Leinier Domínguez o el enroque final con la constancia

Leinier Domínguez.

Constante. He aquí la palabra que mejor define a Leinier Domínguez en el mundo de los 64 escaques. Lleva más de ocho años sobre 2700 puntos ELO. Y más de nueve entre los primeros 40 jugadores del planeta. De las estrellas en activo, no son muchas los que pueden blasonar de logros similares. ¿Grande? ¿Talentoso? La verdad, esas palabras le acomodan, pero ninguna –no señor– como constante.

Domínguez ha gozado de la estabilidad que lastimosamente nunca consiguió su némesis de antaño, Lázaro Bruzón. No es un genio, como él mismo asegura, y ha debido sacarle (casi) todo el rédito al esfuerzo. Entrenar, entrenar, y otra vez entrenar. De eso se ha tratado para él hace más de una década, y contando.

Los 20 primeros del ranking. Noviembre 2016.
Los 20 primeros del ranking. Noviembre 2016. Fuente: FIDE.

El güinero acaba de aparecer nuevamente en el Top 20 del planeta, ahora con 2752 unidades. A su zaga, varios nombres monstruosos: Grischuk, Svidler, Gelfand, Ivanchuk… Por delante, tan solo un cuarteto de inmortales (Carlsen, Kramnik, Anand y Topalov), las fuerzas emergentes del tablero (Caruana, Vachier-Lagrave, So, Karjakin, Giri, Nepomniachtchi y Ding), un tridente de máximo peligro (Aronian, Nakamura y Mamedyarov), y dos “eléctricos” en franco crecimiento (Harikrishna y Eljanov).

Únicamente ellos, entre casi 300 mil trebejistas inscritos en la FIDE, superan hoy en materia de coeficiente al heredero natural de Capablanca. Con 33 años cumplidos, Domínguez sigue dando pruebas de que tiene combustible para seguir andando y quién sabe, rebasar aquel tope personal de 2768 y volver a incluirse en el privilegiado grupo de los diez de cabecera.

Labor de por vida. Fuente: FIDE.
Labor de por vida. Fuente: FIDE.

De momento, 2016 ha sido un año formidable: con respecto al cierre de diciembre último ha escalado siete posiciones, acumulado 20 rayas y sucumbido apenas en tres de 42 cotejos clásicos, en muchos de los cuales tuvo enfrente a contrincantes de la elite.

¿Qué le resta? ¿Qué necesita para ser incluido con mayúsculas en la relación de atletas del año en el país, tras un curso en que incluso se agenció la medalla de plata en el tablero principal de la Olimpiada de Bakú? Pues completar un buen evento en el Europeo de Clubes –5 al 13 de noviembre en Novi Sad–, donde competirá por los colores del poderoso elenco ruso de San Petersburgo.

De consumar allí otra faena respetable, sería inconcebible verlo fuera en las planillas de la prensa deportiva nacional.

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