Para Marcelo Ordás, las camisetas de fútbol son armaduras, un término que le metió en la cabeza el mítico Alfredo Di Stéfano cuando le dijo que nada representa más a un equipo que la chamarreta y sus colores.
Cuando el ídolo madridista apareció en su camino, ya este argentino impetuoso había coleccionado balones, botas, medallas, calzonas, medias y cuanto artículo valioso encontró, enfrascado en un solo objetivo: salvaguardar la historia del fútbol, la mayor pasión deportiva de la humanidad.

Sin embargo, la sentencia de “La Saeta Rubia” sumergió a Ordás en un viaje todavía más pasional, una búsqueda en pos de reunir bajo un mismo techo camisetas de los campeones y subcampeones de las competiciones más preponderantes del planeta, dígase Copas Mundiales, Champions League, Libertadores, Juegos Olímpicos…
Con el arsenal que había conseguido y la ayuda financiera que le brindó su abuelo español, logró dar vida a un pequeño museo que, con el tiempo, se ha transformado en la más espectacular colección futbolera del mundo, repleta de reliquias de valor incalculable.
La “primera piedra” de Legends
El 24 de junio de 1990, casi al filo de las 7 de la tarde, Marcelo Ordás cayó desmayado en las gradas de Delle Alpi. En el campo, solo unos segundos antes, Maradona quebró las líneas brasileñas y le regaló medio gol a Claudio Paul Caniggia, quien gambeteó a su tocayo Taffarel y perforó las redes en Turín para darle a la albiceleste el pase a los cuartos de final del Mundial de Italia.
La euforia, la emoción, el éxtasis, llevaron a Ordás a otra dimensión, a un viaje celestial del cual regresó solo después de que Argentina le diera la estocada de gracia a Brasil en el clásico por excelencia del fútbol mundial. Cuando despertó estaba en la enfermería, en las entrañas de Delle Alpi, muy cerca de donde el equipo dirigido por Carlos Salvador Bilardo celebraba la estruendosa victoria.
Al principio todo le parecía surrealista, más cuando las enfermeras le dijeron que si se tranquilizaba lo llevarían al vestuario de la albiceleste. Tenía que ser un sueño, pero poco después se pellizcó y estaba junto frente al “Pájaro” Caniggia, quien al enterarse de lo sucedido decidió regalarle la camiseta con la que había metido el gol más importante del Mundial hasta ese momento.

Sin saberlo, el delantero argentino puso la “primera piedra” de lo que hoy es una imponente colección. Caniggia sirvió de inspiración a Ordás, quien recorrió medio mundo con la ayuda de su abuelo en busca de más camisetas y otras reliquias del más universal de los deportes.
“Lo primero que se me ocurrió fue recuperar a través de testimonios que son camisetas, pelotas y botines el patrimonio de la mayor pasión que hemos creado los seres humanos que es el fútbol. Demoramos 28 años en alcanzar una colección única, fue mucho tiempo de viajar a muchos países y continentes”, relató Ordás a Olé.
Casi 35 años después, más de 5 mil objetos —entre ellos más de 600 armaduras— recopilados se exhiben en el kilómetro 0 de la Puerta del Sol, justo en el corazón de Madrid, donde se levanta el museo Legends, una oda a la historia del fútbol: “Es una factoría de pasión y de emoción. Un viaje a la propia vida. Nos vamos a encontrar con nuestra infancia, con nuestra familia, con esa felicidad a la que sólo el mundo del fútbol nos puede teletransportar”.
Legends por dentro
Decía Diego Armando Maradona que en Legends “el alma de los jugadores se conserva por siempre en nuestras camisetas”. Quizá no exista mejor definición para el museo, pues las que allí se exhiben no son chamarretas sacadas de una caja, sino piezas originales utilizadas por los futbolistas en distintos campeonatos.
Según Gastón Casanova, jefe operativo del recinto, la única camiseta que rompe con esa regla es la del Chapecoense, club brasileño que perdió a casi la totalidad de su plantilla en un accidente aéreo en 2016. De aquel trágico suceso ocurrido en la región antioqueña de Cerro Gordo, en Colombia, se recuperaron algunas casacas y una de ellas se exhibe en el museo.
Las otras reliquias se impregnaron del sudor de grandes estrellas como el mencionado Maradona, Kopa, Pelé, Lev Yashin (La Araña Negra), Johan Cruyff, Franz Beckenbauer, Gerd Muller, Paolo Rossi, Hugo Sánchez, Emilio Butragueño, Lothar Matthaus, Ronaldo, Juan Román Riquelme, Ronaldinho, Andrés Iniesta, Leo Messi, Cristiano Ronaldo o Iker Casillas, o las equipaciones de Brasil y Uruguay en el Maracanazo.
Además, entre las joyas de la corona del museo aparece una camiseta que perteneció Michel Platini en la temporada de 1980-1981, cuando el astro francés marcó 20 goles y guio al Saint-Etienne al último título doméstico de su historia. Por otra parte, está la casaca naranja que llevó Marco Van Basten en la final de la Euro de 1988, en la que los holandeses derrotaron a los soviéticos.
El recorrido por Legends es un viaje apasionante por los principales torneos a nivel global, incluido el Mundial, la Eurocopa, la Liga de Campeones, la Libertadores, la Copa América, la Intercontinental o los grandes eventos femeninos . Además, están representadas las clásicas rivalidades de Real Madrid y Barcelona o Boca Juniors y River Plate, aunque también hay espacio para camisetas de equipos y ligas menos conocidos como el Shanghái Greenland Shenhua (Superliga china) y Yokohama Marinos (Japón).
“Legends abarca todos los equipos y todos los países. Queremos que cada visitante pueda encontrar una parte de la historia de su nación o de su club”, señaló Gastón Casanova, quien aseguró que cada año van adquiriendo camisetas de campeones de Champions o Libertadores.

La colección está valorada en más de 200 millones de euros y algunas camisetas pueden llegar a costar 14 millones de euros. Tal es el caso de la que vistió Sir Bobby Charlton en la semifinal del Mundial de Inglaterra 1966, en la que los anfitriones derrotaron a la Portugal de Eusebio. No obstante, ningún objeto del museo está en venta.
Legends se ha levantado como un espacio de culto, un museo cargado de camisetas y reliquias utilizadas en campos de fútbol que se han transformado en obras de arte.