fabuloso legado en las Ligas Mayores. Muy fuerte han sonado los nombres de Martín Dihigo, José de la Caridad Méndez, Cristóbal Torriente, Adolfo Luque, Conrado Marrero, Orestes Miñoso, Camilo Pascual, Pedro Ramos, Tony Oliva, Zoilo Versalles, Bert Campaneris, Luis Tiant, Mike Cuéllar, Tany Pérez, José Canseco, Rafael Palmeiro, los hermanos Liván y Orlando Hernández, Kendrys Morales, Aroldis Chapman, José “Delfín” Fernández, Yoenis Céspedes, José “Pito” Abreu, Yulieski Gurriel, Randy Arozarena, Jorge Soler, Yandy Díaz, Yordan Álvarez o Adolis García, quienes han impactado en diferentes períodos.
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El último en sumar su nombre a la larga lista de cubanos en MLB ha sido el lanzador camagüeyano Yariel Rodríguez, primer antillano con una apertura en la historia de los Blue Jays. “El Gallero de San Serapio” debutó este sábado con la camiseta de Toronto ante más de 31 mil fanáticos en el Rogers Centre de la urbe canadiense. Con su dorsal 29, el mismo que vistió en las Series Nacionales y el equipo Cuba, el derecho se encaramó en la lomita y dio otra demostración de poder del béisbol antillano.
“Fue muy emotivo. Estuve esperando este momento toda mi vida. Muchos sacrificios, mucho trabajo duro. Fue muy, muy emotivo. Este es el mejor béisbol del mundo”, dijo Yariel tras un encuentro en el que solo permitió una carrera en 3.2 innings de labor y retiró a seis contrarios por la vía de los strikes, apoyado mayormente en su recta “pesada”, que se acercó a las 98 millas, y una slider cortante que provocó siete suines al aire de sus oponentes.
En la historia de Grandes Ligas, solo cinco serpentineros cubanos habían conseguido al menos media docena de ponches en su estreno: René Monteagudo (nueve en 1938), Luis Tiant (11 en 1964), Rolando Arrojo (seis en 1998), Orlando “El Duque” Hernández (siete en 1998) y José “Delfín” Fernández (ocho en 2013). Yariel se suma a este selecto club y se reafirma como la gran promesa del picheo antillano en MLB.
“No tiene miedo. Cada vez que llegas a este lugar de la forma en que él llegó, con las cosas por las que ha pasado, no tienes mucho miedo. Eso es bueno. Hace muchas cosas muy bien. Él controla los corredores, defiende su posición y tiene todas las cosas que buscas en el paquete de un lanzador. Tiene una buena presencia. Me gusta”, aseguró John Schneider, mánager de los Blue Jays, para reafirmar las buenas sensaciones que despierta el tirador agramontino.
Con Yariel Rodríguez ya son 386 los cubanos que han desfilado por las Ligas Mayores. Entre el lanzador camagüeyano y Esteban Bellán hay 153 años de historias en el principal circuito beisbolero a nivel mundial. OnCuba intentará descubrir semanalmente durante la presente temporada, a través de la sección “El primero y el último”, que hoy estrenamos, todos los secretos de la participación antillana en cada franquicia de Grandes Ligas.
Será un viaje largo, en el que contaremos las hazañas, los triunfos, las derrotas, los sinsabores, las decepciones, los récords, las marcas y las curiosidades de toda la armada cubana en un circuito donde se ha hecho sentir.