Clásico Mundial 2017: sangre latina a la final

Puerto Rico repite en la final del Clásico. En la imagen, Edwin Díaz, el pitcher ganador. Foto: @WBCBaseball.

Puerto Rico repite en la final del Clásico. En la imagen, Edwin Díaz, el pitcher ganador. Foto: @WBCBaseball.

Puerto Rico cumplió los vaticinios (o lo que es lo mismo, la pelota respetó todas sus lógicas) y se coló de nuevo en la final de un Clásico, a la espera del ganador de esta noche entre Estados Unidos y Japón. Fue un encuentro de lento recorrido, salpicado por un montón de buenos episodios. La regla Schiller, tristemente, hizo su aparición postrera, y una línea al central –transformada en fly de sacrificio– dejó al campo a los bravos holandeses.

Mi Top Five

1-Me gustan esos juegos de poder a poder, donde uno de los rivales da un porrazo en la mesa (madrugador jonrón de Balentien y 2×0) y el otro le responde con un golpe similar (cuadrangular del gran Correa y 2×2). Balentien se robó los cintillos del evento hasta el punto de haber promediado, impulsado y vencido las bardas más que nadie. Correa, el torpedero más integral del mundo, ha lucido como un antesalista consagrado –vaya fildeo el que hizo anoche– y suyas son las riendas ofensivas de un Puerto Rico que lo único que tiene desteñido es el cabello.

2-Holanda entró con el cuchillo entre los dientes, empeñada en tomar por la fuerza el barco caribeño. Pero tras el timón de mando de la nave iba un señor, Yadier Molina, que conoce demasiadas historias sobre piratería y abordajes. Primero sentenció en segunda a Andrelton Simmons cuando se adelantó de más por un toque fallido. Luego le puso out en la inicial a Jurickson Profar, quien celebraba ingenuamente sin pisar la almohada. Ese inning, quizás, le costó el juego a la escuadra europea, y el salvador fue un hombre que ya tiene ocho Guantes de Oro y un espacio en la biografía de los Cards. Simmons lleva cinco campañas en la MLB. Profar, tres. La ficha de Molina habla de 13 y corrobora que la historia pesa.

El receptor Yadier Molina, pieza clave del engranaje boricua. Foto: @WBCBaseball.
El receptor Yadier Molina, pieza clave del engranaje boricua. Foto: @WBCBaseball.

3-Se pensaba que sería un desafío de carreraje, y el comienzo pareció darle la razón a dicho cálculo. Los abridores eran meros muñecos tambaleantes que jugaban a dejar sus envíos, una y otra vez, en zona alta. Van den Hurk duró solo dos entradas; Jorge López tampoco llegó a tres. Les habían obsequiado tubeyes, jonrones y un global de nueve hits. Sin embargo, el relevo –esa pieza vital de los tiempos modernos– pudo salvar la faz del choque y colgó 16 ceros de 18 posibles. Brillantes estuvieron Martis y Jansen, por el bando tulipán, y Santiago y Edwin Díaz, por la parte boricua. Este último, con el añadido de un ponchete sonoro a Balentien cuando el pulseo se calentó en el extrainning.

4-Eso sí, cada equipo dio clases de improductividad. Holanda rubricó 11 imparables, entre ellos par de dobles y un jonrón. Encima, le otorgaron seis boletos. Puerto Rico pegó nueve sencillos, un biangular y par de vuelacercas. Además recibió dos trasferencias y se robó esa misma cantidad de bases. Ni siquiera los siete doble plays del encuentro justifican tamaña ineficacia en novenas cargadas de talento ofensivo ligamayorista.

Balentien fue otra vez la figura descollante al bate por los tulipanes. Foto: @WBCBaseball.
Balentien fue otra vez la figura descollante al bate por los tulipanes. Foto: @WBCBaseball.

5-El problema del béisbol es su dilatación, y eso lo mata ante los ojos de quienes deciden la receta de los Juegos Olímpicos. El partido de marras arrancó justo a las 9:10 pm y no llegó a su fin hasta la 1:30 am, después de cuatro horas con veinte minutos que despertaron tanta emoción como bostezos. “Seis minutos de acción insertados en un drama de dos horas y media“, decía Ray Fitzgerald. Es una lástima.

G: Díaz. P: Van Mil. HR: Balentien, Correa, Rivera.

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