Vencida la mitad de la presente temporada de Ligas Mayores, 17 bateadores cubanos han salido a los diamantes y participado en un global de 1017 desafíos. Entre todos han pegado 139 jonrones, remolcado 455 carreras y pisado 478 veces el pentágono. Sin embargo, después de 970 hits y 267 boletos, apenas acumulan 31 bases robadas en la irrisoria cifra de 48 intentos.
Es alarmante. Tres jugadores, Billy Hamilton (39), Trea Turner (35) y Dee Gordon (32) exhiben cada uno mayor cantidad de bases estafadas que toda la armada insular junta. Y entre los 41 hombres que ya rebasaron la decena de robos este año no hay un solo cubano.
Pesan los ausentes. Alexei Ramírez no fue contratado en 2017 por ninguno de los clubes del Big Show, y a Leonys Martín los Marineros lo enviaron a Menores por bajo rendimiento cuando sumaba cuatro estafas de cinco posibles. Entre los peloteros de la Mayor de las Antillas de los últimos tiempos, ellos eran los líderes en el vertiginoso oficio que Rickey Henderson elevara a la categoría de arte durante los ochentas y noventas.
Eso explica que a estas alturas Yasiel Puig sea el cubano con más robos en el año, con nueve en once apuestas. El cienfueguero nunca se ha caracterizado por su sistematicidad para esta clase de misiones –en cuatro temporadas y media solo acumula 39 estafas–, pero indudablemente luce más capacitado, por pura y elemental condición física, que el resto.
Latinos al fin, países como República Dominicana y Venezuela suelen blasonar de tener peloteros en la batalla por este liderato. Para muestra, estos cinco botones con su cosecha de la contienda en curso: Elvis Andrus (20), José Altuve (19), Jonathan Villar (18), Eduardo Núñez (17) y José Peraza (15).
Cuba, en cambio, carece ahora mismo de banderas para enarbolar en tal indicador. Dispone de sluggers como Pito Abreu, Kendrys Morales y Yonder Alonso, fildeadores del tipo José Iglesias y Adeiny Hechavarría; taponeros a lo Aroldis Chapman y Raisel Iglesias…; pero no tiene un robador capaz de preocupar a la batería adversaria.
Yonder Alonso: “¿Quién no quiere ponerse el uniforme de su país?”
Es una lástima. En su larga aventura por la MLB, los corredores de la Isla han acertado en 3690 oportunidades de estafa –con 1836 fallos–, y nueve de ellos han rebasado el centenar de robos, encabezados por el “gigante” Bert Campaneris, quien estafó 649 almohadas y se ubica en el décimo cuarto peldaño de todas las épocas.
El segundo cubano con más robos en el mejor béisbol del mundo ha sido José Cardenal (329), y le siguen Tony Taylor (234), Minnie Miñoso (205) y José Canseco (200). Los otros que alcanzaron los tres dígitos son Armando Marsans (171), el torpedero Ramírez (143), Alex Sánchez (122) y el villaclareño Martín (112).
Pasará mucho tiempo para que otro hijo de esta tierra consiga marcas similares. No lo van a conseguir Yoenis Céspedes, Yunel Escobar, “Candelita” Iglesias ni Puig. No va a poder el veloz Rusney Castillo, cuyo esplendor atlético se está diluyendo en Triple A. Puede que lo consiga Yoan Moncada, pero primero debe establecerse al máximo nivel.
Visto el caso y comprobado el hecho, robar almohadillas es una de las asignaturas pendientes de la pelota nacional. Tanto o más que la paciencia en el home plate, un elemento del que estaré escribiendo pronto en esta página.
Usted siempre sorprende con algo bueno,gracias.