Jesús Cruz, el entrenador de la selección masculina cubana de voleibol, suele ser una persona tranquila y ecuánime, en ocasiones excesivamente pasivo. Rara vez alza la voz, por eso llamó tanto la atención que durante el duelo de cuartos de final de la Liga de Naciones perdiera por un momento la compostura y le diera un toque de atención a su equipo, que vagaba por la cancha del Beilun Gymnasium en Ningbo, China.
“Estamos bajando la cabeza. No no. La cabeza no se puede bajar allá dentro. Seguimos luchando cada pelota. Hay balones que se pueden recuperar y estamos mirando a ver quién le va a dar a la pelota. Todo el mundo tiene que salir a buscar esos balones”, exclamó el entrenador en un tono muy crítico, lo cual deja claro la magnitud del desastre.
Los reclamos de Cruz llegaron en la recta final del segundo set, cuando Cuba perdía 17-13 con un parcial de 7-3 en los últimos diez puntos. “Aquí nadie va a venir a salvarnos”, añadió el técnico, que después presenció en primera línea el desmoronamiento total del equipo para perder la manga con marcador final de 25-19.
Cuba-Italia: el ahora o nunca del voleibol antillano contra una bestia negra
Antes, en el primer set, la tónica había sido la misma, con una escuadra antillana desconectada, apática y errática hasta niveles insospechados, pecado mortal frente a un elenco italiano que aprovechó las brechas e impuso su ley con pizarra de 25-18.
Los europeos bombardearon con su servicio, ofrecieron constantemente apoyo en la net para lanzar los contrataques y dejaron muy mal parado al elenco caribeño, que se asfixió en sus propios errores. En total, entre los dos primeros sets regalaron 17 puntos por fallas, ocho de ellos en el saque, que costó un mundo que entraran en la cancha rival.
“¿Qué puedo decir? No estamos satisfechos. Pudimos hacerlo mejor”, apuntó tras el partido el central Javier Concepción, quien solo pudo anotar cinco cartones en todo el encuentro. No obstante, el bloqueador fue uno de los titulares que se quedó cancha desde el final del segundo set, cuando el cuerpo técnico decidió refrescar a la mitad del plantel buscando una reacción.
El capitán Miguel Ángel López, el pasador Julio Gómez y el opuesto José Massó fueron al banquillo y por ellos entraron Osniel Mergarejo, Christian Thondike y Yordan Bisset, quienes le dieron otro aire al sexteto. Si bien se mantuvieron los errores (ocho en el tercer set y 25 en los tres primeros parciales por solo 14 de Italia), los antillanos martillaron con el ataque, explotando sobre todo las diagonales y las penetraciones zagueras.
Con esa línea ganaron el tercer parcial 20-25 e intentaron repetir en la cuarta manga buscando una remontada milagrosa, pero las faltas propias volvieron a ahogar cualquier intento de rebelión. En ese set cometieron 12 fallas en general y siete solo en el servicio, elevando el cómputo total de errores a 37, de ellos 20 con el saque. Semejantes cifras son insostenibles ante un contrario del nivel de Italia, que dictó sentencia con un 25-21.
“Fue un partido de cuartos de final muy difícil, porque pueden ganarle a cualquier equipo. Los vimos contra Polonia, en el tie break con Francia, y vencieron a Brasil en Río de Janeiro, así que son un equipo muy fuerte, pero jugamos en los dos primeros sets con una intensidad increíble. Luego ellos jugaron mejor, pero nos mantuvimos en el partido y ganamos el cuarto set”, apuntó Alessandro Michieletto, máximo anotador (17 puntos) de los bambinos.
El zurdo de 23 años dio una clase magistral en ataque, servicio, recepción y defensa y fue secundado en materia ofensiva por el opuesto Kamil Rychlicki, autor de 17 tantos. El luxemburgués nacionalizado impactó con tres aces cruciales para abrir la brecha cuando Cuba luchaba por no descolgarse en el marcador.
Por Cuba, Marlon Yant volvió a ser la variante más recurrente y efectiva. El villaclareño marcó 21 puntos, demostrando que su reinado como máximo anotador de la clasificatoria no llegó de casualidad. Sin embargo, fue una especie de llanero solitario, sobre todo al inicio del encuentro, cuando los antillanos eran fantasmas en la cancha.
Del abismo al éxtasis o viceversa: el ciclo infinito del voleibol cubano
Después, Mergarejo se sumó a la artillería y consiguió 11 puntos, mientras Robertlandy Simón fue creciendo y terminó con nueve cartones, ocho de ellos en ataque, para una soberana eficiencia del 70 %. Cuando le llegaron las bolas, la estrella caribeña no perdonó, pero al tener Cuba tan poca continuidad en el juego se limitaron sus oportunidades.
Tras este fracaso, continuó la paternidad de los equipos italianos sobre los antillanos. Ahora, en 54 encuentros, los bambinos suman 37 triunfos y 17 derrotas. Los europeos han sido particularmente letales en duelos de eliminación directa, con 11 victorias y ningún fracaso ante los caribeños, incluidos cinco triunfos en finales de la extinta Liga Mundial y el éxito en la discusión de la corona del Campeonato Mundial de 1990.