Febrero agoniza y el periplo invernal de la reducida escuadra atlética cubana ha llegado a su fin. Los especialistas en vallas cortas Orlando Ortega y Yordan O’Farrill, más Yarisley Silva, de salto con pértiga, se enrolaron en cuatro y seis competiciones, respectivamente.
Yarisley Silva, fiel a los presagios y por encima de los pronósticos de su entrenador Alexander Navas, que a priori referían el andar con estabilidad sobre los 4.65 metros, marcó la avanzada e inscribió su nombre en el podio en todas sus presentaciones, cuatro de ellas, con asiento en lo más alto.
Ortega, en tanto, consiguió tres metales (2-0-1), al tiempo que Yordan O’Farrill acumuló un cuarto puesto como principal botín de su debutante camino por un circuito competitivo, que incluyó reuniones en Alemania, Francia, Reino Unido y Suecia.
La nieve termina y el análisis se impone.
Yarisley Silva protagonizó una gira impecable y dejó atrás 2012, cuando concretó cuatro premios (1-2-1) en seis salidas a la pista. Si de béisbol se tratase, cabría anunciar que en 2013 la pinareña promedió 1000 con rendimiento perfecto de 6-6.
Iniciar la temporada clasificándose para el Campeonato Mundial, merced al 4.65 que le reservó la tercera plaza en el Russian Winter de Moscú (3 de febrero), hacia vaticinar los saltos que, en efecto, se sucedieron inmediatamente después de tomarle la medida a los relojes y termómetros europeos.
Así, dos días después, el Golden Pole de la ciudad checa de Pardubice la vio coronarse con registro de 4.71 e igualmente venció en el Pole Vault Stara, de Donestk, Ucrania, con 4.76 entonces nuevo record nacional bajo techo; y, con 4.60, en la Copa Pedro, de Bydgoszcz, Polonia.
Fue segunda en Birmingham, con 4.70m; y, al saltar 4.78, volvió a coquetear con el firmamento en el XL Galan, de Estocolmo, Suecia.
Donestk, ciudad natal del astro Sergey Bubka y Estocolmo, cuna de la última cota mundial de Yelena Isinbayeva, otra leyenda de la especialidad, vertieron sobre Yarisley Silva un tantico de su magia.
En ambas urbes la muchacha escaló nuevos peldaños en su carrera al estampar sendas cotas nacionales, válidas por demás para el Área de Centroamérica y el Caribe. Primero sobrepasó los 4.76 en Ucrania el día 9 y luego voló sobre los 4.78 el pasado 23 en suelo sueco. Está última altura le concedió el pasaporte directo para treparse en la cima del escalafón global de la temporada, desbancando a la británica Holly Bleasdale que dominaba con 4.77m.
Sus saltos, aunque encantan, no sorprenden. Más bien, se vislumbraban. Inesperado y hasta fatídico a plano personal habría sido que no concretara un resultado de esta magnitud, luego de cumplir una secuencia de presentaciones con la estabilidad proyectada.
Para los más exigentes, sus marcas no suponen demasiado en medio de una élite convocada a superar los 4.80 o más. Y es cierto, pero pasa que en esta historia, el guión determina argumentos y Yarisley Silva en los últimos tiempos ha seguido una línea marcada por el progreso y la auto superación, una de las características distintiva de los grandes campeones.
LOS VALLISTAS
La tropa de Kelvin Antúnez encontró cuatro citas y se mostró con un Ortega de rendimiento variable. Los tres ascensos al podio (2-0-1) del actual principal vallista de la escuadra nacional, no son motivo de fiesta, sobre todo porque sus presentaciones estuvieron propensas a descender notablemente de una carrera a otra.
El sistema de la gran mayoría de estos mítines de un día incluye dos salidas a la pista, una a modo de semifinal y otra para decidir las posiciones. Orlandito se caracterizó por andar bien, rozando sus mejores registros durante su primera incursión, pero luego descendía ostensiblemente y su resultado no terminaba por ser el deseado.
En su inicio en Karlsruhe fue donde mejor estuvo. Corrió 7.54 en semis y después 7.60 en la final. Terminó primero, pero el síndrome de dar más antes de tiempo, ya presente, lo acompañó en el resto de sus presentaciones. Una situación que una vez analizada puede palearse en aras de estabilizar un rendimiento. Pese a las fluctuaciones, Orlando Ortega consiguió superar su paso por 2012, tanto en cantidad de medallas como en su rendimiento personal, acápite que optimizó de 7.57 a 7.54 segundos.
El novel O’Farrill, debutante en pista cubierta, fijó su cota personal en 7.65, crono patentado en Düsseldorf durante su primera incursión oficial, tras haber cumplimentado un estreno accidentado en Karlsruhe.
En el global, la gira puede ser catalogada de exitosa. Obtener nueve puestos en el podio con solo tres atletas deja buen dividendo porcentual. Pero, obvio, hasta de lo positivo se sacan lecciones, y precisamente ahí queda el reto. Es tiempo de redefinir estrategias para no ceder ni un ápice en la misión de volver a enrumbar nuestros pasos sobre la ruta dorada, un camino perdido en la última cita mundialista, Taegu 2011.