La historia no contará que el Real Madrid tuvo que dar la vuelta a la pizarra para ganar su decimocuarta final en la Copa de Europa. Los relatos dirán, simplemente, que los blancos derrotaron 0-1 al Liverpool con gol de Vinicius en el partido decisivo de la Liga de Campeones, en cuyas memorias solo figurarán las remontadas blancas ante PSG, Chelsea y Manchester City.
Pero el Madrid sí remontó en la final del Stade de France, porque este duelo lo empezaron perdiendo hace alrededor de una semana, cuando el crack francés Kylian Mbappé anunció que renovaría con el PSG, dejando a los merengues sin la megaestrella que querían para su proyecto de los próximos diez años.
En apariencia, nada tendría que ver la decisión de Mbappé con el duelo ante el Liverpool, pero el entorno madridista había depositado tantas esperanzas en el fichaje del galo que su movimiento decisivo fue un recto al mentón de los blancos, sobre todo por el momento en que llegó.
Todos tuvieron que sacudirse del mazazo, apelar a la casta, al orgullo histórico del club más exitoso de Europa y salir mentalizados a buscar otra remontada contra un rival crudo, probablemente el más dinámico y enérgico de los equipos que jugaron esta Champions.
El Liverpool se paraba imperial delante del Madrid, con el ritmo frenético de Trent Alexander-Arnold y Andrew Robertson, el descaro de Luis Díaz, la pegada de Sadio Mané, la magia de Mo Salah, la conducción de Thiago Alcántara, el músculo de Fabinho, el sentimiento de Henderson y el poderío de Van Dijk y Konaté, las dos torres de la defensa.
Parecía utópico que el Real lograra escalar esa montaña, como mismo había hecho antes con remontadas de época en el Bernábeu ante el PSG qatarí, los vigentes campeones del Chelsea y el City de los jeques. Pero al Madrid no conviene darlo por muerto cuando no se han colocado todos los clavos del ataud, y el Liverpool lo comprobó.
Sin jugar bien, asediados por un ataque tan despiadado como inefectivo, los blancos dieron la vuelta la historia por enésima vez. La remontada comenzó a gestarla un portero que, según un ranking elaborado por la publicación británica FourFourTwo, ni siquiera está entre los diez mejores arqueros del mundo.
Thibaut Courtois, guardameta de profesión, detuvo cuanto le tiraron. Frustró a Mané –ayudado por el palo–, a Thiago, a Salah, quien llegó con sed de revancha y no pudo vulnerar el muro que levantó el portero belga, seleccionado al final como Jugador Más Valioso del encuentro.
Su actuación dio aire al Madrid, tanto que Vinicius pudo correr a cien por hora para rematar un centro de Fede Valverde a espaldas de Alexander-Arnold. En una jugada tejida con precisión a una velocidad no apta para cardíacos, este diablo brasileño mandó la pelota al fondo de las redes y selló la remontada que conducía a la decimocuarta Copa de Europa del Real Madrid.
Eran las cinco y un minuto de la tarde en La Habana, una ciudad que explotó con un grito de gol seco que se escapaba entre los ventanales de la ciudad. La televisión estatal y única legal en el país no estaba pasando el partido por no adquirir los derechos de transmisión, pero cientos de miles de fanáticos se las ingeniaron para ver el duelo en bares privados, en casas con antenas clandestinas, por señales online de radios extranjeras o a través de aplicaciones en los celulares.
La capital cubana rugió con el tanto de Vinicius, el tanto que encumbra a Karim Benzema, Luka Modric, Marcelo, Dani Carvajal, Gareth Bale, Nacho e Isco como campeones de Europa por quinta ocasión en sus carreras, algo al alcance de muy pocos jugadores. El gol también dio más brillo al palmarés descomunal del técnico Carlo Ancelotti: dos Champions con el Madrid, dos Champions con el Milán, dos Champions como jugador y el título doméstico de cada una de las cinco grandes ligas europeas. Imponente.
Ancelotti es uno de los grandes gestores de la victoria. El verano pasado tomó una plantilla casi sin refuerzos de relumbrón, avanzó seguro hasta obtener el título de Liga con muchas jornadas de antelación, y ahora remató con una Champions inigualable. El italiano supo aguantar la presión todo el año y logró que sus jugadores llegaran a toda máquina a la recta final de la campaña.
Tras este triunfo, el Madrid mantiene viva una racha de 41 años sin perder finales en la Copa de Europa. Precisamente, este viernes 27 de mayo se cumplió el 41 aniversario de su última derrota en la competición. Aquel fracaso fue en París, fue contra el Liverpool, y muchos pensaban que la historia se repetiría en el 2022, pero no, a la larga se ha impuesto la leyenda blanca.
Ya estoy convencido de que Madrid tiene sobornado a Dios.