A Roberto Gómez siempre lo recordarán por sus peleas con Teófilo Stevenson y Ángel Milián, dos de los mejores boxeadores cubanos de todos los tiempos. No siente vergüenza alguna al mostrar la encía desprovista de dientes delanteros, varios fracturados por los golpes, pero también es consciente del respeto que le tenían sus rivales entre las cuerdas.
“Tuve tres combates oficiales con Teófilo y cinco con Milián. Eran dos trenes, no te puedo decir que no me dieron, pero muchas veces terminaba bien parejo. Yo era de los pocos que no les tenía miedo. Conmigo tenían que fajarse”, reveló el corpulento moreno una tarde que OnCuba lo sorprendió en el estadio 16 de abril del municipio matancero de Unión de Reyes.
Sobre la silla de ruedas que le acompaña desde 2005, secuela de un accidente automovilístico, Gómez rememoró sus inicios en el deporte de los puños. “Yo soy del poblado de Los Palos, en el municipio de Nueva Paz, actual provincia de Mayabeque. Un día vine a jugar fútbol a Unión de Reyes y al entrenador Antonio Peñate le llamó la atención mi constitución física. Me preguntó si quería empezar en boxeo y acepté. Tenía 15 años”.
“Peñate es como si fuera un padre para mí. Formó figuras de la talla de Andrés Aldama, Ramón Goire, Liván Blanco y Roberto Issasi. Al principio viajaba todos los días casi 30 kilómetros para entrenar. Después me quedaba en su casa y en el gimnasio, hasta que me buscaron un empleo en la fundición. Imagínate, trabajaba rompiendo hierro todo el día, dormía un rato por la tarde y en la noche me subía al ring a pelear.”
“La cuestión es que coincidí con los mejores pesos grandes que ha dado Cuba, esa fue mi suerte y mi desgracia. De todas formas, logré hacer el equipo nacional, y Sagarra confiaba en mí para los entrenamientos porque no les daba mangos bajitos a las figuras. Fui el primer campeón cubano en 91 kilos. Sucedió en una Copa Hopman en Hungría en el año 1980. Tuve que bajar 14 libras en dos días para hacer los 91, porque la dirección técnica no quería que chocara con Teófilo.”
Medallista en competencias nacionales y en varios torneos foráneos, Roberto Gómez está a favor de la eliminación de la cabecera en los torneo de la AIBA. “Para que el boxeo sea espectacular tiene que haber nocaut. Es como el jonrón en la pelota, o el remate en el voleibol. La cabecera solo para entrenar, pero a la hora de la verdad tiene que ser túmbame que yo te voy a tumbar”.
También se refirió a la motivación y el apoyo que necesitan los atletas. “Es verdad que la pelota es el deporte nacional, pero a veces olvidamos que el buque insignia de Cuba es el boxeo. Sobre todo en la base se necesita mayor atención. Ahí se decide el futuro, y hoy no tenemos los implementos para retener a los niños en las áreas”, explicó el además creador de un gimnasio en el patio de su casa donde se forman alrededor de 30 pupilos.
Roberto Gómez se despidió entre anécdotas sobre trompones memorables. Algunos de ellos de Teófilo, “el mejor boxeador de todos los tiempos”, dijo. Después lo vimos alejarse en su silla de ruedas con pedales en las manos. Todos lo saludaban al pasar. Desde aquel día que vino a jugar fútbol con 15 años, nunca más se ha ido de Unión de Reyes. Ya nadie se acuerda de que es oriundo de algún lugar de Mayabeque. El fornido moreno sigue dando pelea. “No me queda otra periodista”, me había dicho antes de comenzar a sortear los baches de la carretera.