La presencia más reducida de judocas cubanos en las más recientes convocatorias olímpicas terminó generando la cosecha más exigua que se recuerde, desde que la ciudad alemana de Múnich acogiera la cita estival en el cada vez más lejano 1972. Y aunque las señales fueron inequívocas durante todo el proceso clasificatorio, quedaban mínimas esperanzas de que este viernes dos figuras de calibre, como Idalys Ortiz y Andy Granda, pudieran evitar el naufragio que significa regresar de los Juegos de París 2024 sin premios.
Los peores presagios terminaron sucediendo porque la artemiseña, con toda lógica, no cuenta con la preparación, ni el brío necesario para contener el empuje de rivales en el esplendor de sus carreras.
Andy, sobre quien descansaban las últimas esperanzas, se quedó a las puertas del podio, víctima de una pasividad que le hizo caminar sobre el alambre en cada una de sus presentaciones.
Después de arrancar con solvencia, despachando en octavos de final a Marvin Gadeau, de Mónaco, el yumurino se encontró con un obstáculo infranqueable en el japonés Tatsuru Saito, a quien le ganó la final mundial hace par de años. Después de ocho desgastantes minutos, el nipón salvó sus opciones de título, mandando al cubano a la ruta más larga hacia el podio: la serie de repechaje.
#Paris2024| Andy Granda , 5° en más de 100 kg
Oscar Brayson ’08
5° Álex García ’16
5° Brayson ’12
5° Frank Moreno ’92
5° Granda ’24Desde Múnich’ 72 el #JUDO cubano no se iba sin medallas de los #JuegosOlímpicos pic.twitter.com/q4rIJvJQGm
— DeporteCubano (@CubanoDeporte) August 2, 2024
Necesitaba Granda dos éxitos para sumar una presea olímpica a su expediente y completó la mitad de la misión, cuando el azerí Ushangi Kokauri recibiera las tres amonestaciones que conducen a la derrota. La otra parte quedó incompleta, porque nuevamente se vio el cubano sin las armas necesarias para llevar la iniciativa ante el tayico Temur Rakhimov, su bestia negra bajo los cinco aros.
Las penalidades -una vez más- le obligaron a cambiar el guion sobre el camino y quedó expuesto a una técnica de piernas que su rival no desaprovechó. Festejó el vencedor, pero no al nivel que lo hizo el público cuando su ídolo Teddy Rinner completó la hazaña de su tercer cetro en la división.
Terminó así un idilio de los judocas cubanos con los podios olímpicos que se extendió durante diez ediciones consecutivas. Muy complicado se vislumbra el futuro, porque la tarea de reconstrucción será grande. Y para ello, ahora mismo, no existe mucho material humano disponible.
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