Con 11 años era un ajedrecista del montón mientras Oleinys Linares ya era de las buenas. Era 1994 y Santiago, como toda Cuba, padecía el Período Especial. Pero nuestros padres luchaban de manera siniestra para alimentarnos y que pudiésemos jugar ajedrez.
Fue en ese mes de agosto que decidí superarme, mientras miles partían por el mar buscando Gringolandia. Dejé de mataperrear y me anclé en mi cuarto a estudiar finales y aperturas. Quería volverme un buen jugador, como ella.
Omar García, MF (Maestro Fide) y entrenador de la ESPA (Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético), nos eligió a ambos entre sus selectos alumnos. El tiempo pasó…
Llegó julio de 1997. Juegos Escolares Nacionales en Colón, Matanzas. En esas competencias pasaron muchas cosas. Lázaro Bruzón, por ejemplo, destronaría a Leinier Domínguez y se convertiría en el mejor ajedrecista de Cuba por más de una década. Yo me puse una meta ambiciosa: si no cogía medalla, abandonaría el ajedrez. Ella fue mucho más humilde.
Un día, paseando por el pueblo, Oleinys le regaló unas monedas a una vieja loca. Sus compañeros de equipo le preguntamos por qué había hecho eso y ella, por primera vez, nos habló de Dios. Todos quedamos atónitos…
En aquel campeonato, no alcanzó ninguna medalla. Otros, que sí lo hicieron, tomaron más tarde diferentes caminos. Los que parecían virtuosos desaparecieron de la palestra ajedrecística. Algunos que simulaban ser amigos, emigraron y nos olvidaron. Quienes se las daban de brillantes terminarían en Miami y Europa, triturados por la maquinaria consumista…
Ella, que nunca pretendió ser más inteligente que nadie, siguió en el ajedrez. Poco a poco forjó su leyenda.
Años después…
2017, Santiago de Cuba, Distrito José Martí, Micro 9, primer piso.
Oleinys sigue viviendo en el distrito urbano más tumultuoso de toda Cuba: 100 mil habitantes repartidos en monótonos edificios de cinco plantas. Hitchcock hubiese enloquecido creativamente de haber filmado aquí La ventana indiscreta. El agua llega cada 20 días y el transporte, sobre todo a la hora pico, es otro tormento para sus lugareños.
La hoy subcampeona olímpica tiene que tender la ropa de su familia en la calle. Vive en el mismo lugar desde su nacimiento, hace 34 años. Tiene dos hijas: Mirtica, de 15 años, y Ruth, de 4. Está casada bajo las órdenes de la Iglesia Pentecostal, pero ella prefiere llamarla la Iglesia de Cristo.
“Oleinys se está esforzando por ser una buena ama de casa” –me cuenta sonriente el esposo.
Antes su madre lo hacía todo en el hogar. Oleinys, como atleta de alto rendimiento, dedicó su adolescencia a los escaques; albergada y compitiendo por toda Cuba. Luego por el mundo.
Su madre, Fé Nápoles, una comunista ferviente, fue muleta y sostén de la ajedrecista en todos los avatares de la vida. Falleció un año atrás.
Cuando suceden cosas no convencionales, Oleinys las atribuye a la mano de Dios. Hace unos meses terminaron el rodaje de un cortometraje sobre su vida.
“Desde que el director de la película vino a verme, mi marido me dijo ‘ahí está la mano de Dios’. Y mira, le dieron el financiamiento y todo ha salido bien –me cuenta mi amiga.
Le pregunto cómo fue que ella tomó ese camino.
“Yo tenía 13 años, estábamos en la ESPA, ¿te acuerdas?, me narra como respuesta. Un día yo tenía muchas llagas en los pies, me dolían mucho, y no se me quitaban. Entonces, un hombre de aquí del barrio me miró y me dijo ‘¿tú quieres recibir a Dios en tu vida?’ Yo le dije que sí, sin titubear. Esa noche fui a una reunión que Él auspiciaba, oré, y a la mañana siguiente ya no tenía ninguna llaga en mis pies. Fui sanada. Fue algo increíble y se lo conté a mi madre. Ella se horrorizó porque era materialista hasta la médula. Pero, mira, al cabo de los años se convirtió al Señor.”
En 2001 Oleinys estudiaba en la ESPA nacional, en La Habana, cuando salió embarazada por primera vez. Su religión no le permite el aborto y tuvo que regresar a Santiago. Muchos ajedrecistas y fanáticos le vaticinaron el fin de su carrera.
“Yo saqué la cuenta rápido, me dice. La gran mayoría de mis colegas no están casadas; pocas tienen un hijo, pero están divorciadas, solas. Por el ajedrez, muchas de mis compañeras han sacrificado el hacer una familia. Y yo me dije que no quería eso para mí.”
“Pero muchos dicen que por eso ha bajado tu rendimiento, por tener tus hijas”, la provoco. Le recuerdo que dejó de ir a una Copa del Mundo por su segundo embarazo y le digo también que, según he escuchado, ella es la que menos dinero tiene entre todas sus compañeras, la que vive en la peor casa.
“Chismean diciendo que no has sido inteligente con tu carrera. Que tu ELO ha bajado considerablemente de 2350 a 2230 y que tus creencias religiosas han sido un freno en tus resultados deportivos. ¿Qué tú crees de esto?”, insisto sin alevosía.
“Lo del dinero y la casa es cierto; lo de la Copa Mundial que me perdí, también, responde sin arrepentimiento. Pero en la vida no se puede tener todo, hay que saber hacer concesiones. Yo no cambio a mis dos hijas ni por todo el dinero del mundo.”
Hace una pausa y va hasta la cocina, me prepara un batido de mango y regresa, además, con un pedazo de cake. Pero no es porque ahora me tiene por un artista o porque nos conocemos hace muchos años. Oleinys es así de afable y generosa con todo el mundo.
“Las cosas de Dios son las cosas de Dios, dice cuando me ve masticar el cake con fruición. Eso es innegociable. La vida eterna no se negocia con Satanás.”
Hace unos años Oleinys Linares recibe una mensualidad por su título de Gran Maestra y otra dieta aparte, alimento y estipendio, por ser integrante del equipo Cuba. Ahora vive más holgada económicamente que cuando decidió hacerse ajedrecista. Siempre está sonriendo, pero no por sus logros y sus viajes. Ella siempre sonrió, jamás la vi quejosa.
Su ex entrenador Geraldo Blanco opina que ya ha pasado su mejor forma deportiva, que no podrá estar en su soñada Copa Mundial y en un Gran Prix para las mejores jugadoras del orbe. Pero yo pienso en ajedrecistas longevos y tengo fe en la perseverancia y el talento de Oleinys. Y en su fe. Sé que puede lograr ajedrecísticamente lo que se proponga. Y aunque si así no fuese, ya ella ha hecho mucho más que otros que ostentan hasta sus más mínimas victorias.
Principales resultados deportivos de Oleinys Linares
Gran Maestra Internacional de la Federación Internacional de Ajedrez. Dos veces campeona de Cuba. Medallista de plata en la Olimpiada Mundial de Ajedrez de Dresden 2008. Miembro del equipo olímpico cubano a los torneos de Dresde, Alemania, 2008; Estambul, Turquía, 2010; Kathy Mansik, Rusia, 2012; Bakú, Azerbaiyán, 2016. Subcampeona Panamericana, Ecuador, 2011. Bronce Centroamericano, Colombia, 2010.
Bonita historia de una campeona, pero no entendi lo de miami y europa y el consumismo, de donde sacaste eso? O te estas congraciando con alguie.
¿Es un cortometraje documental o de ficción el que se filma? ¿Dónde se puede ver? ¿Cuándo? Interesante historia. Lo de jugar ajedrez al nivel de una gran maestra internacional y ser una cristiana confesa es alucinante, por lo menos en un entorno donde los individuos devotos de la fe en Cristo son reducidos a la etiqueta de extremistas irracionales incapacitados para hacer nada que no sea asistir al culto. Muy bien lo de enfocarse en una jugadora verdaderamente peculiar.
Lindo reportaje amigo