En plena Habana, Cuba y la MLB se han vuelto a abrazar. Han vuelto a pactar sus buenas intenciones, sus ansias por recuperar el tiempo perdido, y acabar con los malos tratos y las asperezas. Que Raúl Castro y Barack Obama se hayan sentado uno al lado del otro, sin distancias, a menos de un metro, en los palcos bajos del Latino para presenciar el partido amistoso entre la selección nacional cubana y los Rays de Tampa Bay de las Grandes Ligas, sobre todas las cosas deja algo claro: la diplomacia del béisbol es fundamental entre las dos naciones, quizás, el puente que ayude a solidificar aún más el acercamiento.
Pero este abrazo del 22 de marzo no ha sido un abrazo cualquiera, no es el simple apretón de hombros que se dan un par de ciudadanos con diferencias, que siempre han estados alejados; es, por así decirlo, la confirmación de que inevitablemente Cuba y Estados Unidos no pueden rechazar la convivencia en el béisbol.
Y eso se vivió en el Estadio Latinoamericano del Cerro. Poco importó el resultado, desde el primer inning todos sabíamos que el partido iba más allá del marcador final. No importó ganador o perdedor. Nadie se volcó a la pizarra en busca del marcador, nadie se irritó porque Cuba sucumbiera cuatro carreras por una ante los visitantes; todo lo contrario, el hervidero, la marea humana en la que se convirtió el Latino durante los nueve capítulos de duración del encuentro, el jolgorio y la fascinación de las gradas, es lo que queda grabado en la retina.
Una fiesta, una fecha histórica, un día memorable. El día en que Obama y Raúl Castro disfrutaron juntos una de las grandes pasiones que unen a Cuba y a Estados Unidos: el béisbol.
Declaraciones
MLB
Derek Jeter: “Cuba es una nación increíble, uno ve las postales que salen en la tele pero hay que estar aquí para disfrutarlo verdaderamente. Es una isla encantadora a la que hay que sumarle su gran béisbol. Este deporte los cubanos lo juegan diferente, como si fueran fieras, de ahí que sean tan buenos. Hemos venido a abrazarnos juntos. Si la MLB está de vuelta en La Habana en menos de tres meses, después de diciembre, dice que andamos con buen pie para terminar de una vez de derribar los obstáculos que quedan en el camino”.
Evan Longoria: “He podido sentir el calor de esta isla, es increíble lo que se siente estar debajo de ese aliento que sale de las gradas. El pueblo cubano es diferente, los aficionados son diferentes, aquí se vive el béisbol con una pasión desmesurada. Este viaje lo recordaré para toda la vida. Estas oportunidades son únicas, estoy seguro de que este es solo el comienzo de una larga amistad entre Cuba y la MLB”.
Dayron Varona: “Estar de vuelta en mi tierra es una bendición, jugar de nuevo en el Estadio Latinoamericano es el sueño que pensé no poder realizar nunca más. Pero ocurrió, estoy de nuevo jugando frente a mi gente, con mi pueblo, sintiendo mi sangre cerca. Hay que agradecerle mucho al presidente Obama por este gesto. Cuba y los Estados Unidos van a cambiar la historia, y los peloteros cubanos, los de aquí y los de allá, lo agradecerán”.
Selección Nacional Cubana
Alexander Malleta: “Ha sido un gran honor para mí formar parte de este momento histórico. Pasarán los años y todo el mundo recordará el día que jugaron Cuba y el Tampa Bay en el Latino, con los presidentes de cada país sentados en las gradas. Este partido es la guinda al pastel de unos días inolvidables en La Habana. Está comenzando una nueva era para los cubanos”.
Víctor Mesa: “Cuando acabó el partido hemos intercambiado las camisetas, nos hemos abrazado, nos hemos confesado hermandad. Han habido lágrimas. Sentir y ver estas cosas habla más de lo que yo te pueda decir. Hay pasajes que no hay que narrarlos solo vivirlos, y enorgullecerse. Este juego entre Cuba y un equipo de Grandes Ligas es un ejemplo”.
Yosvani Alarcón: “La pelota cubana no está muerta, estas cosas lo confirman, le dan aire… El estadio repleto hasta la cabeza, los dos presidentes, la algarabía, el pueblo volcado. El 22 de marzo ya es un día histórico para ambos países y, más, para la pelota cubana”.