Un total de 28 peloteros cubanos han inscrito su nombre en la presente temporada de Grandes Ligas, a solo dos del récord antillano de más jugadores en una misma campaña. Con cuatro meses por delante en el calendario, este es un dato alentador que nos permite soñar con imponer una nueva marca en el mejor béisbol del mundo.
Andy Pagés, Miguel Vargas, Randy Arozarena y Yandy Díaz se han robado la mayoría de los titulares positivos de la armada caribeña en el bateo, mientras Yariel Rodríguez, Aroldis Chapman, Daysbel Hernández y Adrián Morejón han sido los más efectivos de los lanzadores, cada uno de ellos en el rol de relevista.
Sin embargo, también hay historias no tan positivas. A Yulieski Gurriel, por ejemplo, no le fue bien en su aventura con San Diego, y otras figuras establecidas como Adolis García, Andy Ibáñez o Yennier Cano han tenido un inicio lento. Igualmente, Dairon Blanco, Néstor Cortés, Yoan Moncada y Yordan Álvarez ha sufrido el trago amargo de las lesiones y se han perdido mucho tiempo de juego.
Al margen de estos casos, en OnCuba evaluamos el desempeño de tres jugadores que hasta ahora están por debajo de sus posibilidades.
Raisel Iglesias
El cerrador de los Braves enfrentó a 259 bateadores en 2024 y solo le conectaron cuatro vuelacercas. Un año antes se las vio ante 231 rivales y le pegaron cuatro batazos más allá de los límites. Si sumamos esas dos campañas, Iglesias tuvo un notable promedio de 0.8 jonrones permitidos por cada nueve entradas, cifra que lo ubicó entre los mejores 35 relevistas de Grandes Ligas con al menos 100 salidas al centro del diamante.
Sin embargo, eso ha cambiado radicalmente en el presente curso. Aunque solo se ha enfrentado a 95 bateadores, Raisel ha permitido ya siete cuadrangulares, para una altísima tasa de 2.8 por juego. Como consecuencia, su promedio de carreras limpias se ha disparado a 5.64, por mucho el peor de su trayectoria desde que debutó en Las Mayores en 2015.
Y los males no se limitan solo a los jonrones, en sentido general el cubano ha sido menos dominante, con una horrible media de 10.1 imparables concedidos por cada nueve entradas. Los rivales exhiben contra Iglesias una línea ofensiva (Average/Promedio de embasado/Slugging/OPS) de .278/.316/.578/.894, guarismos insostenibles para un relevista que habitualmente viene a lanzar con muy poca diferencia en el marcador.
La clave de los problemas de Iglesias ha estado, fundamentalmente, con su slider, un arma que por lo general le había dado buenos resultados. Por ejemplo, en 2024 utilizó ese picheo el 20.7 % del tiempo y los contrarios le promediaron .163, con slugging de .279. En 2023, aunque dependió menos de ese lanzamiento (15.4 %), fue todavía más dominante (.056 de average y slugging de .156).
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Si vamos a los resultados de 2025 notamos una diferencia sustancial. La slider de Iglesias ha perdido todo el efecto y los rivales le batean .583 con un aparatoso slugging de 1.833, pues cinco de los siete jonrones que ha permitido han sido contra ese lanzamiento. Tan crítico es el caso que Brian Snitker, mánager de Atlanta, ha dicho que el cubano debe hacer ajustes o eliminar definitivamente la slider de su arsenal.
A pesar del bache, Raisel no ha perdido su puesto como cerrador de los Braves (suma ocho salvados y ha escalado al puesto 43 en el listado histórico) y pesos pesados de la franquicia piden confianza. Tal es el caso de Chipper Jones, quien aseguró que el cubano es un crack: “No dudo en ponerlo en el campo en cualquier situación de alta presión. Lo ha demostrado. Este juego tiene sus altibajos. ¿Quieres ganar en abril y mayo? ¿O prefieres jugar con tu mejor nivel en septiembre y octubre?”.
Cionel Pérez
Hablando de lanzadores cubanos en Grandes Ligas y de jonrones permitidos, el zurdo Cionel Pérez escribió una historia impresionante desde junio de 2023 hasta finales de marzo de 2025, lapso en el que eslabonó una racha de 104 partidos sin que le sacaran la pelota del parque. No obstante, la cadena se rompió tan pronto como en su segunda presentación del actual curso, quizás un presagio de lo que sería el año para el matancero.
El apagafuegos de los Orioles no pudo poner los pies en el suelo y, tras 19 salidas con efectividad de 8.31, fue designado para asignación, colocado en la lista de waivers y posteriormente enviado a Ligas Menores, donde todavía no ha trabajado.
En honor a la verdad, el camino de Cionel se torció por completo. El yumurino había tenido problemas de control en el pasado, pero salió de muchos aprietos gracias a su capacidad para sacar outs importantes en situaciones límite. Este año, mientras sus deficiencias de comando se hacían cada vez más evidentes (tasa de 7.5 boletos por cada nueve entradas), también fue bateado con libertad.
En 19 partidos y 110 comparecencias al plato, los rivales le batearon .322/.444/.494/.939 con nueve extrabases, incluidos tres vuelacercas. El promedio de velocidad de salida de los batazos en su contra aumentó hasta 90.6 millas (el valor más alto en su carrera desde 2019) y el 44.9 % de esas conexiones fueron consideradas Hard Hit (95 millas o más de velocidad de salida).
Sin efectividad con su recta de cuatro costuras por enésima campaña, el zurdo dependió mucho más de su sinker y tampoco le fue bien, quizás porque la velocidad promedio de esa arma cayó por debajo de las 96 millas por primera vez desde que comenzó a utilizarla en 2022.
Ahora le toca al caribeño volver a escalar desde abajo, uno de los retos más difíciles en el béisbol profesional.
Luis Robert Jr.
Si miramos los líderes ofensivos de Grandes Ligas, el cubano Luis Robert Jr. aparece el frente de los robadores con 21 estafas, cifra que supera los totales de la mayoría de sus campañas anteriores y todavía queda media temporada por completar. A este ritmo, el avileño podría rondar los 60 robos, destrozando su récord (23) impuesto el pasado año.
Sin embargo, la campaña del jardinero de los Chicago White Sox va quedando muy por debajo de las expectativas. Su OPS de .553 es el tercero más bajo de Las Mayores entre todos los jardineros que califican para el título de bateo, solo por delante de Michael Massey (.486) y Luis Rengifo (518). Además, suma solo 11 extrabases, la tercera menor cantidad de la Liga Americana.
Como consecuencia, sus números generales han experimentado una caída muy preocupante: average ofensivo de .177, promedio de embasado de .266 y slugging de .286. Este rendimiento no se corresponde con su sueldo de 15 millones de dólares, ni tampoco con la responsabilidad de ser la máxima estrella de la franquicia del sur de Chicago.
Desde el pasado año, Robert viene mandando señales preocupantes madero en ristre. Si sumamos su desempeño en estos dos cursos, su OPS es de .623, con solo 19 jonrones y 55 impulsadas en 155 partidos. Muy lejos queda esa versión de 30 vuelacercas y OPS+ de 130 que lo llevó al Juego de Estrellas y a ganar el Bate de Plata en 2022.
Tras ese curso, algo que se quebró para el antillano, quien obviamente ha desaparecido de las listas de deseo de los principales equipos para obtenerlo por la vía de los cambios, una posibilidad cantada ahora que los White Sox están en pleno proceso de reconstrucción. Le toca a Robert hacer los ajustes y sacar a relucir las herramientas que un día lo ubicaron como una potencial estrella de MLB.