Decía Gay Talese, clásico vivo, que el deporte trata de gente que pierde y vuelve a perder. Gente que persevera en su ambición, por encima de los resultados. Pasa, ni más ni menos, como en la vida misma.
Yarisley Silva volvió a perder ayer. Había fracasado estrepitosamente en la Olimpiada de 2016, y ahora en Londres tampoco pudo alzarse con la gloria aunque, todo sea dicho, se puso el bronce al cuello. Solo saltó 4,65 pero, insisto, salió recompensada.
Su proyecto, de más está decirlo, era tomar revancha allá. Quería vengar el duro golpe en Río, mas sus fuerzas no están a la altura de las de Stefanidi o Morris y fue incapaz de derrotarlas. Lo confieso: he llegado a pensar que va a costarle mucho hacerlo en el futuro.
No obstante, la pinareña rompió el hielo de la delegación y llegó a un trío de preseas mundialistas tras el tercer puesto en Moscú y el oro de Beijing. Lo hizo con ese nuevo look de morena platinada, y también (a mi juicio) con menos intensidad competitiva.
Su aventura empezó por los 4,45 metros, que venció sin urgencias. Luego rozó el listón colocado a 4,55 del piso, pero éste ejecutó la danza del suspense (se cae, no se cae”) y a la postre nunca se vino abajo, por fortuna.
Falló entonces al intentarlo sobre 4,65, habló duro con ella y enseguida consumó un segundo y exitoso intento. Lo hizo fácil, como en los viejos (¿viejos?) tiempos, e igualó así el registro de la venezolana Peinado, con quien compartiría el tercer escalón del podio. Sin embargo, después no pudo más, y una parte del reino ganado en estos años fue a parar a manos invasoras. Pero del lobo un pelo y de la garrocha, un bronce.
Distinto fue el guion de Yorgelis Rodríguez. La heptalonista regresará a casa sin ningún premio que enseñar, y otra vez empezará el ciclo rutinario de los entrenamientos con el sueño de encaramarse a un podio grande. Justo el punto en que el perder y volver a perder de Talese alcanza su más alto grado de elaboración.
Pero ojo, la chiquilla estuvo inmensa. Incluso más que Silva. Lo que ocurre es que el deporte es la novela de las ingratitudes. Un libraco donde Merlene Ottey –chapeau, su Majestad– siempre llega tercera, y Ana Fidelia queda huérfana de títulos olímpicos por solidaridad con Corea del Norte.
Destacada en los saltos, cumplidora en carreras, limitada en lanzamientos. Tal es la ficha técnica de una Yorgelis que se quedó a las puertas de la felicidad, no sin antes lanzar el aviso de que ella puede y quiere.
Tal vez en par de años se le vea subida a algún estrado, ensayando ese gesto trivial de morder un pedazo de metal. Quizás nunca suceda y le toque pasar por las matrículas como una estudiante cualquiera, sin mérito especial. El hombre tiende a ser olvidadizo y no dejarle espacio en la memoria a ciertos episodios de apariencia intrascendente. Como este, su memorable cuarto puesto en el Mundial.
Así son las competencias Michel. Yorgelis se superó y con excelente actuación quedó sin medallas; mientras Yarisley, con resultado relativamente discreto, ganó un bronce (el mismo metal del que Bolt presume en su perfil de Facebook). Así es la vida. A lo mejor no eres tan buen escritor y sencillamente no hay mas nadie. Con vasos medios llenos y medios se agarran las mismas borracheras pero al César lo que es de él.
Michel , como dices que volvió a perder . Si ganó bronce ? O es poca cosa . Yo al menos nunca he ganado bronce ni en los Caribe de la UH me imagino tiene larga colección de oro en tus vitrinas para decir q volvió a perder …… está chica es una crack del deporte para mantenerse y mérito aparte por mantenerse en cuba . La mayoría se ha ido y ella se queda y se mantiene en la élite . O busca a los Ortega y compañía . Dale gracias q sigue perdiendo así o cuba ni apareciera en el medallero .
¿Ser la tercera más grande del mundo es poca cosa? ¿Cómo alguien que presume de periodista puede manipular un resultado de esta forma? ¿Será que como no se cumplió su vaticinio de una muy mala actuación de esta atleta tiene que escribir así para no quedar en ridículo..? Poco ético.
A Yarisley la veo pasada de peso…
Qué mal me cae Oncuba!
Y porque ser la tercera mejor del mundo entre 7 500 000 000 personas es una derrota ?.
El que escribió el artículo debe saber mucho de derrotas.
Lo que le pasa al periodista no es sólo de él sino que es “El Síndrome de Cuba”, que siempre había q llevar la de ORO a QTS y los Sub Campeones olimpicos y mundiales ya eran perdedores, ni se digan los Bronceados. No eran igual los carros y las casas q le daban, habían clases…