Fue necesario llegar al tie break y contener el aliento hasta ver que no habría más sorpresas. Luego de la inesperada derrota del príncipe Álvarez (60 Kg) frente a un oponente de menos calidad y la de la pantera Larduet (+91 Kg), que no por presagiada fue menos dolorosa y un tanto indignante como la del doble campeón mundial por lo visto realmente sobre el encerado, los nervios de los aficionados y admiradores de la franquicia debutante en la Serie Mundial de Boxeo debieron dispararse y llevarlos a pensar por minutos que los Domadores de Cuba, a pesar de los pronósticos favorables y las demostraciones hechas a lo largo del torneo, no podrían llevarse el título de Campeones.
Pero la duda solo duraría unos minutos. Con el match final favorable 5-4 para los Bakú Fires el completo Julio César la Cruz, también doble campeón mundial y tal vez uno de los púgiles más exóticos del boxeo aficionado, subió al ring e impartió una clase magistral al belaruso Mikhail Dauhaliavets para llevarse la victoria por decisión unánime y puntuación perfecta, y de esa forma emparejar el cotejo y pasar la presión que debía embargarlo, aunque en ningún momento del combate asomó a su compañero de equipo y entonces encargado de decidir, Arisnoidys Despaigne (69 Kg).
Los pronósticos anunciaban que quizás el subcampeón del mundial de Almaty viajaría en vano, pues los cubanos debían ganar la corona en diez combates si vencían sus seis figuras favoritas. Pero el destino y los jueces, influidos presumiblemente por el público y la condición de anfitriones de los azeríes, estimaron que era necesario dirimir el título de la cuarta serie en el combate de muerte súbita, al igual que en la edición precedente.
La ocasión fue una oportunidad de lujo para Arisnoidys. Empezó el torneo como titular y aunque triunfó en sus tres salidas, tuvo que ceder esa condición al campeón olímpico de Londres ´12 Roniel Iglesias, quien regresó tras el cumplimiento de su sanción reclamando su categoría de primera figura del país en la división welter, a golpe de grandes exhibiciones.
No obstante, el santiaguero ha demostrado no ser y mucho menos sentirse segundo de nadie y, consciente de la responsabilidad que tenía en sus puños, salió a enfrentar a Yauheni Ramashkevich con una energía desbordante desde la campana inicial.
El combate entre ellos, tanto por lo que representaba como por lo visto a la largo de los cinco asaltos, resultó a la larga el mejor del cartel sabatino. Ambos púgiles tiraron constantemente y el entrecruzamiento e intercambio de roles en sus estilos, variables de riposta a fajador permanente, condicionaron el ambiente a que no se pudiera presagiar nada hasta tanto los jueces no dieran su veredicto, que favoreció al cubano desde el mismo primer round pues ciertamente, a medida que avanzaba la pelea, iba teniendo la mejor parte en los intercambios. Esta victoria por 3-0 de Arisnoidys definió la final dramáticamente con apretado marcador de seis victorias por cinco.
Previamente, un Gerardo Cervantes (52 Kg) más esforzado que en presentaciones anteriores, sobre todo en los últimos asaltos, fue derrotado a manos de Elvin Mamishzada, que en todo momento hizo gala de su superioridad técnica. Luego Roniel Iglesias, lejos de su nivel y velocidad, consiguió que los jueces lo vieran ganar frente a Mahamed Nurudzinau, algo que no pudieron conseguir después Lázaro Álvarez ni José Ángel Larduet, a pesar de haber hecho más por la victoria en los últimos tres asaltos de sus peleas que sus rivales, el refuerzo ruso Albert Selimov y el azerí Arslanbek Makhmudov respectivamente.
De esta forma, los Domadores se coronaron campeones de la IV Serie Mundial de Boxeo, un título que sin dudas insufla de confianza a los aficionados al deporte de los puños y reafirma a Cuba entre las potencias de la disciplina a nivel mundial. Al parecer, el “buque insignia” del deporte cubano vuelve a zarpar.
Muy bien domadores. Felicidades. pero presiento que la cosa se va poner fea a la hora de repartir el $$$$$$.