Orlando Ortega Echavarría es uno de los tantos cubanos que hoy ponen sus conocimientos al servicio de impulsar el desarrollo del deporte en diversas naciones alrededor del planeta. Atleta en sus inicios (corredor de 400mcV) y entregado a la pasión de enseñar después, este artemiseño hace las veces de entrenador desde 1996, especializado en la velocidad y las vallas. Esta última es una modalidad que le reserva un orgullo adicional pues es el progenitor (biológico y deportivo) de Orlando Ortega (hijo), el muchacho que fuera sexto en la final olímpica de 110mcV en Londres y que hoy apunta a ser el relevo en una disciplina que ha sido especialmente pródiga para nuestra isla en los últimos años.
De su pasión por el atletismo, de su labor como colaborador internacionalista y de lo que significan los logros de su muchacho conversamos con Ortega Echavarría:
¿Cómo llega al Deporte?
El deporte es casi un factor genético en mi familia. Naci producto de un matrimonio entre atletas que, en aquel entonces, formaban parte del equipo nacional de Cuba: mi madre, Cristina Echavarría (Atletismo), fue campeona centroamericana, también de los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1967 (4×100) y participó de la olimpiada de México 1968 y mi padre, Orlando Ortega (Fútbol), fue el primer pinareño en llegar a la selección nacional de este deporte. Con esas influencias me convertí en el primero de mis tres hermanos que se vinculó a la práctica del deporte. En mi caso, me incliné por el Atletismo al igual que mi hermano menor, y el segundo se dedicó al baloncesto. Confieso que, aunque tuvimos buenos resultados a nivel nacional, ninguno pudo alcanzar la meta de llegar al equipo nacional.
¿Qué factores considera claves para la obtención de resultados, sobre todo en el área de las vallas, una de las que usted ha estado cerca?
Sobre todo influye la disciplina y la constancia en el trabajo con los atletas. Así lo demuestran los logros del profesor Santiago Antúnez y su colectivo de entrenadores; ya que sus resultados han sido constantes; por ejemplo Emilio Valle, Anier García, Erik Battle, Joel Hernández, Yuniel Hernández (también alumno mío), Dayron Robles, en fin todos los muchachos salidos de la escuela de vallas que han demostrado su clase y nivel, lo cual es igual a desarrollo.
En contraposición, la velocidad no ha sido pródiga en los últimos tiempos, ¿en su criterio qué es lo que influye?
En mi modesta opinión y con mucho respeto sobre el criterio que pueda tener el resto de los especialistas que se ha pronunciado sobre el tema debo decir que no estoy de acuerdo con la frase de que “en Cuba ya no hay velocistas”. Sostengo lo dicho porque quizás muchas personas no han tenido la posibilidad de presenciar unos Juegos Escolares donde se realizan marcas entre los 10,4 y 10,5 en el masculino e inferior a los 12 segundos en el femenino. Lo cual demuestra que el talento existe, solo se trata de identificar los factores que no permiten desarrollarlo. El problema comienza al terminar la categoría juvenil, donde afecta mucho la falta de competencias nacionales e internacionales y a mi entender es cuando fisiológicamente el organismo de estos atletas está realmente preparado para alcanzar mejores resultados. Un factor determinante es la falta de roce competitivo, está probado que ningún entrenamiento suple el desarrollo que se alcanza cuando se compite con sistematicidad. Sencillamente, hay que competir, porque si ellos no se ponen a prueba no pueden tener resultados destacados.
Coméntenos la experiencia y misión fundamental de su colaboración en Trinidad & Tobago
Formo parte de un grupo de colaboración compuesto por nueve entrenadores (tres de atletismo, dos de boxeo, dos de voleibol, uno baloncesto, uno judo) que llegamos en este país con la tarea fundamental de organizar el deporte. Sobre todo encaminar nuestra labor a potenciar los entrenamientos en la base, dígase escuelas primarias y secundarias; además de capacitar y orientar a los entrenadores que forman parte del Ministerio de Deportes.
En lo personal, el fruto de mi trabajo ha valido para alcanzar 7 medallas en los diferentes campeonatos nacionales Juveniles y de Mayores: 2 oros, 3 platas y 2 de bronce. Hemos descubierto atletas muy talentosos en las disciplinas de 200 y 400 metros planos y este año comenzamos a desarrollar un programa con la Universidad De Trinidad y Tobago (U.T.T) enfocado al desarrollo del Área de las vallas.
Orlandito, su hijo, se ha inclinado por el atletismo; ¿Fue usted quien le inculcó usted la pasión?
A decir verdad se lo inculcó su desaparecida abuela. Ella siempre ha sido el ejemplo a seguir para él. En su inclinación jugó un importante papel la influencia que siempre significa el haber crecido en un hogar donde se respiraban aires deportivos en todo momento.
¿Entrenador y padre orgulloso?
Imagínate, ver a Orlandito en el equipo nacional es sentir que mi sueño se ha hecho realidad. Es un atleta que ha madurado rápidamente y se debe a que está muy enfocado y claro con sus objetivos. Lo de la Olimpiada fue fenomenal, creo que lo disfrute más que él. Fueron varios años luchando por lograr ese objetivo. Sus primeros pasos los dio conmigo en la EIDE Provincial de Artemisa, y desde sus inicios se le veía con muchas condiciones, fue transcurriendo el tiempo y los resultados afloraron: primero los Juegos Escolares, la categoría Juvenil, el ingreso a la ESPA Nacional y sin esperarlo, el bronce Panamericano. Después tuvo casi un año para acariciar un sueño y superarse, así llegó lo que hasta hoy es su mayor logro: finalista olímpico con 21 años.
Como aficionado y conocedor del atletismo, ¿cómo valora la actuación del muchacho?
Para mí fue un éxito, primero porque es su primera incursión en el más grande de los eventos deportivos, y segundo porque demostró determinación con su actuación. El pronóstico pre- competencia que había trazado junto a su entrenador se veía un poco ambicioso al mirar la calidad y experiencia de los otros atletas, sin embargo, él siempre buscó ir a más y luchó por ser finalista y así fue, alcanzó su objetivo.
¿Qué cree que le falta?
Debe continuar perfeccionando su técnica, que de ella depende en gran medida la victoria y también trabajar en ganar un poco más en masa muscular.
¿Le deja responsabilidades ese resultado?
En lo personal recibo sus resultados con el compromiso de orientarlo. Ahora me toca apoyarlo en su misión que es la de mantener en alto el prestigio de la Escuela Cubana de Vallas. También supone el continuar siendo padre y entrenador; guiarlo por el camino correcto tanto en la vida como en el deporte. La fama, si le llega, es un factor que debe estar preparado para recibir pues es un factor que tiende a confundir a los atletas en sus objetivos. Orlandito es joven y no sería el primero que promete mucho y cumple poco. Él tiene que mantenerse enfocado y en ello siento que juego un papel fundamental.