Llevamos tanto tiempo escuchando hablar de Dayán Viciedo, que pudiéramos pensar que el final de su carrera está cercano. Sin embargo, el villaclareño tiene 29 años y, luego de un período de incertidumbre, da la impresión de que le queda mucha gasolina en el tanque para marcar diferencias en los diamantes.
Viciedo es uno de esos peloteros que despertaron grandes expectativas a muy temprana edad y después vieron ralentizado su desarrollo, o su explosión al más alto nivel. Natural de Remedios, el slugger acaparó los focos por su envergadura física y su temprano salto a las Mayores, pero allí le costó ser regular y demostrar todo su potencial.
Salió de Cuba con cuerpo de hombre, aunque realmente era un niño cuando firmó con las Medias Blancas de Chicago en el 2009, dándole vida al sueño de MLB. Su fuerza en el cajón de bateo y su poderoso brazo lo ubicaban como uno de los prospectos a seguir, y con esos atributos escaló rápido hasta irrumpir en la Gran Carpa.
De entrada, no le fue tan complicado adaptarse a la variabilidad y profundidad del pitcheo profesional en Estados Unidos, y nunca dejó de batear jonrones, pero sus tasas de contacto bajaron dramáticamente en el más alto nivel, y también su capacidad para embasarse o producir con hombres en los senderos, mientras su relación de ponches por cada boleto aumentaba a pasos agigantados.
Poco a poco, en medio de un proceso de reconstrucción que todavía no acaba de rendir frutos, las Medias Blancas lo dejaron libre. Pasó a Toronto, pasó a Oakland, regresó a Chicago, todo en cuestión de seis meses en un tormentoso 2015. Pero justo cuando más oscuro parecía el panorama, Viciedo vio una luz lejana, muy lejana, en Japón, donde ha resurgido de sus cenizas, particularmente en este 2018.
Vistiendo la casaca de los Dragones de Chunichi, esta eterna promesa ha escalado por fin a planos estelares, al punto de ser considerado como uno de los fuertes candidatos al premio de Jugador Más Valioso de la Liga Central, consuelo para una gran temporada individual que no ha sido lo mismo en el apartado colectivo, pues su equipo ya ha alcanzado la cifra de 70 derrotas en un campeonato de poco más de 130 partidos.
Sus opciones de ganar el premio son legítimas, porque es líder de bateo (promedio de 355) del circuito japonés y puntero también en sencillos (167), sin obviar que su alto average ha tenido un impacto, pues se ubica entre los mejores en anotadas (86) y remolques (95), fruto de 52 extrabases, de ellos 25 jonrones.
Esto representa un cambio drástico en su línea ofensiva (428/573/1002), que combina contacto con poder y no queda en desbalance, ni siquiera, en el apartado de ponches y boletos, uno de sus puntos más flojos tradicionalmente. En la presente campaña, por ejemplo, Viciedo casi ha doblado su cantidad de bases por bolas recibidas respecto al año anterior, y ha logrado que no se dispare su por ciento de swines fallados.
Coincidentemente, el cubano ha vivido su temporada más dulce acompañado por Omar Linares, quien se encuentra en Japón como entrenador de bateo de los Dragones, club en el que jugó durante su efímera etapa profesional al final de su carrera.
“Omar Linares siempre ha sido un mentor a seguir y es un orgullo poder contar con él como mi entrenador, ya que me ha logrado ayudar a mantener una buena postura en el cajón de bateo, a corregir errores gracias a su amplia experiencia”, reconoció el cubano en entrevista a Yuseff Díaz, uno más dentro de una organización que ha apostado por el talento antillano con el receptor matancero Ariel Martínez y el veloz lanzador pinareño Raidel Martínez.
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Pese a su gran año, no se puede decir que el cubano tenga garantizado el MVP, sobre todo por el nivel de los rivales en dicha carrera. En la lista de quienes podrían tomar la delantera aparecen los nipones Kazuma Okamoto, Yoshihiro Maru o el holandés Wladimir Balentien, todos con números de lujo en cuanto a producción de carreras, bateo de largo metraje y promedios ofensivos.
Más clara está la carrera por el título de bateo de la Liga Central, en la cual el villaclareño entra a las dos últimas semanas del campeonato con más de 20 puntos de ventaja. Para Viciedo sería un gran éxito llevarse el título ofensivo junto al MVP, pues ningún cubano ha logrado tales distinciones en el lejano circuito japonés en una misma temporada, algo que, entre todos los latinos que allá han jugado, solo lo ha conseguido el venezolano Alex Ramírez.
En el certamen asiático, tomando el historial de sus dos Ligas (Pacífico y Central), el premio de Jugador Más Valioso no tiene muchos nombres extranjeros, de hecho, solo 13 peloteros foráneos lo han conquistado desde su surgimiento en 1950.
El primero fue Wally Yonamine, nacido en Hawai, quien en 1957 estuvo implacable con el madero defendiendo los colores de los Gigantes de Yomiuri. La historia de Yonamine es bien particular, pues en 1947 entró a la historia, además, como el primer hombre de ancestros japoneses en jugar fútbol profesional en Estados Unidos con los San Francisco 49ers.
Entre estos 13 extranjeros que han ganado el MVP en Japón, resaltan solo tres latinos. El primero fue el venezolano de origen italiano Roberto Petagine (2001), y después lo escoltaron los venezolanos Alex Cabrera (2002) y Alex Ramírez (2008 y 2009).