Terminó la primera fecha de la primera ronda de Qatar 2022 y ya hubo consecuencias políticas: por ejemplo, tras perder con Arabia Saudita, en Argentina el dólar subió 10 pesos mientras en Riad decretaban feriado nacional.
Ahora, el riesgo de quedar eliminado tempranamente alimentará la tensión de esta segunda semana mundialista, no solo para Argentina sino también para otros equipos importantes, como Alemania.
En octubre de 2020 una terapeuta estadounidense llamada Moriah Mason Quenneville publicó un libro de autoayuda cuyo título es Leaving Parties Early (“Irse temprano de las fiestas”). En la solapa avisa que, además de ser un manual sobre cómo marcharse de un cumpleaños antes de que se soplen las velas, es un libro para “aprender a ser felices donde estamos, incluso si no es donde pensamos que estaríamos, vernos a nosotros mismos y a los demás con claridad. Se trata de elegir celebrar lo lejos que has llegado, en lugar de castigarte por cómo aprendiste las lecciones”.
Será una lectura recomendada para quienes queden eliminados de la Copa del Mundo apenas en el segundo partido: oscilarán entre autoflagelarse por el objetivo incumplido y pensar que llegar al Mundial no es poco, que esto es un juego, que en cuatro años hay revancha. A quienes les pase tendrán el castigo supremo de afrontar un tercer partido sabiéndose eliminados.
Pero para eso falta porque antes se jugarán 16 partidos, y estas son las claves en la previa:
Grupo A: Países Bajos-Ecuador, Qatar-Senegal
Neerlandeses y ecuatorianos ganaron el primer tope y ahora buscan resolver su clasificación con una victoria, aunque un empate también los dejaría bien perfilados. A los naranjas de todos modos solo el 20 % del país le estaría prestando atención, al 80 % restante la falta de derechos humanos en Qatar les quitó el interés por el fútbol. En Ecuador parece ser al revés: están recolectando firmas para pedir al presidente Guillermo Lasso establecer “media jornada libre” para los partidos que le resten al país en el Mundial.
Qatar busca evitar ser tan poca nuez entre tanto ruido. Quizá el emir Tamim bin Hamad Al Thani, quien se colgó en hombros una bandera saudí tras la victoria árabe contra Argentina, olvidó el embargo que los saudíes le impusieron al emirato qatarí hace unos años y cree que solo sus vecinos pueden salvar el honor de la península. La gente parece estar a tono. En el entretiempo del debut la afición qatarí se retiró en masa del estadio; y no está asistiendo al resto de los partidos con el entusiasmo que lo hacían los anfitriones de otros mundiales.
Grupo B: Gales-Irán, Inglaterra-Estados Unidos
La Gales de Gareth Bale debía ganar sí o sí para no necesitar por fuerza una victoria contra Inglaterra en el tercer partido y depender de otros resultados. Irán intentó explicar que su debut (2-6 frente a los ingleses) fue un malentendido. Fue un partido contra las censuras. Los hinchas galeses buscaron evitar que la policía moral qatarí les confiscara de nuevo los sombreros con los colores del arcoiris, en repudio a la política local contra la población LGBT. Y los jugadores iraníes volvieron a no cantar el himno en repudio a la represión del régimen de Teherán contra las mujeres (en el partido del debut la televisión estatal no transmitió lo sucedido y la emisión en vivo comenzó con el partido). Irán dejó a Gales en la cuerda floja y, como en la política, será a todo o nada contra Estados Unidos.
GOL de IRÁN EN EL 98. Se desata la locura. Van a lograr sus primeros tres puntos y a sentenciar a Gales. #Qatar2022 #FIFAWorldCup pic.twitter.com/OAnWYN6bgO
— David Ferrís (@DavidFerriis8) November 25, 2022
En el otro duelo juegan el football contra el soccer. Aunque la selección de Estados Unidos está cada vez más influenciada por la Premier League inglesa y el Mundial interesa bastante más que antes, si hasta Biden llamó por teléfono a los jugadores al vestuario antes del primer partido. En ambos países el boicot social a Qatar es muy fuerte; pero las contradicciones también, y no solamente por la cantidad de negocios que hay entre ingleses, americanos y qataríes, sino además por las denuncias de corrupción en torno a estos. El rey Carlos III habría recibido sobornos de los millonarios qataríes que “compraron Londres”.
Grupo C: Arabia Saudita-Polonia, Argentina-México
Los argentinos mezclan con el Mundial lo que les pasa en otros ámbitos. Más del 90 % de la población cree que el campeonato será decisivo para el humor de la mayoría y al menos una tercera parte del país cree que lo que pase el sábado contra México influirá en las elecciones presidenciales el año que viene. Si Argentina no gana, quedará fuera más temprano de lo que presagiaba cualquier pesadilla. Messi jugará en el precipicio; no puede no ganar, con el agravante de que representa un país que deposita en él lo que ya no deposita en la política y las finanzas: confianza y esperanza.
Nunca un Mundial se jugó tan cerca de la Meca, y los saudíes lo saben. Los custodios del centro espiritual del islam saben además que con el empate quedarán bien perfilados para obtener una clasificación histórica (aun empatando también el último partido); y Polonia, que suele preferir la defensa más que el ataque, tendrá que salir a buscar el resultado. Todas son buenas noticias para el principe saudí bin Salman, que esta semana, además de festejar a su selección, celebró que Estados Unidos, a pesar de haber prometido lo contrario, le “perdonó” haber sido el autor intelectual del asesinato al periodista Khashoggi en Turquía.
Grupo D: Túnez-Australia, Francia-Dinamarca
Por ahora el australiano más destacado del Mundial fue este hincha que, cuando la transmisión oficial lo enfocó, maldijo fuerte: “Estamos saliendo en la maldita televisión”. Túnez quiere confirmar que este es el Mundial de los equipos árabes y, con una victoria frente a Australia, transformar en talismán el punto de oro que obtuvieron contra Dinamarca. El empate no favorece a ninguno: será un partido abierto.
Dinamarca venció a Francia las últimas veces que se enfrentaron y deberá volver a hacerlo si no quiere depender de otros resultados para llegar a la siguiente fase. Francia sorteó cómodamente el primer escollo de esta Copa del Mundo; pero aún debe jugar los dos partidos más difíciles del grupo. Macron tiene fe: dijo que planea viajar a Qatar en semifinales. En Francia intentan matizar el boicot, la televisión que transmite los partidos promociona el torneo pero evita mencionar el país anfitrión.
Grupo E: España-Alemania, Japón-Costa Rica
Duelo de colosos. Dos campeones del mundo que vienen de experiencias muy distintas. Alemania debe ganar sí o sí para no volver a quedar eliminado en primera ronda por segundo Mundial consecutivo. Solía darse por sentada la famosa frase de Gary Lineker: “El fútbol es un deporte de once contra once, en el que siempre gana Alemania”. El domingo se verá si perdió vigencia. Para España nada está garantizado, el 7-0 del debut se devaluará si no sacan al menos un punto en el siguiente partido. En Madrid, mientras, discuten si el viaje del rey Felipe al Mundial significa apoyar al régimen qatarí y, sobre todo, si no está aprovechando para visitar a su papá.
Japón puede confirmar la sorpresa y meterse en octavos frente a una Costa Rica que se mostró muy vulnerable, incapaz de dar dos pases seguidos. Un partido de dos grandes candidatos: uno a pasar a octavos, otro a salir último. Los japoneses lo tienen todo pensado y no solo el equipo se preparó: los fans de Japón tienen un repertorio que importaron de las hinchadas argentinas y cuando festejan, lo hacen solo cuando corta el semáforo. Están tan preparados que hasta hablan español perfecto.
Espectacular discurso del Rey de España tras la victoria contra Costa Rica.👏🔝 pic.twitter.com/0DJQARaKF2
— Ferranismo (@Ferranismo11FCB) November 23, 2022
Grupo F: Bélgica-Marruecos, Croacia-Canadá
De Bruyne, la estrella belga, tiene un deseo y es que esta vez le den el premio a mejor jugador por merecerlo: “No me parece haber jugado tan buen partido. No sé por qué me he llevado este trofeo. Quizá por mi nombre y reputación”, dijo tras el primer partido. Es que la primera fecha mostró lo difícil que es elegir un destacado en este rincón del Mundial: este demostró ser el grupo más parejo. Bélgica ganó con lo justo. Canadá perdió por nada. Croacia y Marruecos no se sacaron ninguna diferencia. La segunda fecha no pinta muy diferente.
Grupo G: Brasil-Suiza, Camerún-Serbia
El grupo comenzó con un gol suizo de un nacido en Camerún: nunca había ocurrido que alguien le convierta un gol a su selección natal. “Soy el fanático número uno de mi país”, había dicho. Se refería al natal. Este gol es el fruto de un divorcio. A finales del siglo pasado, cuando sus padres se separaron, Breel Embolo se fue con su madre a Europa. Lo que siguió terminó en un pedido de disculpas en lugar de una celebración.
Brasil (¿sin Neymar?) ya avisó: es candidato. No solo porque ganó, sino porque hizo lo que debe hacerse en un Mundial: se sobrepuso a la adversidad. El Mundial es más sobre resolver problemas que sobre ganar partidos.
Lo que viene para Serbia y Camerún será un duelo de octavos de final: a todo o nada. En el otro partido habrá contrastes. Y para Brasil y Suiza un choque de estilos. Una de las virtudes brasileñas es desordenarse: aparecer por sorpresa, inventar una gambeta, un desequilibrio individual. Suiza es todo lo contrario: nada se sale del plan, todo es en bloque y colectivamente. En el fútbol se invierte la ecuación de la economía global: aquí Brasil juega con recursos de sobra y Suiza administra la escasez.
Grupo H: Uruguay-Portugal, Corea del Sur-Ghana
Portugal ganó sufriendo frente a Ghana y parece que esa será la norma del grupo. Cristiano Ronaldo, que hizo historia convirtiendo al menos un gol en cinco Mundiales diferentes, tiene equipo para pensar en una Historia con mayúsculas; pero, por ahora, no la regularidad en el funcionamiento.
Uruguay y Corea decidieron procrastinar. No quisieron arriesgarse y pospusieron el vértigo para los partidos que siguen. Ese momento llegó: Uruguay le dará la revancha a los de Cristiano Ronaldo tras dejarlos fuera de Rusia 2018. El partido, junto al de España-Alemania, es uno de esos que pudieron haberse dado en instancias finales pero suceden en las iniciales. Uruguay y Portugal son países parecidos: pequeños territorios en los que se vive bien pero de los que se marchan los jóvenes. Son países con diásporas grandes e identidades fuertes.
En Ghana juega Iñaki Williams, mientras su hermano Nico juega para España. Llegaron como refugiados al país y luego cada uno decidió jugar para una selección diferente y enfrentar en el Mundial un desafío muy distinto. En Corea, en cambio, todos parecen hermanos: la mitad del equipo se apellida Kim. Es el apellido de más del 20 % de la población y significa “oro”. En el partido que viene ambos equipos necesitan la paciencia de los mineros del metal; pero, además, será un duelo de resistencia física: ninguno de los equipos se caracteriza por cansarse.
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