En medio de los alumbrones y las increíbles facilidades para (des)conectarse, seguir el béisbol de Grandes Ligas en Cuba se ha convertido en un privilegio del que muchos seguidores del deporte de las bolas y los strikes ha decido prescindir. La misión puede ser imposible hasta para un padre que, en los últimos nueve años, solo ha estado cara a cara con su hijo una vez y ahora se le hace cada vez más difícil acortar esa distancia viéndolo jugar en la mejor pelota del mundo.
Esa es la historia de la familia de Andy Pagés, que desde Pinar del Río sigue a duras penas al chico de 24 años. “Por la situación de la electricidad en Cuba, en ocasiones pasamos una semana sin poder hablar”, relató recientemente el jugador de los Dodgers, quien ha hecho suficiente ruido para que su nombre traspase cualquier frontera y llegue hasta Arroyos de Mantua.
Allí saben que Pagés es el cubano más destacado en Las Mayores durante la actual temporada según el criterio casi unánime de especialistas y aficionados. Su rendimiento ha sido espectacular, al punto de que en 70 partidos ya ha superado sus acumulados de todo el 2024 (117 juegos) en departamentos claves como jonrones e impulsadas.
El guardabosques de los Dodgers ha sido una de las grandes revelaciones de la campaña y quizá no exista evidencia más ilustrativa que la atención mediática que ahora recibe de la prensa en Los Ángeles. El pasado lunes, por ejemplo, cuando todo giraba alrededor de la primera apertura de Shohei Ohtani en 22 meses, el comentarista de Spectrum SportsNet, Jerry Hairston Jr., dedicó varios pasajes a elogiar al cubano y a pedir un voto para él de cara al Juego de Estrellas.
Ese es el efecto que ha generado Pagés en un escenario donde, a priori, no debería tener tanto protagonismo por la presencia de grandes estrellas como Ohtani, Mookie Betts, Freddie Freeman, Teoscar Hernández, Will Smith o Yoshinobu Yamamoto, en quienes los Dodgers han invertido millones de dólares. De hecho, el contraste en la parcela salarial con el cubano es abismal, porque ahora mismo cobra el sueldo mínimo (770 mil dólares) de MLB.
Contrario a lo que muchos pueden pensar, Pagés no es millonario. En 2018, poco después de salir de Cuba siendo un adolescente, logró un bono de 300 mil dólares durante el período de firmas internacionales en que los Dodgers también contrataron a Miguel Antonio Vargas. En aquel momento, nadie podía imaginar la explosión del pinareño, quien ni siquiera tenía una posición clara en el campo.
“El bate de Pagés es su mejor herramienta. Tiene un swing eficiente y buena coordinación ojo-mano, lo que le permite tener una alta tasa de contacto con potencia promedio. Es un corredor por debajo del promedio y de complexión robusta. Aún se está posicionando, jugando en tercera base y en las esquinas de los jardines”, decía el sitio especializado Baseball America en su reporte de scouting sobre el vueltabajero.
Desde entonces, no solo se ha confirmado su calidad como bateador, también se ha consolidado como un defensor de élite en los jardines, con los mejores indicadores avanzados de 2025 en términos de prevención de carreras gracias a su desplazamiento y la potencia y precisión de su brazo.
Nunca provoques a un cubano…
A finales de abril, Andy Pagés mandó un llamado de atención a todos los fanáticos del béisbol cubano. En la serie contra los Pittsburgh Pirates, el pinareño pegó diez jits en 12 turnos oficiales y redondeó una semana en la que fue elegido, junto al venezolano Eugenio Suárez, como los jugadores más destacados de la Liga Nacional.
Cuatro jonrones, nueve empujadas, igual cantidad de anotadas, 18 imparables, siete extrabases y OPS de 1.571 fueron los números del antillano entre el 22 y el 30 de abril, cuando se produjo su verdadero despertar en los diamantes de Grandes Ligas. En cuestión de ocho partidos, borró su pésimo arranque (OPS de .544 en 20 choques) y sembró la duda entre los especialista sobre si ese despertar se trataba solo de una buena racha o de un rendimiento más constante.

El tiempo ha dicho la última palabra. Casi dos meses después, Pagés es el segundo pelotero de los Dodgers con más empujadas (49) y jonrones (15) y el cuarto en extrabases (27) y OPS (.845). Por si fuera poco, su average con hombres en posición anotadora (.388) es el quinto más alto de todas las Grandes Ligas entre los jugadores con al menos 70 comparecencias al plato.
Justamente, uno de sus batazos más importantes del año hasta el momento con hombres en posición anotadora llegó el pasado domingo contra los Giants, el rival por excelencia de los Dodgers. Con corredores en tercera y segunda, dos outs y su equipo perdiendo 3-2, el pinareño despachó un cuadrangular que cambió los destinos del encuentro, a la postre saldado con triunfo de los angelinos.
El batazo tuvo un importante valor sentimental para Andy, que se lo dedicó a su progenitor en el Día de los Padres. “Gracias a él estoy jugando béisbol, es quien siempre me impulsó. Llevó mucho tiempo sin verlo, se siente un poco mal a veces, pero yo debo seguir adelante. El jonrón es para él, que llevo tiempo sin verlo”, aseguró el patrullero de los Dodgers.
La mejor noticia es que Andy, incluso después de lograr una conexión importante, mantiene a tope la motivación, sin relajarse, sin pensar que ya ha conquistado el mundo. Su enfoque y la confianza en sus herramientas han sido, quizás, las armas más letales de su temporada. Por ello no extraña que después del regalo del Día de los Padres, siguiera callando bocas de quienes lo han menospreciado.
Este lunes, por ejemplo, anotó dos carreras y pegó un doble que sirvió de detonante en la remontada de los Dodgers contra San Diego, el otro gran rival en el oeste de la Liga Nacional. En ese encuentro también reclamó al lanzador Dylan Cease por pegarle un pelotazo, reacción que los Padres no se la tomaron de la mejor manera y lo convirtieron en blanco de ataques.
“Quién c… piensas que eres?”, le gritó desde el dugout Mike Shildt, manager de los Padres, secundado luego por Manny Machado, quien aseguró que si querían golpear a un jugador de los Dodgers definitivamente apuntarían a una de las estrellas, no a Pagés.
“Vi el video en la mañana y obviamente no presté demasiada atención. Dejé atrás el partido de ayer y me concentré en el de hoy”, aseguró el cubano a los medios. Y así, en silencio, respondió en el diamante con uno de sus mejores choques desde que debutó en Grandes Ligas. Cuatro cohetes, dos jonrones, tres remolques e igual cantidad de anotadas fue el saldo perfecto de Pagés ante la enmudecida banca de San Diego.