¿Cuántos kilómetros hay entre Matanzas y Sofía? En una rápida búsqueda por cualquiera de las páginas online que calculan las más inusuales distancias en cuestión de segundos, podemos descubrir que la Atenas de Cuba y la milenaria ciudad balcánica están separadas por casi 6.000 millas.
Ese es un trecho enorme, pero no insalvable para dos prometedores boxeadores cubanos, quienes, impulsados por los deseos de crecer profesionalmente y de probarse en escenarios desconocidos, decidieron cambiar el calor tropical por las temperaturas mayormente frías de la capital búlgara.
Hablamos de Javier Ibáñez (Calimete, 1996) y Yordan Hernández (Los Arabos, 1996), dos matanceros que han creado una especie de sociedad cerrada para descubrir en profundidad las tierras de Europa del Este.
Ellos salieron de Cuba en el 2018, sus caminos se cruzaron en Turquía –donde estuvieron a punto de unirse a la selección nacional de ese país– y ya no se han separado más en meses de auténtica cofradía. Sofía ha sido su último destino, y allí parecen sentirse a gusto mientras luchan por su sueño de mantenerse activos en el cuadrilátero, aunque no sea con la camiseta de las cuatro letras.
Pudiera decirse que Ibáñez y Yordan son amigos íntimos, no solo por sus recientes aventuras, sino porque han vivido infinidad de capítulos juntos desde que eran niños. Formados en tierras matanceras, ambos saltaron al estrellato en el 2014, cuando en un lapso de cuatro meses ganaron la corona mundial juvenil, precisamente en Sofía, y el título olímpico de la juventud en Nanjing, China.
De forma automática, dichos galardones consolidaron a los yumurinos como dos de las principales promesas del deporte de los puños en la Isla, lo cual les abrió las puertas a torneos de relevancia como la Serie Mundial o la cita del orbe, en el caso de Ibáñez.
Todavía hoy conservan ese cartel de talentos, pero, seis años después de sus reinados juveniles, los chicos luchan por hacerse de un nombre de éxito en el máximo nivel del boxeo amateur.
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Bulgaria es el séptimo país con más medallas (35) en la historia de los Mundiales amateurs de boxeo, liderados por el tricampeón Serafim Todorov, quien reinó desde 1991 hasta 1995. Además, en Juegos Olímpicos integran el Top-20 de escuadras con más preseas (18) y suman cuatro títulos.
Sin embargo, su presencia en citas estivales ha disminuido considerablemente en el presente siglo. De los cinco Juegos organizados desde el 2000 hasta la fecha, los búlgaros han competido con menos de cinco boxeadores en cuatro de las ediciones y solo han ganado dos medallas de bronce (una en Atenas 2004 y otra en Londres 2012).
Por su parte, en Mundiales llevan una racha de 11 años sin escalar a lo más alto del podio (Detelin Dalakliev ganó en Milán 2009), y en la última década solo lograron una presea de bronce en Yekaterinburg 2019.
No es de extrañar entonces que la escuadra balcánica se machaque en el presente para revertir esa mala racha de resultados. Una prueba es que ahora mismo, en mayo, sin competencias de importancia en el horizonte, la selección nacional está concentrada en el Belmeken High Mountain Sports Complex, a 2.050 metros sobre el nivel del mar y a unos 116 kilómetros de Sofía.
La novedad es que en el campamento se encuentran Javier Ibáñez y Yordan Hernández, quienes llevan meses de preparación con el equipo verdirrojo, bajo la égida de cubano Joel Soler Arrate, entrenador del conjunto europeo desde hace cinco años.
Los matanceros se han integrado a la perfección al grupo y han sido recibidos con los brazos abiertos, algo normal si tenemos en cuenta el prestigio de la escuela cubana de boxeo.
“La competencia se está intensificando. No hay cubanos ni búlgaros en el equipo, todos son uno. Javier y Yordan son parte del equipo y no han dejado de entrenar”, dijo a los medios balcánicos Krassimir Ininski, vicepresidente del Comité Olímpico Búlgaro y titular de la Federación de Boxeo en ese país.
Pese a los elogios y la buena dinámica, los cubanos tienen todavía un largo camino por delante para afianzarse como titulares del elenco. De momento, su enfoque es salir airosos en las competencias internas y ganarse el derecho de representar a Bulgaria en el futuro.
“Nos sentimos honrados de tener esta oportunidad. Ya nos sentimos parte del equipo nacional, todos nos recibieron y nos aceptaron como una familia. Estamos aquí para ganar premios y alegrar a todos los que votaron por nosotros. Pero primero tenemos que luchar contra la competencia, que es alta aquí”, sentenciaron los matanceros en declaraciones que recoge el portal de Facebook de la Federación Búlgara.
Ibáñez y Yordan sufren la distancia, la ausencia de su familia y amigos, pero no han acusado tanto el cambio de cultura, clima e idioma, sobre todo porque ya conocían Sofía. En la Arena Armeec de la capital balcánica lograron las dos únicas preseas de Cuba en el Mundial juvenil de hace seis años, poco antes de lograr el cetro en los Juegos Olímpicos de la Juventud.
En la lid del orbe, Ibáñez derrotó en semifinales al local Dushko Blagovestov y en la final pasó por encima del kazajo Sultan Zaurbek, para quedarse con el cetro en los 56 kilogramos. Por su parte, Yordan (91) le ganó al croata Toni Filipi por el oro, luego de dejar en el camino al irlandés Michael Gallagher y al ucraniano Robert Marton.
“Aquí ganamos el Mundial y hemos estado también en otras ocasiones. Creemos que su país es excelente, la base de Belmeken también es maravillosa y tenemos todo lo que necesitamos para hacer realidad nuestros sueños”, apuntaron los pugilistas antillanos.
Mucho ha incido en su rápida adaptación la presencia de Joel Soler Arrate, quien se ha convertido en la principal referencia del colectivo de entrenadores del equipo nacional. “La transición ha sido fácil, porque hablamos el mismo idioma y los muchachos nos han ayudado a aclimatarnos rápidamente”, compartieron los cubanos.
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Los escasos reportes que llegan desde Bulgaria sobre Javier Ibáñez y Yordan Hernández coinciden en un punto: los matanceros quieren participar en los Juegos Olímpicos de Tokio y regresar con preseas para el país balcánico.
“Queremos hacer feliz a Bulgaria con medallas de Tokio”, repiten los pugilistas antillanos, quienes, probablemente, hubieran deseado lograr la gloria olímpica con la casaca cubana. Sin embargo, su decisión de salir de la Isla a explorar nuevos horizontes los coloca ante un nuevo escenario, desconocido, repleto de retos, conflictos e incertidumbres.
¿Cómo se sentirían ellos si, llegado el momento, les toca pelear contra sus antiguos compañeros? ¿Subirían al ring con el corazón dividido? ¿Qué sensación les provocaría medirse a su propia bandera a sabiendas de que nunca más podrán competir bajo las cuatro letras?
No es sencillo lidiar con esas cuestiones, la mayoría de los deportistas sueñan con ser campeones olímpicos, bajo su bandera.
De momento, Ibáñez y Yordan se perfilan como potenciales competidores de la escuadra nacional de Bulgaria en el 2021, específicamente en la tradicional Copa Strandzha, evento que podría marcar su debut con la camiseta verdirroja.
Pero llegar a ese punto lleva su papeleo y un período de espera de tres años, según las disposiciones referidas al cambio de Federación expuesto en el Libro de Reglas de la Asociación Internacional de Boxeo (AIBA).
“Un boxeador que haya representado a un país en cualquier competencia de AIBA y que desee representar a otro país tras adquirir la nacionalidad por naturalización, puede representar a su nuevo país siempre que hayan transcurrido al menos tres años desde su última presentación con su país de origen”, versan las reglas de la AIBA.
El proceso podría agilizarse si las dos Federaciones implicadas llegan a un acuerdo para reducir ese período de espera y realizan una solicitud al Comité Ejecutivo de la AIBA, pero hasta el momento ni los búlgaros ni los cubanos han informado sobre conversaciones al respecto.
Por ahora, lo que se sabe es que Ibáñez y Yordan tienen residencia en Bulgaria y el procedimiento para la emisión de sus pasaportes está en marcha, por lo que pronto obtendrán su ciudadanía. Una vez tengan esos documentos en la mano, arrancará oficialmente el trámite del cambio de Federación.
La última competencia de Ibáñez con la selección nacional cubana fue en el Mundial de Hamburgo, en agosto del 2017, cuando fue eliminado en su primera pelea ante el norteño Duke Ragan, a la postre subcampeón del torneo global.
Después, en diciembre del propio 2017, el chico nacido en el poblado de Amarillas, solicitó su baja de la selección nacional alegando problemas de salud. Tomando esas fechas como referencia, Ibáñez podría competir por otro país a finales de este 2020, cuando se cumplen los tres años de inactividad internacional.
Por su parte, los últimos reportes competitivos de Yordan en la arena internacional se ubican en la VIII Serie Mundial, evento en el que marcó un hito: fue el primer boxeador cubano que representó a otro país como refuerzo en la lid semiprofesional.
El yumurino defendió los colores de los Caciques de Venezuela y sumó par de derrotas contra el colombiano Cristhian Salcedo y el uzbeco Bakhodyr Zhololov, respectivamente. La última de estas peleas se desarrolló en el Alpomysj Sports Complex de Termez, Uzbekistán, en abril del 2018.
Con las matemáticas claras, ¿tendrían opciones lo cubanos de competir en los Juegos Olímpicos de Tokio? Pues si se dan una serie de combinaciones, los dos matanceros podrían desfilar tras la bandera búlgara en la capital japonesa.
Ibáñez tiene el camino abierto, pues en el Preolímpico europeo (comenzó el 14 de marzo pasado y se interrumpió a los tres días por el coronavirus), su potencial rival por la titularidad en el equipo balcánico, Boyam Assenov, perdió en su primer combate y quedó eliminado.
Por tanto, las únicas opciones para Bulgaria de clasificar a un hombre en los 57 kilogramos pasan por el Preolímpico mundial, que pondrá en disputa cinco cupos en esa división. El torneo, con sede por definir, se celebrará entre mayo y junio del 2021, cuando ya Ibáñez estará listo para competir.
En cuanto a Yordan, tiene que esperar por el desempeño de Petar Belberov en el Preolímpico europeo, que se reanudará entre febrero y marzo del 2021 con los mismos atletas y el mismo sorteo ya definido cuando se suspendió.
Si el súper pesado búlgaro no logra avanzar en este certamen, entonces se abriría el debate sobre el representante del país balcánico en el clasificatorio mundial de mayo-junio. En ese caso, estaría en manos del matancero ganarse el puesto para buscar el boleto a Tokio.
El camino no es sencillo, pero Ibáñez y Yordan ya han avanzado en sus pretensiones de brillar con Bulgaria, lejos de su tierra y a expensas de tener que enfrentarse a su propio país. Si finalmente la historia no se tuerce y logran hacerse un espacio en la selección búlgara, quizás podrían emular a Lorenzo Sotomayor, el cubano que retomó el boxeo en Azerbaiyán tras mucho tiempo sin practicar y ganó la medalla de plata en los pasados Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
¿Quién sabe? Tal vez Ibáñez y Yordan exploten sus cualidades y se conviertan en campeones, bajo otra bandera.