El Campeonato Mundial de voleibol masculino acaba de comenzar y todos asistimos, atentos, para presenciar una actuación heroica de Cuba o su caída estrepitosa, dos sucesos tan distantes como posibles, pues este equipo, por lo visto, es totalmente impredecible.
Basándonos en sus más recientes resultados, podremos percatarnos a la perfección de los caminos tan disimiles que usualmente toma el conjunto dirigido por Nicolás Vives. En Barranquilla, por ejemplo, los antillanos quedaron fuera del podio en un evento de bajísimo nivel como los Juegos Centroamericanos y del Caribe, mientras en Córdoba, México, culminaron con medalla de bronce en la Copa Panamericana, torneo de mucha más categoría.
Y después de estos capítulos tan diferentes llega el Mundial, una de las pruebas cumbres del año. En las canchas de Varna, Bulgaria, donde ya comenzaron sus partidos de la primera ronda del certamen, está por ver qué versión de Cuba prevalece, si la de un plantel que equivoca sus rotaciones como si fueran escolares, o la batalladora que deja boquiabierta a la comunidad internacional por el talento inagotable del voleibol en la nación.
De entrada, en el Palacio de Cultura y Deportes del balneario búlgaro, la selección caribeña sucumbió 1-3 frente a Polonia, actuales monarcas del orbe, en un partido que descubrió precisamente, los múltiples rostros de la escuadra, capaz de lo mejor y lo peor en cuestión de minutos.
Los cubanos perdieron los dos primeros sets de manera inobjetable (18-25 y 19-25), lastrados por sus propios errores, por la debilidad del juego en la net y la pobre efectividad ofensiva, detalles que se combinaron con una preocupante falta de profundidad del banquillo, que solo entró en acción después del tercer parcial.
Justo en esa manga los antillanos marcaron la tarjeta 25-21 gracias a un cambio brusco de los acontecimientos, pues tuvieron una mejor lectura del juego rival y aprovecharon para mejorar sus números de bloqueo, y también explotaron los puntos flacos de los europeos en defensa, sobre todo con un servicio audaz y persistente.
Sin embargo, como prueba de que estamos frente a un grupo voluble, la reacción llegó con un solo tanto marcado desde la posición de opuesto, la cual, se supone, lleva la mayor parte del peso ofensivo del plantel. El titular Miguel David Gutiérrez, uno de los mayores talentos del país, se desapareció en ese tercer período (marcó nueve puntos en todo el partido con un 29% de efectividad en los ataques), y su sustituto, Jesús Herrera, logró apenas una unidad.
Estas son señales claras de inconsistencia, propias de un colectivo que no supera los 22 años de edad promedio y que tampoco tiene experiencia internacional, debilidades que se pagan muy caras cuando enfrentas a un oponente de talla mundial como los polacos, quienes en el cuarto set desataron toda su ira y volvieron a lanzar a los cubanos directo a la senda de la desesperación, evidenciada en repetidos errores defensivos, falta de astucia en los ataques y muy pobre actitud.
Tras el tropiezo inicial, toca cambiar el chip de cara a los venideros compromisos del grupo frente a Finlandia, Irán, Bulgaria y Puerto Rico, rivales con los que se discutirán tres puestos a la segunda ronda, dando por hecho que Polonia conquistará sin grandes contratiempos en sitial de honor en la llave.
Cuba afronta esta competencia con la tranquilidad de haber garantizado su boleto a los Juegos Panamericanos de Lima, el año próximo. Sin embargo, existe igualmente una sensación de urgencia, pues el voleibol es uno de los deportes más seguidos en la isla caribeña y un nuevo capítulo de fracasos solo aumentaría el clamor popular de repescar a los jugadores que decidieron ir a probar suerte en circuitos profesionales.
Muchos de estos hombres salieron legalmente de Cuba tras pedir su liberación de la selección nacional, y de ellos un gran grupo ha manifestado la voluntad de vestir otra vez la camiseta de las cuatro letras, pero siempre se han topado con la negativa de los dirigentes del deporte.
Uno de ellos, Osmany Juantorena, brilla desde el 2015 con Italia y ya fue decisivo en la primera victoria de los transalpinos en el Mundial. El auxiliar santiaguero, considerado uno de los mejores jugadores del planeta, aceptó el llamado de la Azurra tras varios intentos frustrados de volver a representar a Cuba en eventos internacionales cuando culminara sus compromisos profesionales.
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