En la primavera del 2014 hablábamos de las múltiples oportunidades que disfrutaría Erisbel Arruebarrena, “El Grillo”, en su nueva aventura como jugador de los Dodgers de Los Ángeles. Acabado de firmar, con 23 años y enormes perspectivas, costaba imaginar que el torpedero cienfueguero no lograría impactar de alguna manera en las Mayores.
Por aquellos tiempos, el dominicano Hanley Ramírez, quien había disminuido notablemente su rango de cobertura, era el defensor de las paradas cortas en la novena angelina, y se suponía que, más temprano que tarde, fuera movido a otra posición, algo que efectivamente ocurrió, pero en Boston.
Ese, sin dudas, debió significar un empujón adicional para el cubano, quien probó el sabor de las Mayores a finales del 2014 y encontró las puertas abiertas en uno de los mercados de mayor impacto en Estados Unidos. No obstante, aunque cueste creerlo, esa fue su única toma de contacto con la Gran Carpa.
Cuatro veranos han pasado y Arruebarrena, lejos de crecer, se borró de la actualidad de los Dodgers, al menos desde el punto de vista deportivo, porque sí fueron muy publicitadas sus suspensiones del 2015 y 2016, ambas por cuestiones disciplinarias que los dirigentes de la franquicia nunca develaron con total claridad.
En mayo del 2016, por ejemplo, Gabe Kapler, actual mentor de los Phillies de Philadelphia y antiguo director de desarrollo de los Dodgers, solo comentó que el cubano era separado por sus repetidas fallas en el cumplimiento de los términos de su contrato, pero sin abundar en detalles, algo que “El Grillo” tampoco hizo.
Por si fuera poco, ya en el 2017 Arruebarrena participó apenas en ocho partidos en las Menores, lo cual dejaba bastante claro que las intenciones de Los Ángeles era mantener al antillano al margen, aunque ello significara desperdiciar una gran cantidad de los 25 millones de dólares de su contrato, firmado en el 2014.
En este 2018 la situación no mejoró y el 24 de julio, de acuerdo con Baseball Reference, Arruebarrena fue cesado por los Dodgers, sin hacer un swing en ninguno de los niveles de la organización, ya muy señalado por sus baches anteriores, los cuales, según el propio jugador, se debieron a problemas de salud, específicamente su debut como diabético.
Después de tanto tiempo sin salir a los diamantes, era previsible la movida de los Dodgers, tal cual había advertido Michael Derosa, columnista en The Sporster, quien alegó que el equipo no podía darse el lujo de hipotecar tanto dinero por un hombre que no saltaba a las Mayores desde el 2014, todo ello en un momento en el que necesitaban añadir profundidad a su roster para aumentar las posibilidades de clasificar a la postemporada.
Con 28 años y sin un historial de lesiones graves, el cubano tendría oportunidad de reconducir su carrera, pero es imprescindible un cambio de actitud, pues justamente su carácter y su fama de chico malo terminaron por hundirlo. Esa es la enseñanza que debió dejarle este primer matrimonio en MLB, uno que definitivamente nunca estuvo destinado a funcionar.
Por un momento pensé que me enteraría del chisme,pero me quede con las ganas,seguiremos pensando en problemas de disciplina.