Durante décadas, los equipos campeones en Estados Unidos han visitado la Casa Blanca, en un momento de ritual y tradición. La excelencia deportiva se premia, bromas tontas se escuchan y el presidente de turno recibe una camiseta con su nombre.
Bajo el presidente Donald Trump, no obstante, las visitas se han politizado, con protestas de deportistas y, en el caso de los Medias Rojas de Boston, generando preguntas sobre las divisiones raciales.
Los Medias Rojas, que ganaron la Serie Mundial en octubre pasado, visitaron la Casa Blanca el jueves. El manager Alex Cora anunció la semana pasada que no iba a asistir, mencionado su exasperación con las gestiones del gobierno para ayudar a su natal Puerto Rico a recuperarse de un devastador huracán. Casi una docena de jugadores, incluyendo a Mookie Betts (el reinante Jugador Más Valioso de la Liga Americana), dijeron que tampoco asistirían a la ceremonia.
Todos los peloteros que decidieron no acudir a la Casa Blanca son jugadores de color. Todos los jugadores blancos –incluido J.D. Martínez, de raíces cubanas– sí asistieron.
Los Medias Rojas resaltaron en una conferencia de prensa que su camerino no se ha visto dividido por el asunto: ningún jugador se vio presionado para asistir y aquellos que decidieron ausentarse no resienten a quienes estrecharon la mano de Trump durante una ceremonia bajo la lluvia, en la que no hubo momentos visibles de discordia.
El lanzador venezolano Eduardo Rodríguez ofreció su perspectiva antes del partido del equipo el miércoles en Baltimore: “Para mí, no es importante. Es tu decisión. Toma una decisión. La respetaré. Si quieres ir o no, es tu decisión”.
La disparidad racial entre los jugadores que visitaron la Casa Blanca y los que se quedaron recibió atención después de un tuit del lanzador David Price, un afro-estadounidense que dijo que no asistiría. Price retuiteó al columnista deportivo de Boston Steve Buckley, que había apuntado: “Básicamente, son los Medias Blancas quienes irán”.
Price, que tiene casi 1,8 millones de seguidores en Twitter, añadió: “Yo sentí que más de 38 000 personas debían ver este tuit”, en referencia al número de seguidores de Buckley en Twitter.
Aunque el retuit desató conjeturas de que Price estaba furioso con los jugadores que asistirían, el lanzador dijo más tarde que estaba llamando la atención a la observación de Buckley, diciéndole al Boston Globe que el mensaje del columnista “fue un tuit insensible que tenía que ser visto por más personas”.
I just feel like more than 38k should see this tweet… https://t.co/BtbK0DNPQc
— David Price (@DAVIDprice24) May 6, 2019
Durante el acto en el Prado sur de la Casa Blanca, tocó una banda de los infantes de marina. Entre las melodías elegidas figuraron “Dirty Water” y “Sweet Caroline”, dos himnos no oficiales de los Medias Rojas.
Se escuchó un insulto a los archirrivales de Boston, los Yankees de Nueva York. Trump recibió un jersey de los Medias Rojas, que llevaba en el dorsal el número 18, por el año de la coronación más reciente.
Trump rio cuando Martínez le reprochó ser un fanático de los Yankees, y elogió el camino que siguieron los Medias Rojas a ese título. “Francamente, lucieron imparables, lo vi”, dijo el mandatario, quien destacó que el equipo ha ganado más títulos de la Serie Mundial que ningún otro en el siglo XXI.
El entrenador de un equipo campeón raramente se pierde la visita a la Casa Blanca, una tradición que comenzó en 1924 cuando el entonces presidente Calvin Coolidge invitó a los Senadores de Washington. Cora había ponderado asistir al evento en la Casa Blanca el jueves para llamar la atención a los sufrimientos de Puerto Rico, donde se estima que el huracán María causó casi 3 000 muertos. Pero al final decidió no acudir.
“Desafortunadamente, seguimos pasando trabajos, seguimos peleando”, dijo Cora en una declaración. “Alguna gente sigue sin poder cubrir sus necesidades básicas, otras siguen sin electricidad y muchas casas y escuelas siguen en pésimo estado casi año y medio después del azote del huracán María. He usado mi voz en muchas ocasiones para que no sean olvidados los puertorriqueños y mi ausencia no es nada diferente. En este momento, no me siento cómodo celebrando en la Casa Blanca”.
Antes de la visita, Trump defendió sus acciones sobre Puerto Rico, afirmando que el territorio recibió 91 000 millones de dólares en ayuda por el huracán, algo que dijo era “la mayor cifra entregada jamás a cualquier estado”.
De hecho, el Congreso ha asignado a Puerto Rico apenas una fracción de esa cifra. La Casa Blanca ha dicho que los 91 000 millones mencionados por Trump incluyen, unos 50 000 millones en desembolsos futuros especulados que pudieran tomar decenios, junto con los 41 000 millones aprobados. La ayuda real a Puerto Rico ha fluido más lentamente de las arcas federales, con apenas 11 000 millones entregados hasta ahora. El huracán Katrina en 2005 le costó al gobierno federal más de 120 000 millones, la mayoría para Luisiana.
No obstante, el mandatario les dijo a los reporteros: “el pueblo de Puerto Rico realmente tendría que querer al presidente Trump”.