Oscar Pino es uno de los pocos luchadores cubanos que ha logrado el título nacional del estilo libre y del grecorromano. En los pesos pesados, el capitalino dominó de punta a cabo la lid doméstica a finales de mayo, y demostró una vez más que su transición de una modalidad a otra marcha viento en popa.
Pino nunca aspiró a “doblar”. Para él, la lucha grecorromana lo ha sido todo; a ella ha entregado gran parte de su tiempo desde que comenzó a practicarla con diez años, bajo la mirada de los entrenadores Cándido Mesa y Leonides Baró.
Después de ellos, vinieron Frank Carrión, Raúl Trujillo o Héctor Milián, quienes también han moldeado a este gigante de ébano que le ha tocado vivir en la época gloriosa de Mijaín López, probablemente el mejor luchador de la historia a nivel mundial.
Esa coincidencia ahora ha empujado a Pino hacia el estilo libre, aunque no por voluntad propia. En su mente, competir con Mijaín siempre ha sido una motivación, no un problema, básicamente porque respeta el palmarés y el cartel del gigante pinareño, de quien ha aprendido día a día desde su entrada al equipo nacional.
Pero el colectivo técnico de la lucha en Cuba quiere aprovechar el potencial del chico de 25 años, quien busca asentarse en los pesos pesados de la libre de cara a las competencias fundamentales del cierre del ciclo olímpico.
“Hace ya algunos años yo tuve la oportunidad de competir en mi Mundial de grecorromana y obtuve un bronce, pero ese todavía es el espacio de Mijaín, le corresponde por todo lo que ha logrado. Entonces, los entrenadores se dieron a la tarea de buscarme un cupo en la libre, por lo que estoy muy agradecido y contento”, asegura Pino a OnCuba durante un impasse en los entrenamientos en el Cerro Pelado antes de partir rumbo al reto de los Panamericanos de Lima.
El habanero lleva solo siete meses entrenando en la nueva modalidad, lapso en el que, además de someterse a todo el proceso de aprendizaje propio de una permuta de estilo, ha tenido que competir en escenarios exigentes contra varios de los rivales mejor posicionados del orbe.
Por ejemplo, en el Panamericano de la disciplina en Buenos Aires chocó y perdió con el estadounidense Nickolos Gwiazdowski, cuarto lugar del ranking del orbe y bronce en los Mundiales de París 2017 y Budapest 2018.
Antes de ese duro examen, sucumbió frente al ruso Zelimkhan Khizriev en la Copa del Mundo por equipos de Yakutsk, donde sí derrotó al turco Abdullah Omac, al japonés Katsutoshi Kanazawa y al georgiano Khuderbulga Dorjkhand.
Estos últimos contrincantes no están en la súper élite, pero combaten frecuentemente contra los mejores de la división, como el georgiano Geno Petriashvilli (líder del escalafón global), el turco Taha Agul (segundo) o el ruso Anzor Ruslanovitch Khizriev (quinto), por solo mencionar algunos.
No obstante, el peleador se siente cómodo, en gran medida por el trabajo coordinado entre los preparadores de la greco y la libre, quienes han diseñado una estrategia para que Pino pueda aprender y competir al mismo tiempo con un alto nivel.
Mano a mano
Oscar Pino se ha convertido en una de las figuras centrales de lucha cubana en la actualidad, y no solo por sus cualidades y proyección. Ahora mismo, los directivos de la disciplina han puesto en sus manos el difícil reto y la responsabilidad de conseguir el boleto olímpico de Mijaín López en el estilo grecorromano, y después buscar su propia clasificación en la libre.
¿Cómo asumes esta doble misión?
Es un gran sacrificio, que requiere de mucha concentración, porque implica cambiar de estilos en torneos de alto nivel con muy poco tiempo entre uno y otro. Primero tengo que enfrentarme a los Juegos Panamericanos en la libre, que no es mi estilo madre, después pasar a la greco para el Mundial de Kazajstán y luego volver a la libre para buscar mi propia clasificación olímpica.
¿Crees posible llegar a Tokio en el estilo libre?
La ruta es complicada, porque en los 125 kilogramos hay varios rivales de consideración en la élite, y todos ganan y pierden entre ellos. Es decir, cualquiera te puede sorprender. Yo quiero buscar mi clasificación a Tokio y después ir por una medalla. Eso es un objetivo personal, quizás un poco ambicioso, pero si llego a los Juegos Olímpicos no me gustaría irme con las manos vacías
¿Qué ha sido los más difícil de esta transición a la libre?
La adaptación cuesta. Ahora mismo me siento como un muchachito nuevo que empezó en la lucha y está aprendiendo de cero, desde las técnicas y los nombres de las técnicas, hasta las maneras de colocar de las manos, las piernas o la cabeza. Mis posiciones de confort han cambiado y, aunque conozca muchos detalles, cuesta ponerlos en práctica porque nunca los había ejecutado.
¿Cuáles son las estrategias a seguir para crecer cualitativamente en un margen de tiempo corto?
Tengo una base importante respecto a los elementos que coinciden en los dos estilos, particularmente en el trabajo con el tren superior. Ahora estamos enfocados en perfeccionar la reacción de las piernas, las posturas, las variantes defensivas y los contrataques, a fin de contrarrestar las potencialidades del rival. No me gustar estar a la defensiva, me gustar ir al ataque y para eso es necesario disponer de un grupo de variantes técnicas.
También queremos crear una base sólida desde el punto de vista técnico. Para ello, estoy buscando instrucción con nuevos combates y auxiliándome mucho en los videos. Veo peleas de los mejores luchadores del mundo, observo sus puntos débiles y sus virtudes, y analizo cuáles son las tendencias actuales de la disciplina y la división.
Por otra parte, trabajamos mucho en el aspecto físico. Sabemos que a los cubanos se respetan por esa fortaleza y resistencia que tiende a agotar a los rivales. En mi caso, creo que las condiciones físicas pueden influir en el desarrollo de una pelea.
¿Te sientes cómodo con el ritmo que ha llevado tu transición?
Estoy contento con el colectivo de entrenadores por la paciencia que han tenido conmigo. Me han explicado, han corregido mis errores a medida que hemos avanzado en los entrenamientos. No me están cargando mucho de información, hay que ir paso a paso, paulatinamente.
En tan corto tiempo no voy a alcanzar el nivel técnico que tienen los luchadores libres de talla mundial, pero con este ritmo voy a pelear, voy a dar guerra.
¿Consideras que te llega tarde esta experiencia en la lucha libre?
Nunca es tarde si la dicha es buena. Considero que estoy bendecido con la capacidad de adquirir rápido los conocimientos y no pienso que sea tarde, es el tiempo de Dios. Este es el camino que me ha dado y solo pienso aceptarlo.
Hasta ahora estoy asumiendo todo con mucha humildad y responsabilidad, entrenando fuerte y enfocado en hacer un buen trabajo. No hago distinciones entre más fuertes y más débiles, ahora mismo para mí el nivel de todos los rivales es alto porque yo soy el novato.
¿Qué representa la figura de Mijaín para Oscar Pino?
Cuando estaba en la EIDE todo el mundo quería ser Mijaín López. Yo vivía cerca del Cerro Pelado y entonces podía venir a ver cómo entrenaba, era un privilegio del que siempre presumía. Después he tenido la oportunidad de recibir sus consejos y de competir a su lado, tomarlo como ejemplo. Seguir adelante y ser voluntarioso son las claves que nos ha transmitido en todo momento.
¿Te planteas un regreso al estilo grecorromano, incluso si logras grandes resultados en la libre?
Esa es la idea que mantengo en mi cabeza, pero primero hay que pensar en el momento que estoy viviendo. Ahora es la época de Mijaín López y para todo el mundo es importante que logre su cuarta corona olímpica: para él, para sus compañeros, para Cuba y para América Latina.
Ahora yo tengo mi oportunidad en la libre, voy a tratar de aprovecharla, pero después del 2020 regresaré a la greco con un reto grandísimo, porque después de todo lo que ha logrado Mijaín, la varilla estará altísima. Yo tendré que dar continuidad a esa historia con mi nombre.