Sullivan Barrera (17-1, 12 nocauts) besó la lona en el tercer asalto. Un jab penetró su guardia bien temprano y sacudió su anatomía, devoró sus aspiraciones e hizo que comprendiera la calidad de su rival. Andre Ward (29-0, 15), excampeón mundial supermediano, no evidenció el paso del tiempo ni los casi once meses de inactividad. El norteamericano subió al encerado abrigado de confianza y la hizo pública con el transcurrir de los actos. Su victoria fue más que categórica.
El cubano Barrera peleó como nunca: sin sed de triunfo, un tanto apático, sin cambios aparentes en el guion preconcebido, poco contundente en los momentos adecuados. Ward, por su lado, desplegó su hegemonía, campeó por su respeto y le facilitó al caribeño comprender lo justo para instruir sobre una esgrima boxística depurada y exquisita.
“Son of God” exteriorizó su nivel en casa, ante su gente, y se maximizó en el Oracle Arena de su natal Oakland. Las tarjetas dejaron para la historia puntuaciones de 117-109, 119-109 y 117-108. Los números hablan por sí solos. Un éxito que lo mantiene invicto, y que rompió el status inmaculado que ostentaba el guantanamero.
Ward se presentó mucho más rápido de lo que la mayoría esperaba en su nueva división. Velocidad de manos y piernas, seguridad y buena puntería en el golpeo, así como reflejo de felino le garantizaron un combate más tranquilo de lo pensado. Todo lo contrario fue el accionar del cubano. Lento, poco colaborativo, incapaz de mostrar defensa para los ganchos ajenos, en fin, poco soñador.
Prácticamente el único problema que tuvo el púgil norteño en la velada aconteció en el octavo episodio, cuando el árbitro Raúl Caiz le descontó un punto por un golpe bajo que dejó arrodillado a Sullivan. También en el décimo round, hubo otra advertencia para Ward, por un cabezazo aparentemente accidental. Nada más.
El resultado despeja el camino para el ganador. Un duelo contra el ruso Sergey Kovalev, monarca de los cinturones de la AMB, OMB y FIB de las 175 libras, está más seguro que nunca. Andre sabe que enfrentar al euroasiático le colocaría nuevamente en la cúspide universal tras los problemas personales y de promoción en que estuvo envuelto.
Sullivan, en tanto, perdió la ocasión de su vida. Incluso, no dudo que ahora mismo se pregunte qué falló, qué le faltó, por qué no fue más ofensivo, más Sullivan Barrera, “el hijo de Fefita”, como siempre menciona. Pero tampoco es el fin del mundo. A sus 34 años muchos conocen su calidad y nuevas carteleras querrán tenerlo en sus noches. Esta que aconteció el pasado sábado en la sede de los Warriors de Golden State, ante la mirada atenta del estelar Stephen Curry, es mucho mejor olvidarla y mirar hacia adelante.
Futuro incierto para Ortiz, Lara, Gamboa y Rigondeaux
A esta altura, cerrado el primer trimestre del 2016, algunas de las luminarias más conocidas del boxeo profesional cubano continúan sin mostrarse ante el público. Poco ha cambiado y las peleas no abundan. Encuentros que se pronostican y se caen, hombres que no acceden a ser sus rivales, promotores que no logran hacer su trabajo. Las piezas continúan en el mismo lugar, más oxidadas que antaño.
Este panorama gris no incluye a Luis Ortiz, “King Kong”, quien ya debutó por todo lo alto esta temporada. El camagüeyano tiene el viento a su favor para bolsas bien jugosas de ahora en adelante. En su contra está la carencia de contrincantes. Nadie quiere enfrentarlo.
No obstante, Ortiz tiene fecha para el 7 de mayo en el Pago por Evento del mexicano Saúl “Canelo” Álvarez y el británico Amir Khan. El cubano está a la espera del “sí, acepto” del ruso Alexander Ustinov. Más allá de que no se haya llegado a un acuerdo, “King Kong” está entrenando para hacer acto de presencia en la megacartelera.
La vida es completamente diferente para Erislandy Lara, Yuriorkis Gamboa y Guillermo Rigondeaux. Ninguno posee una fecha para su reaparición. De Lara, por ejemplo, se espera un segundo tope con el armenio Vanes Martirosyan, pero nada se ha anunciado legalmente al respecto.
Los innumerables contratiempos de su agente Al Haymon han tenido repercusión negativa para el guantanamero, quien después de su enfrentamiento ante el “Canelo” Álvarez ha perdido la ruta de los grandes escenarios. Aún así, sus bolsas no han sido de las peores ni mucho menos. La inexistente actividad ante los mejores no ha deteriorado su economía.
Rigondeaux, por su lado, voló a Europa casi de turista, pues finalmente no enfrentó a James Dickens, el pasado 12 de marzo en Inglaterra. Las razones de su vuelta a Miami no están nada claras, mientras su equipo de trabajo alega problemas en el visado.
El santiaguero, doble campeón olímpico como amateur, cada día tiene menos factores a su favor. No basta con que no tenga funciones, si no que aquellas que se le resuelven no las sabe aprovechar. Su carrera ha llegado a tal punto que, a pesar de estar entre los diez mejores libra por libra de la actualidad, su bolsa ante Dickens era de tan solo 60 mil dólares. Sullivan Barrera cobró 485 mil por su derrota ante Ward.
En tanto, Yuriorkis Gamboa está enfocado en retornar a la senda que lo tuvo como un boxeador vistoso, digno de letras en mayúsculas. Las últimas informaciones indican que firmó con la compañía española BB Promotions. Al menos subió videos a facebook todo feliz en el país ibérico y autoridades de la empresa expresaron la admiración que sienten por el “Ciclón del Guaso”.
Sin embargo, personas cercanas al púgil cubano señalaron que nada es oficial. Además, una firma con el grupo español haría que las ganancias de Gamboa sean compartidas con Curtis Jackson, “50 Cent”, quien es su principal promotor actualmente, a pesar de las trabas existentes entre ambos.
Todo no está dicho para los cubanos en materia de boxeo. Unos siguen estancados, otros lucen mejor, existen quienes suben de forma paulatina. La armada es numerosa y las noticias fluyen sin contratiempos. Cada cual está a la espera de su hora. Solo el tiempo nos dirá de qué material está hecho cada uno de nuestro fajadores.