Lo que muchos presagiaban por lo apreciado en los cuatros juegos anteriores sucedió. El equipo Cuba de béisbol derrotó este domingo a la selección universitaria de los Estados Unidos con apretado marcador de una carrera por cero, en el quinto y último juego del tope bilateral, y de esta forma devolvió la barrida del año anterior.
El triunfo estuvo garantizado por la buena actuación monticular de los derechos Yaisel Sierra y Vladimir Gutiérrez, cuyo esfuerzo combinado permitió que la única anotación antillana frente a los veloces envíos de los norteamericanos bastase para conseguir la victoria en el partido más cerrado durante esta edición del tope.
Rondaba la idea de que por Cuba repetiría en el box el camagüeyano Norge Luis Ruiz, ganador del primer choque. No obstante, una ampolla en la mano de lanzar de Ruiz, que solo contaba con cuatro días de descanso y tal vez la decisión de Urquiola de probar todas sus piezas, una vez asegurado el marcador global del enfrentamiento, determinaron que abriese el diestro de Mayarí Yaisel Sierra, quien no permitió que se extrañase al líder del staff.
Sierra supo lidiar con sus breves momentos de descontrol y los dos boletos regalados pasaron desapercibidos frente a los siete ponches que propinó durante cinco entradas y dos tercios de actuación. Los cuatro hits que toleró, tres de ellos en la parte alta del cuarto episodio, el mejor momento del equipo estadounidense al bate, no fueron suficientes para que los rivales anotasen; lo cual también fue impedido gracias a un efectivo tiro de Roel Santos desde el jardín derecho, que permitió eliminar en home la única posibilidad de carrera por los norteños.
A un tercio de completar las seis entradas y con 97 lanzamientos, el holguinero tuvo que retirarse con molestias en su mano de lanzar, por lo que cedió el montículo al pinareño Vladimir Gutiérrez. El novato del año no fue menos; lanzó durante tres entradas y un tercio en las que sólo permitió un indiscutible, cedió dos bases por bolas y ponchó a tres.
Pero por los visitantes también hubo buenas demostraciones. El mentor Dave van Horn había reservado para el último choque a su mejor arma: el derecho Kyle Funkhouser. Con rectas de hasta 97 millas, rompimientos cercanos a las 85 y un control deslumbrante, Funkhouser eliminó a ocho cubanos por la vía de los strikes y se mantuvo intransitable hasta la parte baja del sexto inning.
En esa entrada, ponchó al receptor Frank Camilo Morejón y se descuidó con el camarero David Castillo, que al conectarle de hit nuevamente se convirtió en el autor de los dos únicos indiscutibles que toleró. Con la primera almohadilla ocupada, el diestro dominó a Roel Santos en elevado a la pradera central, pero Guillermo Heredia logró negociarle uno de los dos boletos que regaló y ya con hombres en primera y segunda, y evidentes síntomas de cansancio, van Horn no quiso arriesgar y lo sustituyó por el zurdo A. J. Minter para que enfrentara a Yadiel Hernández.
El cubano no creyó esa vez en la máxima de zurdo vs zurdo y le conectó imparable al jardín izquierdo para traer desde segunda a Castillo y consolidarse como el mejor impulsador del equipo. Luego Minter sacó el tercer out y tanto él como el cerrador Dillon Tate, que mostró rectas de 98 millas, no permitieron que la diferencia en el marcador se ampliara al dominar sin dificultades a los bateadores locales. Pero su buen pitcheo no tuvo respaldo de la ofensiva, al igual que en los cuatro choques precedentes.
De modo general, esta edición del tope mostró dos equipos con buenos cuerpos de lanzadores. Por la parte norteamericana desencantó, y fueron determinantes en los resultados, los 12 errores defensivos y la pobre ofensiva; factores que dificultan la labor del mejor de los pitchers. Por Cuba se demostró, aunque haya sido forzado por la inclusión, vía INDER o no, de sus mejores peloteros en ligas foráneas, que no es necesario conformar selecciones nacionales con los jugadores de más calidad para enfrentar cualquier compromiso, y que aquellos que rinden en las Series Nacionales son capaces de hacerlo también en otros niveles y merecen oportunidades.
De hecho, a pesar de que no habían sluggers, este Cuba jugó con una armonía y mostró un teamwork que hacía ratos no se apreciaba en una selección nacional. Tal vez fue magia del talismán Urquiola, o tal vez fue que estos jugadores y su director, indirectamente, pretendieron demostrar algo no muy seguido en nuestra pelota: resultados y rendimiento, a veces valen más que nombres e historia.
Bravo por mis compatriotas, somos Buenos en Base Ball y lo seguiremos siendo.
Ojalá que prime no tan solo en el deporte sino en el resto de la cotidianidad de la vida de nuestra sociedad (la cubana) que los resultados y rendimientos valen mas que nombres e historias.
Siguen los cantos de sirena con un resultado que es engañoso y nadie se da cuenta.
En estos topes no importa ganar o perder, sino foguear a los atletas. Lamentable que tengamos que enfrentar a peloteros de primer nivel con estos muchachos que no pasan de 20 años. Son ellos los que ganan con esto, no nosotros. Pero los funcionarios quieren un “resultado” que borre los fracasos más recientes, que son muchos.
Este no es el resultado adecuado para eso.