El nombre de Yakelín Estornell no es desconocido para los aficionados al deporte cubano. Por cerca de una década, la guantanamera fue una de las principales figuras del equipo nacional de lucha femenina y su rostro era habitual en las delegaciones de la isla en torneos de su disciplina y eventos multideportivos.
En su palmarés como luchadora, la chica del Guaso se anotó medallas a nivel centroamericano y continental, y también en certámenes internacionales como el Grand Prix de Bakú. Sobre los colchones brilló primero en los 58 kilogramos y luego en los 62, aunque le quedó pendiente subir al podio olímpico y mundial.
Poco tiempo después de su retiro, y con cerca de cuatro décadas en el almanaque, la Estornell ha vuelto por su revancha. Solo que ahora su división es la de los 75 kilos, y ya no compite encima del colchón ni lidia con tackles y desbalances, sino que pelea sobre el ring con ganchos, jabs y rectos.
“Yo ya me había retirado de la lucha y estaba trabajando en la EIDE [Escuela de Iniciación Deportiva] de Guantánamo, pero me avisaron que iba a empezar el boxeo femenino y me interesó. Me dije, ¿por qué no?, si yo todavía me siento bien físicamente”, cuenta a OnCuba.
Su historia en el boxeo parece cosa de película. A diferencia de otras chicas, que ya habían practicado o seguían practicando este deporte cuando se anunció su oficialización en Cuba para las mujeres, Yakelín nunca antes había subido a un cuadrilátero. Sin embargo, pocos meses después ya es una de las líderes de la naciente selección femenina de la isla.
“Cuando niña siempre vivía fajada, incluso con varones, pero la primera vez que me subí a un ring fue ahora, cuando estaba en el concentrado para el equipo nacional”, asegura. A pesar de ello, hoy es una de las tres medallistas de Cuba en los aún recientes Juegos Centroamericanos de San Salvador y compite por estos días en los Panamericanos de Santiago de Chile.
¿Cómo pasas de entrenar lucha al equipo nacional de boxeo femenino?
Yo veía el boxeo y me gustaba. Pero entrenar, nunca lo había hecho. Mi deporte era la lucha, que era con el que seguía en la EIDE después del retiro. Sin embargo, cuando me avisaron que el boxeo ya iba a empezar entre las mujeres, quise probar a ver qué tal me iba, como una nueva experiencia.
En la EIDE, cuando estaba trabajando, me mantenía activa, hacía físico junto con mis alumnos y me sentía en forma. Eso me dio la motivación para incorporarme al boxeo. Estuve un tiempito corto entrenado sin dejar de trabajar, preparándome físicamente, y luego hicieron un concentrado en La Habana en el que yo participé. Hubo un tope para sacar a las 12 boxeadoras y, como yo gané mi combate, me escogieron para formar parte de la preselección nacional.
¿Cómo ha sido el proceso de adaptación al boxeo? ¿Cuál de los dos deportes te parece más exigente?
Aunque los dos son deportes de combate, el boxeo no tiene nada que ver con la lucha, ni en las técnicas, ni en los entrenamientos. Solo se parecen en que hay que derrotar al oponente. Para mí ha sido casi como empezar de cero.
Yo tuve un novio que era boxeador y siempre estábamos con el debate de qué era más fuerte, si la lucha o el boxeo, y yo siempre decía que la lucha, y él que el boxeo. Pero ahora que lo estoy practicando le tengo que dar la razón.
El boxeo es más fuerte, porque la preparación es más fuerte, más intensa. Y como deporte es muy dinámico, muy exigente. Tienes que estar al máximo siempre. Ahora lo estoy viviendo en carne propia, y te digo que realmente es así.
¿Cómo enfrentas esa exigencia después de un período fuera del deporte activo y ya cerca de los 40 años?
Gracias a la preparación que tengo y a los años en el deporte de alto rendimiento, me mantengo todavía en forma. Gracias a Dios no he tenido ninguna lesión y me siento bien a pesar de que soy una de las mayores en el equipo. Serlo no puede ser una justificación ni un impedimento.
Las muchachitas me dicen: “pero Yakelín, ¿cómo tú puedes?”, y yo les digo que uno no se puede parar por la edad, que eso está en la mente, y que yo me siento como si tuviera 15 años. También les digo que ellas son más jóvenes que yo y no se pueden parar si yo, que soy mayor que ellas, no lo hago.
¿Tienes ídolos en el boxeo, quizá entre los campeones cubanos?
Sí. Mis amigos Julio César La Cruz y Arlen López, que nos conocemos hace varios años y a quienes admiro mucho. Y también figuras jóvenes, como Fernando Arzola, que va muy bien, y al que también admiro. Espero que puedan seguir triunfando y dándole alegrías a la gente de Cuba.
¿Qué ha representado para ti esta vuelta al deporte activo en el plano personal y familiar?
Tengo un niño de 13 años y es difícil estar lejos de él. Pero la familia me apoya mucho. El papá del niño y la abuela lo cuidan en el tiempo que estoy aquí en La Habana, y cuando voy a las competencias. Además, nos mantenemos en comunicación todo el tiempo, llamándonos, pasándonos mensajes por teléfono. Incluso él estuvo unos días conmigo en las vacaciones mientras yo seguía entrenando. Pero es difícil.
Es difícil que mi niño esté por allá y yo por acá, y que cuando hablamos me pregunte cuándo voy, porque me paso meses sin ir a la casa. Es un sacrificio grande, pero lo he asumido, como lo asumí antes cuando estaba en la lucha.
¿Por qué has asumido ese sacrificio?
Lo he asumido por el futuro, por lo que sé que lo puedo lograr. Desde chiquita a mí me gustaron los deportes de combate, y siempre me motivó poder alcanzar el éxito en el deporte, coger medallas para Cuba, ser campeona mundial u olímpica si tuviera la oportunidad, como tantos grandes atletas cubanos.
En la lucha pude ganar medallas a nivel centroamericano y panamericano, y ya en el boxeo logré el bronce en San Salvador. Pero quisiera más.
¿Esperabas esa medalla en los Centroamericanos?
En principio no pensé que pudiera coger medallas en los Centroamericanos, aunque nos estábamos preparando bien fuerte. Pero llevábamos solo unos pocos meses entrenando. Entonces, fuimos a los Juegos del ALBA, donde tuve mi primer combate a nivel internacional, y eso me ayudó a tener una mejor idea de mis posibilidades. Yo entreno duro y me esfuerzo todos los días para triunfar en el deporte, y en ese combate lo di todo y vi que se podía.
Los profes me dijeron que después de esa experiencia del ALBA podía superarme y lograr la medalla centroamericana, que tenía para eso y más, y la mente mía fue funcionando en esa dirección. Me enfoqué en el objetivo de la medalla y salió. Yo hubiese querido tener incluso un mejor resultado, pero salió el bronce y la clasificación a los Panamericanos, y ahora quiero seguir pa’lante.
¿Cuáles son tus próximas metas?
Mi meta es clasificar a los Juegos Olímpicos, porque ya por mi edad estoy casi al terminar mi carrera deportiva, que en el boxeo olímpico es hasta los 40 años. Y mi objetivo es seguir entrenando duro y esforzarme para obtener mi medalla en los Panamericanos, y así clasificar a París.
Mi intención es estar en el equipo hasta el cierre de este ciclo en 2024, y estoy dando todo de mí para obtener esa clasificación olímpica. De lograrla, eso sería lo más importante en mi carrera deportiva.
¿Qué crees que necesita el equipo nacional y el boxeo femenino cubano en general para alcanzar mejores resultados?
Hace falta que haya más muchachas, porque todavía somos muy pocas y esa rivalidad es importante en el deporte. Entre las que están ahora, algunas están un poquito adelantadas, y otras menos, y sería bueno que se pudiera ampliar la matrícula del equipo y poder tener más roce competitivo, más peleas, dentro y fuera de Cuba, como hicimos ahora en Francia.
Creo que eso nos puede ayudar a desarrollarnos más, porque aquí entrenamos entre nosotras, y aunque los profes buscan cambiar la dinámica del entrenamiento, no es lo mismo que entrenar con más mujeres, con otras boxeadoras de tu peso, ni que topar y competir más.
Pero ya pronto debe haber un campeonato nacional y espero que crezca la matrícula del equipo, que podamos entrenar independiente —porque hemos estado entrenando con los varones juveniles, que son más que nosotras— y que también crezca la práctica del boxeo femenino en todo el país para poder tener un mayor desarrollo.
¿Qué les dirías a las mujeres que quieren empezar en el boxeo?
Les diría que este deporte es bien duro, pero que si les gusta tienen que poner su empeño y su esfuerzo, porque sí se puede salir adelante. Si se sacrifican y entrenan duro, en el futuro podrán ser campeonas.
Y también les diría que el boxeo no te hace menos femenina, ni cambia tu forma de ser, y te puede servir de mucho, para triunfar en el deporte, ganar medallas, y también para mantenerte en forma y defenderte.
¿Alguna vez has sentido que te han tratado con prejuicio por practicar un deporte de combate?
Yo no creo que alguna vez me hayan mirado mal cuando estaba en la lucha y ahora con el boxeo tampoco he tenido malas experiencias con las personas en la calle. Al contrario.
Es verdad que hay personas que no están de acuerdo todavía con el boxeo femenino, pero también hay muchas otras personas que nos apoyan, y que siguen nuestros resultados. Hay quien incluso nos ha dicho que pensaba otra cosa de nosotras, y luego de ver cómo somos y lo que hemos hecho, han cambiado de opinión. Y eso es un estímulo para seguir.
A pesar de que ya van siendo más conocidas, ¿crees que las boxeadoras cubanas necesitan más visibilidad y apoyo para que puedan quedar atrás esos prejuicios y lograrse mejores resultados?
Pienso que sí. Todas nosotras estamos enfocadas en entrenar duro, en lograr los mejores resultados, y creo que todo el apoyo que podamos tener será muy importante para que mejoren las condiciones no solo en el equipo, sino también en la base, en las provincias, y se conozca lo que hacemos. Que la gente sepa que Cuba tiene boxeadoras dándolo todo por el país.