En la pista central Philippe-Chatrier de París, Francia, probablemente había varios cubanos disfrutando de la final de Roland Garros entre Rafael Nadal y Dominic Thiem. Pero de seguro ninguno vivió el episodio con tanta tensión como Duglas Cordero, uno de los preparadores del joven austríaco.
Cordero, natural de Cienfuegos, estaba en las gradas justo al lado de Nicolás Massú, entrenador de Thiem, el tenista emergente que por unos pocos momentos amenazó la supremacía de Nadal en su santuario por excelencia.
Thiem, adversario joven y talentoso moldeado a la manera de Cordero desde que comenzaron a trabajar juntos a inicios de este año, enfrentó a Nadal en la final del torneo francés por segundo año consecutivo, y en esta oportunidad se le plantó en condiciones.
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El primer set fue una oda al tenis, con excelso nivel de los dos protagonistas. El español sacó la mejor parte y venció con pizarra de 6-3, pero ya en segundo acto el austríaco le rompió el servicio a Nadal y equilibró la balanza con victoria de 5-7.
Ello provocó que los aficionados se pusieran de pie, haciendo ruido y aplaudiendo, pero sobre todo preguntándose: ¿Esto ya es un verdadero partido? ¿Podría Thiem presionar más a Nadal? ¿Nadal flaquearía?
En ese momento, tanto Massú como Cordero se frotaban las manos por una posible victoria de su pupilo, la cual tendría un impacto histórico, porque Nadal no había perdido ninguna de sus 11 finales anteriores en Roland Garros.
Pero el sueño duró poco en las huestes de Thiem, que vieron como el español se recuperaba (ganó las dos últimas mangas por 6-1) y conseguía 16 de los siguientes 17 puntos, y 12 de los últimos 14 juegos.
“Di todo lo que tenía”, comentó Thiem. “Es increíble. 12 veces aquí. Es irreal”.
Ningún otro jugador ha ganado un mismo torneo tantas veces. Por otra parte, nadie ha sido tan adecuado para el éxito en ninguna de las superficies del deporte como este español de 33 años lo es en la arcilla. Nadal tiene una foja de 93-2 en su carrera en Roland Garros, ganando cuatro títulos consecutivos de 2005 a 2008, cinco seguidos de 2010 a 2014 y ahora tres al hilo.
“No puedo explicar mis emociones”, dijo el tenista ibérico, quien se dejó caer de espaldas tras el último punto sobre la arcilla, ensuciando su camiseta amarillo fosforescente, y se limpió las lágrimas durante la ceremonia del trofeo.
Observando un panorama más amplio, el español ya suma 18 trofeos de Grand Slam, colocándose a dos de distancia del récord masculino de Roger Federer de 20.
Thiem, austriaco de 25 años que llegó al torneo como el cuarto preclasificado y superó al número uno del escalafón mundial, Novak Djokovic, en las semifinales, buscaba conseguir su primer título de un major en esta reedición de la final de 2018 en París. Pero nuevamente, no pudo descifrar a Nadal.
“Lo primero que quiero decir es felicidades a Dominic. Me siento mal por él porque también se lo merece”, dijo Nadal. “Tiene una intensidad increíble”.
Con información de The Associated Press