Hay ideas malas y buenas, y luego están las inexplicables, las que rompen todo sentido lógico y nos toman a contrapiés. Es el caso de la más reciente movida de la Dirección Nacional de Béisbol (DNB) cubana, que ha determinado el inicio de una de las semifinales de la 60 Serie cuando todavía no se ha cerrado la etapa de cuartos de final.
Con esta decisión, Cuba vivirá un caso excepcional en cuanto a planificación de eventos y, probablemente, el clásico de las bolas y los strikes se convertirá en el primer torneo del mundo que se adentre en una fase sin haber terminado la precedente. Esto, sin dudas, rompe con la aceptable dinámica organizativa que hasta el momento había marcado la gestión de la DNB.
En medio de la pandemia y sin público en los estadios, los directivos del béisbol lograron desarrollar la 60 Serie sin mayores sobresaltos organizativos, pero ahora han tomado un camino desesperado al adelantar el duelo semifinal de Granma y Pinar del Río cuando todavía falta por definir el cotejo de cuartos entre Avispas y Leñadores.
Esta decisión responde a la necesidad de “garantizar la continuidad de la postemporada”, según una nota divulgada por el sitio digital Jit el pasado jueves. Aunque no ofrece más detalles, dicha sentencia nos indica que la DNB quiere adelantar todos los episodios que sean posibles y cerrar el campeonato antes de que la situación epidemiológica del país conduzca a la suspensión definitiva de la Serie.
A priori, son nobles intenciones. A nadie le gustaría ver un torneo inconcluso, cortado en su momento clímax y sin demasiadas opciones de reanudarlo a corto o mediano plazo. Sin embargo, la decisión nos coloca ante un escenario desconocido y hasta ilógico.
La semifinal Vegueros vs. Alazanes comenzará este sábado en Sancti Spíritus y podría extenderse hasta el domingo 28 de febrero si alcanza un séptimo partido. Ese mismo 28 de febrero se reanudarían entonces el Santiago de Cuba-Las Tunas de cuartos de final, que podría terminar el 6 de marzo si llega al límite de cinco encuentros.
Tres días después arrancaría la otra semifinal entre Matanzas y el ganador del duelo entre Avispas y Leñadores, con opciones de extenderse hasta el 17 de marzo si llega a siete desafíos, y a las 72 horas comenzaría la gran final. Si ha seguido la cuenta, el ganador del duelo Granma-Pinar del Río podría estar hasta 20 días mirando los toros desde la barrera para entrar el duelo decisivo del campeonato.
Sobre este enredo, el mentor granmense Carlos Martí, en declaraciones ofrecidas a la televisión nacional, fue enfático al catalogar la decisión como apresurada. “No había motivos para cambiar las cosas de ahora para ahorita. En definitiva, ya se ha esperado bastante, no creo que el cambio vaya a ayudar a ninguno de los dos equipos”, apuntó el timonel, cuya escuadra supo del nuevo calendario el jueves en la tarde, a menos de 48 horas del primer partido.
El hecho de adelantar la semifinal de Vegueros y Alazanes implica además que estos elencos tengan que competir en dicha instancia sin refuerzos, violando lo estipulado en el reglamento de la competencia. Sabemos que es una medida excepcional, pero la misma atenta directamente contra la calidad del torneo.
No es un secreto para nadie, la Serie sin refuerzos puede ser emocionante, pero queda muy por debajo de los estándares cualitativos mínimos a que aspira la afición. ¿No sería mejor para el espectáculo ver a un Pinar del Río fortalecido con jardineros y bateadores más consistentes? ¿No sería Granma mucho más competitivo con un torpedero de máximo calibre y pitcheo adicional para su staff?
La respuesta a todas estas interrogantes es un sí gigante y la DNB lo sabe, pero ahora mismo están más preocupados por terminar que por la calidad del juego. Todo es cuestión de prioridades.
Lo otro que preocupa en este punto es el tema sanitario. El miércoles en la tarde se supo que un jugador de los Alazanes resultó positivo al nuevo coronavirus, lo cual expone a todo el equipo oriental por ser contactos directos del paciente. Ellos salieron negativos en las pruebas de control, pero perfectamente podrían surgir nuevos contagios en los próximos días.
Sin ir muy lejos, con Santiago de Cuba ya pasó por algo similar. Un miembro de su cuerpo de dirección fue positivo al inicio de los cuartos de final y, días después, se destapó el mayor brote de cualquier equipo en la presente Serie, con más de 25 casos de Covid-19 en las filas indómitas. Ojalá no ocurra nada ni parecido con los Alazanes, pero el ejemplo de las Avispas nos indica que la posibilidad está abierta.
La diferencia radica en que los santiagueros fueron aislados de inmediato, tal cual indican los protocolos sanitarios del torneo y del país. Ahora, a priori, los Alazanes no van a aislarse ni estarán bajo vigilancia epidemiológica por ser contactos de un positivo. No. Con la variante que maneja ahora la DNB, menos de 48 horas después de conocer de un caso en sus filas, ellos cruzaron la mitad del país y saltarán al diamante este sábado, como si nada.
Pellízquenme si esto no es un despropósito.
Con todos estos elementos en la mano, nos preguntamos entonces cuál es el apuro por jugar. ¿Es realmente tan necesario hacerlo ahora y nadar contra la corriente y contra toda lógica? Honestamente, aplaudiría mucho más hoy una suspensión total del evento –aunque duela– que apostar por ideas desesperadas.