En su primer día en La Habana, la NBA no reposó. Todo ha sido ajetreo. Aterrizaron bien temprano en la mañana y salieron al ruedo. Solo hubo descanso para soltar las maletas, luego, todo fue básquet.
Del aeropuerto al hotel, del hotel a la Universidad de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”. Un maratón incesante, jornada de largo aliento. A Cuba llegó “Baloncesto sin fronteras”, un programa de desarrollo deportivo que la entidad norteña implementa en más de 220 naciones.
“Si el programa lo desarrollábamos en países más lejanos, por qué en Cuba no. Esto es un hecho histórico. Hemos abierto un puente entre Cuba y Estados Unidos. No se puede dejar de agradecer a todos los que hicieron posible que este programa se concretara”, expresó Dikembe Mutombo en conferencia de prensa. Ruperto Herrera, presidente de la Federación Cubana de Baloncesto, orgulloso de la prestigiosa visita, sentenció: “estamos llevando adelante una valiosa idea, un acontecimiento que sin dudas va a potenciar nuestro deporte”.
Por su parte, Alberto Andrés García, director regional de la Federación Internacional de Baloncesto, argumentó que “esperemos que este sea el salto inicial, hay que agradecer el esfuerzo que están haciendo los gobiernos de ambos países, con ese gesto, muchos serán los frutos que recogerán sus ciudadanos”.
En cambio, Steve Nash se dedicó en la conferencia de prensa a valorar el nivel del básquet cubano y su posible progreso: “Cuba siempre ha producido reconocidos atletas a lo largo de la historia y estas clínicas van a ayudar a fortalecer el baloncesto”. En ese sentido, Mutombo también estimó que “los jugadores cubanos solo necesitan exponerse, cuando puedan mostrarse se integrarán a la élite, así como han hecho en otros deportes como el béisbol”.
Terminando la rueda, se conoció que a lo largo de estos días, serán seleccionados dos jugadores de la isla para participar en un campamento de desarrollo que implementarán en los próximos meses la NBA en República Dominicana.
NBA en acción
Al finalizar la conferencia de prensa entrenadores y ex extrellas se dirigieron hacia el tabloncillo de “La Mariposa” del Fajardo. A grada llena comenzó la acción. La expedición NBA tomó el centro, las esquinas, colocaron en la cancha varias cajas con balones Spaldings y lanzaron las primeras instrucciones.
El “go, go” no paró. De un lado hacia otro, esférica por medio. Nash mostró su tiro certero, su clase para driblear y pasarse el balón entre las piernas sin mirarse las pantorrillas. Ticha se embulló a lanzar un par de veces desde la línea de a tres. Después, solo se dedicó a corregir los movimientos en la pintura de las jugadoras de la selección nacional. Mutumbo, se tardó un tanto. A su entrada, las miradas fueron todas suyas. Sus ya lentos movimientos no dejaron de levantar suspiros entre los presentes.
“No podemos pedir más, en estos jugadores está reunida una calidad extraordinaria, ellos marcaron una pauta en el básquet mundial, recibir sus consejos nos va a marcar”, comentó Yaima Boulet, jugadora que asiste a la clínica. En tanto, Jasiel Rivero, el mejor basquetbolista cubano de la actualidad, comentó: “Son estrellas de la NBA, nunca pensé que fuera a recibir sus consejos. Este es un paso grande que ha dado este deporte en Cuba”.
En primer plano
Steve Nash:
El rubio Nash casi no habla, solo lo necesario. Eso sí, ríe casi siempre. Es un tipo extremadamente carismático que usa las palabras justas en cada frase. Su inglés es comprensible hasta para mi. Que qué fue lo que más me impresionó cuando tomó la Spalding en sus manos: su capacidad para levantarse, mirar al aro con su cuerpo encorvado, flotar en el aire y soltar sus dedos como un resorte.
Me dice Nash: “Espero aprender mucho. Sinceramente me complace poder estar aquí en el campamento con los muchachos, pero realmente quisiera más bien aprender de sus experiencias, su cultura, conocer más de esta hermosa isla y su historia”.
Sobre la primera clínica, añade: “Creo que hay mucho potencial. Pienso que lo más importante es establecer un sistema que se ajuste a otros sistemas del mundo; que los jugadores se expongan más a concepciones diferentes y a modos de entrenamiento y crecimiento atlético diferentes. Los jugadores cubanos van a crecer porque las condiciones físicas las tienen”.
Antes de dejarme, Nash me habla sobre los Miami Heat, sobre el desplante de la franquicia al programa de desarrollo: “Entiendo que es una situación difícil. Miami es el lugar de residencia de una gran parte de la comunidad cubana en Estados Unidos. Sabemos que han tenido una historia complicada. Es algo que esperamos que pueda superarse dentro de una o dos generaciones… pero ahora mismo nosotros estamos aquí simplemente para tratar de compartir tanto como sea posible en este campamento con estos jóvenes. No estoy aquí para hacer otra cosa que no sea ayudarles lo más que pueda y aprender más sobre esta isla maravillosa.”
Dikembe Mutombo:
Para hablar con Mutombo hay que empinar la nuca y levantar la vista. Es incómodo para los que no somos de su talla. Para todos. Mide 2,18 metros de estatura. Su inglés, a diferencia del de Nash, es tropeloso. Su pronunciación nos recuerda que nació en el Congo. Fuera de eso, todo lo demás es gracioso. No todos los días uno se encuentra con un gigante que te saca medio cuerpo y te aprieta como si fuera un socio cercano, como si te conociera de años y que antes de marcharse y darte la espalda, te guiña el ojo.
“Estoy contento con el nivel de competencia y con las habilidades que estas muchachas han mostrado. Esta generación de atletas va a reemplazarnos. Son mucho más talentosos, mucho más desarrollados. Entienden enseguida lo que estás explicándoles, les muestras cómo hacer algo y son capaces de seguir instrucciones de solo ver un movimiento una vez. Estoy muy complacido”.
De Cuba expresa: “Soy del Congo, así que me siento como en casa. Soy de un país tropical, y estar aquí me recuerda mis años de juventud en mi país de origen”.
Ticha Penicheiro:
A lo lejos Ticha parece anglosajona, pero es portuguesa. Habla español con z. Se le ve que aún está en forma, que se mantiene. En la década del noventa jugó contra Cuba. Dice que estaba “loca por venir a la isla”. Es la que menos se mueve en la cancha de todos los que dan instrucciones, después me dice que le ha encantado la comida “de aquí”. Debe estar llena del arroz congrí y la carne de puerco del almuerzo.
“Queremos trasmitir la pasión del básquet a todos los cubanos, la historia de Steve, Dikembe y la mía, nuestra experiencia, queremos que los niños y la gente sueñen con este deporte”.
De lo poco que ha visto en cancha de las jugadoras cubanas me dice que “tienen que tener un poquito más de ganas. Cuando yo jugaba nunca quería parar, estas muchachas se ven cansadas, aunque atléticamente tienen todo, ahora habrá que trabajar para continuar desarrollando las habilidades”.