Michel Enríquez: “Omar Linares es el pelotero más grande que ha dado Cuba”

El “Súper 12” de los Piratas pineros, líder histórico en dobles de la pelota antillana y dueño del récord de jits para una temporada, repasa en OnCuba algunos pasajes de su carrera.

La Isla de la Juventud tuvo en Michel Enríquez a un pelotero entregado y comprometido. Foto: Ricardo López Hevia.

Isla de la Juventud tuvo en Michel Enríquez a un pelotero entregado y comprometido. Foto: Ricardo López Hevia.

Michel Enríquez Tamayo (Nueva Gerona, 1979) es un hombre de ley. Durante dos décadas ha sido la estrella indiscutible del béisbol en su adorada Isla de la Juventud y una de las máximas referencias de la selección nacional, además de ser considerado en toda Cuba como un pelotero respetuoso, disciplinado y abnegado.

Contrario a otros jugadores brillantes que no son siempre admirados, el “Súper 12” de los Piratas pineros genera consenso y casi todos lo valoran por su calidad y entrega, aspectos que le permitieron mantenerse durante más de una década en el equipo Cuba y contribuir al despegue definitivo de Isla de la Juventud, que ha tenido sus mejores resultados desde 1998 hasta la fecha.

No obstante, siempre quedará alguien que no simpatice y le señale su agresión al árbitro José Pérez Julién en el 2006 —le valió una dura sanción—, o la gestión individual de un contrato en el extranjero al final de su carrera, por lo que las autoridades también decidieron castigarlo.

Michel Enríquez fue durante más de 10 años un pilar en los equipos nacionales. Foto: Ricardo López Hevia.

“Por poco no lo dejan pisar nunca más un terreno en su país. Eso es un crimen con Michel Enríquez, que lo ha dado todo por Cuba y está dispuesto a seguir”, me dijo un aficionado en Nueva Gerona en el 2017, momento en que se desató una feroz presión popular para que el pinero fuera readmitido en el campeonato.

Michel recuerda cada uno de esos episodios, no reniega de ellos, reconoce cualquier error que pudo cometer, pero prefiere no remover en exceso esos capítulos oscuros. Para el pinero, lo mejor es mirar adelante, justo lo que hizo en aquel trágico 2017, cuando, después de perder a su madre y casi quedarse fuera del campeonato, regresó por todo lo alto y rompió la barrera de los 2000 jits.

“Eso tengo que agradecérselo a mi familia y a la afición, porque yo casi renuncio a jugar. Por suerte lucharon conmigo, me animaron y me dieron fuerzas. Por eso yo digo que la afición es lo más grande, en particular la gente de la Isla, empezando por los que llenan el Labra, los entrenadores y mis compañeros. Isla de la Juventud es todo, es mi vida, es mi madre, es mi padre, es mi familia…”, afirma el pinero en diálogo exclusivo con OnCuba.

Michel, ya retirado del deporte activo, ha pasado el confinamiento como casi todos, resguardado en casa, cumpliendo solo con algunas tareas vinculadas a sus proyectos de desarrollo local en la Isla de la Juventud. Fuera de eso, ha podido recordar tiempos gloriosos a través de los pocos partidos internacionales que ha transmitido la televisión desde que inició la pandemia en Cuba.

“He visto algunos juegos que significan mucho para mí y para el pueblo de Cuba. Esos partidos son importantes para que las nuevas generaciones vean no solo a Michel, sino a Linares, Kindelán, Pacheco, Germán y muchos otros peloteros de tremenda calidad, que dieron mucho por nuestro béisbol.

Pero tienen que poner más, acudir a la historia completa, repasarla, en aras de que reviva el amor y el sentimiento de la afición por nuestro deporte nacional”, asegura Michel, quien accedió a conversar sobre su vida en los diamantes.

En una carrera tan larga y exitosa, ¿qué momentos te han marcado?

Hay muchos pequeños instantes que a uno no se le borran, y puede ser lo mismo un batazo que un fildeo. Por ejemplo, siempre tendré presente mi jit 2000, que lo di con la camiseta de Pinar del Río, como refuerzo, o el partido en que el pegué tres jonrones contra Las Tunas, algo que ningún jugador de la Isla había logrado con bate de madera.

Michel Enríquez pegó su jit 2000 con la casaca de Pinar del Río. Foto: Ricardo López Hevia.

También recuerdo la temporada del récord de 152 jits en 1999. El último batazo del año fue un doble y rompí también la marca de tubeyes con 35… Aquello fue tremendo, emocionante, imagínate, en mi segunda campaña, que se supone es la más difícil para los jugadores. Yo doy gracias por haber estado saludable durante toda la Serie.

Ya han pasado 20 años y el récord de jits sigue vivo, pero en algún momento alguien me va a pasar por el lado. Yo se lo rompí a Wilfredo Sánchez después de 30 años, así que es cuestión de tiempo. Además, no me preocupa. Cuando lo rompan, solo voy a aplaudir y admirar al que lo haga, porque se requiere de mucha dedicación y calidad.

Podría decirte miles de instantes inolvidables, porque todos tienen gran valor para mí, pero lo más importante de mi carrera fue el título olímpico de Atenas 2004 y la actuación en el Clásico Mundial del 2006. De las Olimpiadas no hay mucho que decir; es el evento más trascendental en la vida de un atleta, máxime cuando logras llegar a la final y ganar. Esa medalla la tengo en lo más alto.

Más o menos al mismo nivel está la plata en el Primer Clásico Mundial, donde se nos dio la oportunidad de medirnos ante varios de los mejores peloteros profesionales del mundo. Esa experiencia la tengo siempre presente.

Otros momentos muy gratos en mi carrera fueron el debut con la selección nacional en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999, donde ganamos el oro y el pase a la Olimpiada de Sydney, y el juego histórico contra los Orioles en Baltimore. Allí no jugué, pero sí estuve en la delegación y disfruté con la victoria.

En el Mundial del 2001, en Taipei de China, te tocó sustituir a Omar Linares, que se había lesionado. ¿Qué peso tuvo ese momento y cómo lo recuerdas?

Primero, creo que sustituir a Linares es imposible. Omar Linares es el pelotero más grande que ha dado Cuba, con el respeto a otros grandes que no pude ver. No se trata solo de números, sino de su capacidad para brillar en cualquier faceta del juego. A Linares lo vi desde que yo era un niño, y después tuve la posibilidad compartir equipo con él. Esa es una de las cosas más espectaculares que me han pasado en mi carrera.

Michel Enríquez fue un puntal del equipo Cuba durante más de diez años. Foto: Ricardo López Hevia.
Michel Enríquez fue un puntal del equipo Cuba durante más de 10 años. Foto: Ricardo López Hevia.

Pero esa oportunidad me la tuve que ir ganando poco a poco, escalonadamente. Debo agradecer en particular a Miguel Valdés, quien era el jefe técnico del equipo Cuba en ese Mundial del 2001 que me mencionas. Él me dio toda la confianza después de que “El Niño” se viró el tobillo y se hizo un esguince. Me dejaron jugar y lo hice bien.

Ya para el pase contra los japoneses y la final contra los americanos, Linares estaba listo, pero Miguelito le dijo a Higinio Vélez, que era el director: “Michel se queda. Si le dimos la oportunidad y cumplió, ahora tiene que mantenerse”.

Nadie me lo contó, lo escuché yo mismo antes de aquellos partidos. Eso me dejó marcado, la confianza que siempre tuvo en mí. Por ello, traté de no hacerlo quedar mal con Miguelito ni con Linares, porque al final estaba ocupando su puesto y quería al menos acercarme a su nivel.

Tuviste la oportunidad de tomar el relevo de Omar Linares en la selección nacional, pero también jugaste con Yulieski Gurriel, para muchos el mejor pelotero cubano de este siglo. ¿Qué criterios tienes de él?

Siempre he tenido un mismo criterio sobre Yulieski desde que lo conocí. Tuvimos la posibilidad de jugar juntos en Series Nacionales y en el equipo Cuba, compartimos muchos momentos unidos. Es un pelotero excepcional, sus números lo demuestran, tanto por lo que hizo aquí como por lo que ha logrado en Grandes Ligas.

Mucha gente lo compara con Linares, pero a mí no me gusta hacerlo. “El Niño” no llegó a MLB; tuvo la oportunidad, pero no la tomó, y Yulieski sí. Igual, creo que si hubiera jugado allá, hubiera sido un fenómeno. Por otra parte, Yuli ha logrado todos sus números solo con bate de madera y Linares vivió una época larga con aluminio. Por eso prefiero dejarlos como dos grandes peloteros.

Ya que hablas de comparaciones, esa práctica se ha vuelto habitual entre los aficionados y parte de la prensa cubana, incluso con peloteros de distintas épocas. ¿Crees que esto sea positivo?

Las comparaciones son buenas cuando se hacen con ánimo constructivo, no con el deseo de crear problemas, divisiones o tirantez. Muchas veces la gente compara con mala intención, para destruir a determinado jugador que no es de su preferencia. En ese sentido, creo que los periodistas deben aportar datos a los aficionados y fomentar debates serios y sanos.

Siempre que se haga con esa intención, las comparaciones van a ser positivas. Además, creo que ayudaría a darnos cuenta de la cantidad de peloteros estelares que hemos tenido en todas las posiciones porque, para comparar, hace falta más de un jugador y nosotros tenemos un montón.

¿Cuánto ha aportado a Michel Enríquez la experiencia profesional en México?

He tenido la posibilidad de trabajar allá con las Águilas de Mexicali en el invierno y con los Algodoneros en el verano. Es un sacrificio estar lejos de nuestra familia, pero todo es retribuido con lo que se aprende, las relaciones que se hacen y la posibilidad de transmitirles a los atletas y entrenadores cubanos cómo está funcionando el béisbol internacional.

Cada vez que regreso, trato de hablarles de distintos temas que acá se conocen poco. Yo lo hago en la Isla, pero sería bueno tratar de sacarles el máximo a todos esos atletas contratados que tenemos en la actualidad. Hay que preguntarles por cuestiones del juego, las tendencias modernas, las experiencias que han tenido, cómo han resuelto diversas situaciones…

El “Súper 12” pinero ha estado siempre dispuesto a enseñar y dar consejos a las nuevas generaciones. Foto: Ricardo López Hevia.

Si estudiamos las vivencias que ellos traen desde torneos de mayor nivel, de seguro nos van a servir para mejorar como país, como equipo nacional. Lo necesitamos con urgencia.

A mí no me gusta que nuestra selección pierda en eventos internacionales, pero si queremos cambiar esa realidad, no podemos creernos que nos las sabemos todas. Hay que ponerse a tono con los métodos de entrenamiento que se están aplicando en el béisbol moderno, entender cómo están funcionando las cosas ahora y abrirnos al aprendizaje de lo que hacen otros.

No digo que tengamos que hacer lo mismo de afuera, pero sí debemos fijarnos en muchos de los detalles positivos que hay fuera y adaptarlos a nuestra realidad, a nuestras preparaciones.

¿Cuánto peso han tenido en tu carrera los nombres de José Luis Rodríguez Pantoja y Armando Jhonson?

José Luis fue mi segundo entrenador, el primero cuando entré en la secundaria. Tengo muchos recuerdos de aquellos inicios, pero no olvidaré nunca que me enseñó a ser educado, respetuoso y a sacrificarme en todo momento. Sus consejos quedaron marcados en mi persona, al igual que los de Rodolfo Crash, el hombre que me “descubrió”.

De Pantoja debo decir también que propició mi primera participación con el equipo nacional, cuando tenía solo 15 años. Había un evento internacional en Sancti Spiritus y ya el equipo, dirigido por Miguel Borroto, estaba prácticamente hecho, pero Pantoja presionó por mi rendimiento y al final me incluyeron.

Y de “Mandy” Jhonson qué te puedo decir. Él es como un padre para mí, estuvimos juntos en la Isla durante casi 20 años, peleando por sacar adelante el equipo y creo que logramos grandes cosas. Es una persona excepcional, humanamente no hay mejor que él y José Luis, la verdad.

¿Te visualizas como director?

Sí, me visualizo. Es un compromiso que tengo con las autoridades y con la afición de la Isla de la Juventud. No va a ser ahora mismo, pero sí un poco más adelante. Es algo que voy a cumplir, porque me gusta, pero debo seguir preparándome un poco más. A eso estoy dedicando el tiempo en México: a mirar, a observar, a interpretar estrategias, aunque en el béisbol ese tiene que ser un proceso constante, nunca lo vas a saber todo.

Yo no quiero llegar a dirigir de fly, como se dice. Quiero aprender poco más de otras personas con más experiencia y, cuando me sienta listo, daré el paso. De momento, creo que Isla de la Juventud está en buenas manos y tengo margen para hacer todo con calma.

Sabemos que estás vinculado a varios proyectos de desarrollo local en la Isla. ¿Qué valor tiene para ti este trabajo?

La Isla ha sido todo para mí, ya te lo he dicho. Aquí he pasado los mejores momentos de mi vida y he sentido el amor incondicional de miles de personas. Cuando estaba en el terreno, podía hacer feliz a la gente con mi rendimiento, pero ahora que ya no juego, quiero seguir aportando al territorio.

Por eso he estado trabajando en tratar de recuperar los campos de beisbol acá, arreglarlos, hablar con las autoridades para buscar apoyo. Por suerte el béisbol tiene mucho apoyo, no solo del INDER, el Gobierno o el Partido, sino de todas las empresas, desde la Pesca y la Cerámica hasta la Constructora. Todos se han involucrado junto a Michel en esta faena de recuperar la mayor cantidad de estadios posibles.

Algunos contribuyen con maquinarias, mallas, tubos, pedazos de cercas, cualquier cosa que pueda servir para mejorar las condiciones de los parques y poner a disposición de los niños y los jóvenes espacios para jugar pelota. Nuestro territorio, que es pequeño y con poca gente, necesita esa masividad; así podemos ayudar a Cuba.

Desde el punto de vista individual, esta también es una manera de retribuirle a Isla de la Juventud por todo lo que me ha dado. Es una manera también de honrar la educación que me dieron mis padres, que me enseñaron a ser agradecido.

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