En este instante, no es recomendable entrar al Estadio Latinoamericano. Si usted tiene en su mente esa imagen imponente del Coloso del Cerro con el impecable césped verde y las tribunas azules, yo no le sugiero portarse por el parque capitalino, al menos hasta que terminen las obras de restauración que allí tienen lugar en estas fechas, pues la contrariedad sería inmensa.
Ahora mismo, simplemente, el Latino no se parece al Latino. Con equipos técnicos por todos lados, muros derrumbados, las praderas con decenas de tonalidades de verdes, zanjas de cualquier tamaño en las profundidades y en todo el borde de manera general, son algunas de las grietas apreciables, justificadas porque se tratan de obras enfocadas en el mantenimiento y la restauración del inmenso recinto.
Para no dar muchas vueltas, de cara a la venidera 54 Serie Nacional de Béisbol la instalación tendrá inmuebles sanitarios completamente nuevos, el cuadro interior del diamante lucirá sus mejores galas tras un acondicionamiento total y los bullpen estarán ubicados en otra posición, muy similar a los estándares modernos utilizados en los estadios de las Ligas Mayores.
A grandes rasgos, esas son las principales modificaciones que se acometen en el santuario de la pelota cubana, que todavía enseñará una enorme brecha descubierta en la parte izquierda del techo, pues el deterioro en las vigas obligará a desmontar por completo las estructuras, repararlas en tierra y después volverlas a colocar en su posición.
Dicha tarea requiere de tiempo y extremo cuidado por el peligro que suponen estos movimientos, de ahí que la rehabilitación del techo demore hasta quién sabe cuando, justo como afirmaran los inversionistas de la obra.
Por lo demás, se espera que el resto de los proyectos concluyan en tiempo, aunque los ejecutores no esconden su lucha contra el cronómetro, pues tenían planificado entregar la obra a principios de octubre y ahora los organizadores de la Serie Nacional adelantaron la fecha de comienzo del certamen al 21 de septiembre, motivo suficiente para ponerse a correr, sin prisa pero sin pausa.
De todas las modificaciones, el acondicionamiento del terreno casi se termina, gracias a un gran trabajo de la brigada Forestal Habana, la cual ha dejado impecable el infield del estadio, con cada una de las capas tradicionalmente utilizadas: macadán, piedra, gravilla y arena con arcilla.
A falta de concluir un pequeño espacio cercano a la inicial, el resto de la labor de esta brigada se dirigirá después a la puesta a punto de la zona de seguridad alrededor de todo el estadio, utilizada en estos instantes para el traslado de materiales sin maltratar más el césped de los jardines.
Luego, el propio grupo entraría en el montaje absoluto de los bullpen cuando terminen su etapa constructiva, que ahora representan la mayor preocupación para los inversores dada la complejidad de la obra, que incluye demoliciones (ejecutadas en su mayoría) y levantamiento de muros, por solo citar dos tareas.
“Ahora los bullpen de ambos equipos se ubicarán al fondo de los dogouts, encima de las antiguas jaulas de bateo, que desaparecen por completo. Estarán en el área que antes ocupaba el público en los palcos de la parte izquierda y derecha del estadio. Es una estructura completamente novedosa en nuestro país, con la cual se le roba casi dos metros a la zona foul, aspecto favorable para la ofensiva”, explicó Eduardo Delgado, director del estadio.
Como vemos, es un proyecto ambicioso, que requiere de mucha dedicación, recursos y profesionalidad a la hora de trabajar, pues cualquier error retrasaría la obra y obligaría a Industriales a jugar sus partidos de local en otro espacio. Por el bien del béisbol nacional, esperemos que todo se termine en tiempo.