El deporte multiplica acciones para contribuir al proceso de normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Esta vez fue el kickboxing, el deporte que tanto popularizó entre los cubanos el actor Chuck Norris, quien llevó las conexiones bilaterales al escenario de la Ciudad Deportiva, en La Habana.
Antes de comenzar el primer tope amistoso en este arte marcial entre ambas naciones, el principal organizador del evento, Charles Post, manifestó que la lid “resulta una manera de contribuir al acercamiento deportivo de los pueblos y confraternizar como no sucede hace tiempo”.
Abogado de profesión, Post agregó que el encuentro ayuda a “romper las barreras de la ignorancia que durante 56 años no nos han permitido competir en este hermoso país”, al tiempo que calificaba a Cuba como una tierra hermosa, con bellas ciudades y personas maravillosas. “Necesitamos librarnos de todas esas imperfecciones que durante más de cinco décadas han impedido el intercambio”.
Actualmente, el visitante funge como presidente de la Organización Mundial de Asociaciones de Kickboxing (WAKO) de Estados Unidos, posición que le brinda todo lo necesario para hablar de una posible visita de los luchadores caribeños a su nación. Hasta el momento, la mayoría de los intercambios deportivos han tenido a Cuba como sede, por lo que la idea del directivo norteamericano cobra mayor importancia.
“Queremos que un equipo de la Isla compita en los Estados Unidos entre febrero y marzo del año venidero”, señaló Post, a lo que agregó que tiene en mente realizar un proyecto que lleve a este deporte a todo el Caribe en el próximo mes de agosto.
Cuba recibe apoyo internacional desde hace varios años para mantener viva la disciplina. Su historia abarca un poco más de dos décadas, desde que en 1990 se creó la Escuela Cubana de Kickboxing y Artes Afines. No obstante, a pesar de los escasos recursos y la carencia de gimnasios para los entrenamientos la idea brinda sus frutos. Desde 1998 el archipiélago es miembro de la WAKO, que ayuda en todo lo posible y promovió este intercambio.
Para la ocasión los estadounidenses dejaron muy poco en casa y llegaron con buena parte de su arsenal. Imagine que arribaron con una selección del equipo nacional amateur, ubicado entre los primeros del listado del orbe.
El tope estuvo pactado a nueve combates de tres asaltos, con dos minutos de duración cada uno, en las divisiones de 57, 60, 63.5, 67, 71, 81 y 91 kilogramos, mientras que se luchó en la modalidad Low-kick (patada baja) y Regla K-1. La representación nacional de Cuba cayó 4-5 contra sus oponentes, resultado que no hizo toda la justicia a la manera en que se mostraron los locales, ante el escaso público que se dio cita en el Coliseo, en gran medida por culpa de la lluvia.
Varios de los antillanos mostraron un despliegue físico impresionante y algunos de ellos una técnica depurada. Tal situación hizo que el propio Charles Post celebrara las victorias y las derrotas de los suyos. Además, en varias ocasiones formó parte de las ovaciones colectivas. “Cada uno de los atletas que compitió es un nuevo embajador del pueblo cubano y eso tiene un gran significado”, refirió.
Este tope de kickboxing, para observadores no muy apasionados, dejó más sabor a empate, porque –según palabras de Post- lo importante es “que los atletas de los dos países se unan y digan sí vamos a hacerlo, vamos a competir y también a confraternizar”. No importa que sea a través de golpes, aquí, a fin de cuentas, son “amistosos”.