Match ball en contra salvado. Cuba calentó los bates y apaleó sin misericordia 14-0 a Taipei de China, y de paso quedó a las puertas de la ronda semifinal del III Clásico Mundial de béisbol, su objetivo precompetencia declarado.
Era un partido de matar o morir, los cubanos lo afrontaron como una final tras su derrota la víspera ante Holanda, y esta vez pudieron dominar la presión en todos sus registros ante un adversario incómodo, que un día antes estuvo a un strike de vencer a Japón, doble campeón defensor.
La apuesta del manager de Cuba, Víctor Mesa, resultó osada puesto que dio entrada al line-up titular al receptor defensivo Frank Camilo Morejón y al toletero Yasmani Tomás, además de premiar el buen desempeño del antesalista Yulieski Gourriel ante Holanda enviándolo al segundo turno del orden ofensivo.
Y la ofensiva respondió. Todos los regulares dispararon al menos un hit hasta llegar a 12, entre ellos cuatro kilométricos cuadrangulares, con destaque especial –estratégicamente hablando- para el del designado Frederich Cepeda y el de Tomás, el primero para tomar ventaja en el mismo primer inning y el segundo para desbalancear definitivamente el partido apenas en el cuarto episodio.
Cuba tomó ventaja en el capítulo inicial por el jonrón de Cepeda con José Miguel Fernández en circulación, y tres entradas más tarde, en la cuarta, dejó visto para sentencia el desafío cuando Tomás sacó la pelota de línea por encima de las bardas del jardín derecho del Tokio Dome, con José Dariel Abreu y Alfredo Despaigne en circulación.
A partir de ahí todo fue ‘coser y cantar’. Taipei claudicó visiblemente varios innings antes del final del choque y Cuba aprovechó para marcar otras ocho carreras, todas en el sexto, para dictaminar el fuera de combate en siete capítulos.
Este exuberante despliegue ofensivo fue un galón de oxígeno para el abridor cubano Danny Betancourt, autor de un trabajo de fábula desde el montículo, al completar seis entradas completas con 82 lanzamientos, válido para acreditarse su segundo triunfo en la lid.
El astro de las avispas de Santiago de Cuba, campeón olímpico en Atenas-2004, laboró a sus anchas con una mezcla interesante de bolas rápidas y lanzamientos de rompimiento, indescifrables para el equipo asiático, que se tomó tres ponches y solo pudo embasársele en cinco oportunidades, tres por hit y dos por boleto.
El Jugador Más Valioso del partido fue Cepeda, tras compilar doblete y cuadrangular en tres veces al bate, con tres carreras impulsadas e igual cantidad de anotadas, además de recibir un boleto.
Cepeda, inmerso en su tercera aventura en Clásicos Mundiales, se afianzó como el máximo productor histórico de hits en estos certámenes primaverales, con 30.
Por Cuba también brillaron José Miguel Fernández (sencillo y doble, tres impulsadas), Abreu (sencillo y jonrón, dos remolcadas y par de anotadas) y Alfredo Despaigne (sencillo y cuadrangular, con par de empujadas).
En el caso de Despaigne llegó a tres vuelacercas en la justa, líder en solitario, por delante de Abreu (2), Tomás (2) y el holandés Jonathan Schoop (2).
Ahora, Cuba deberá enfrentar y derrotar al equipo que resulte perdedor del partido de mañana entre Holanda y Japón, para asegurarse un boleto a la ronda de semifinales, pactada en el estadio AT&T Park de la ciudad estadounidense de San Francisco, sede de los Gigantes, actuales campeones de la Serie Mundial de las Grandes Ligas.
Los discípulos de Víctor Mesa están a solo un paso de cumplir su objetivo precompetencia, a pesar de todos los pesares.