En los juegos múltiples, por lo general, termina el judo y luego comienza la lucha, o viceversa. Pero casi siempre hay entre uno y otro deporte un día intermedio. Tengo la percepción de que esas fechas son las más sombrías para Cuba, porque salvo excepciones, individualidades o sorpresas, nuestras comitivas atléticas no tienen mucho que ofrecer.
Y esto tiene que ver directamente con una idea que se expande en la red por estos días: el deporte cubano limita su poderío a las disciplinas de combate y poco más, ya sin la fuerza en los colectivos, con escasos héroes en el campo y pista, ningún nadador, ningún esgrimista, ningún pesista, es decir, un sistema sin la expansión y diversidad de décadas anteriores.
Lo peor del asunto es que en Cuba el público se adaptó a ganar, a ver atletas triunfar en multitud de disciplinas, y ahora no se conforma con tres o cuatro títulos en el boxeo, y dos más entre lucha y taekwondo. Esa renta de cinco o seis coronas, botín de lujo para todos los países subdesarrollados, no es suficiente en la tierra más exigente, no solo con los deportistas, sino con el movimiento del músculo en sentido general.
Por eso aumentan las molestias en estas jornadas olímpicas, en las cuales nuestra delegación de 124 representantes suma una medalla de plata y otra de bronce, en manos de Idalys Ortiz y Johannys Argilagos. Deportes de combate, recuerden.
Pupo, La individualidad
Habíamos mencionado que el día posterior al judo, a la espera de la lucha, dejaba a Cuba en manos de individualidades o sorpresas. Pues bien, en Río de Janeiro no fue la excepción, con el tirador Leuris Pupo en rol destacado, al meterse de nuevo en una final olímpica, ahora para defender su corona de Londres 2012 en la pistola de tiro rápido a 25 metros.
Después de aquella histórica victoria, Pupo no podía permitirse, en teoría, no entrar en el cuadro de honor, pero el camino de la derrota era perfectamente posible. Quién tenga dudas puede visitar el Campo de Tiro de La Habana y ver las condiciones en que se entrena allí. Cualquier especialista diría que es imposible sacar un campeón olímpico de una instalación vetusta, con escasez de municiones y cuanto recurso sea imprescindible.
Sin embargo, Pupo demostró hace cuatro años que todavía la épica no había dado la espalda al deporte cubano, y ahora un poco de lo mismo, pues culminó en un quinto escaño que sabe bien. “La competencia estuvo fuerte, había un nivel muy alto, todos somos duros y nadie fue a inventar”, aseguro el holguinero en diálogo con OnCuba.
“Christian Reitz ganó por fin, lleva años entre los primeros del ranking, siempre en la cima de los principales torneos, pero no había dado con la tecla en Juegos Olímpicos. Hoy estaba encendido”, añadió.
El tirador cubano mantuvo un rendimiento estable en las rondas de clasificación, no se despegó de los punteros y en el momento crucial se incluyó como el último finalista, junto al alemán Reitz, los chinos Zhang Fusheng y Li Yuehong, el francés Jean Quiquampoix y el italiano Ricardo Mazzetti.
Ya en la discusión del cetro fue el segundo eliminado, aunque en ninguna de sus rondas falló más de dos disparos. “Todos teníamos los nervios de punta, porque en ese momento no hay favoritos, una décima deja fuera al más estable. En Londres me salieron mejor las cosas, y ahora no quedé mal, no tuve rondas malas, pero los demás se acercaron a la perfección”, confesó.
De esta forma, Pupo fue el único cubano que logró avanzar a una final en el tiro deportivo entre la comitiva de seis exponentes, que naufragó en un escenario de máxima puntería. Con este logro, no es descabellado pensar en su continuidad como el ícono de la disciplina en nuestro país.
“Todavía hay Pupo para rato, me quedan dos o tres Olimpiadas más”, espetó el hombre que sobresalió por encima de cualquier otro cubano en Río de Janeiro este sábado de impasse entre el judo y la lucha.
Las aguas turbias de la laguna
En la laguna Rodrigo da Freitas, parecía que llegaba la primera medalla del remo cubano en la historia olímpica, pero Ángel Fournier, aquejado de molestias en una rodilla, culminó último en la gran final del single scull.
Nunca pensé que el guantanamero podría superar al neozelandés Mahe Drysdale o al croata Damir Martin, los grandes monstruos de la especialidad en este momento, pero no era descabellado pasar por encima del laureado checo Ondrej Synek.
Al final no se dio, Fournier llegó fundido a la final y quedó aislado en la solitaria calle 1 del canal de remos, observando de lejos como se le escapaba, quizás, su última oportunidad de ganar una medalla bajo los cinco aros. A pesar del sol que azotaba Río de Janeiro, la derrota del remero anunciaba el día sombrío que estaba por llegar.
Una barrera de bronce
Este sábado 13 agosto no era particularmente atractivo para la delegación cubana, incluso desde antes de partir a los Juegos Olímpicos. Solo Fournier y Pupo podían sumar al medallero, pero nada más. Y en efecto, los exponentes del atletismo sucumbieron lejos de sus mejores marcas, salvo Yorgelis Rodríguez, inmensa en el heptatlón; Lisandra Guerra pedaleó con plomo amarrado a su bicicleta en el keirin; y el voleibol de sala coleccionó otra previsible barrida en contra.
El único que rompió con la escalada de derrotas fue el badmintonista Osleni Guerrero, quien superó al estadounidense Howard Shu, hombre con similar nivel tal cual expresa sus ubicaciones en el ranking. Así se ven los frutos de tantas expediciones del capitalino para buscar su boleto a Río.
Ahora ya se puede decir que es olímpico, y le quedará por siempre el hecho de haber debutado con victoria, aunque el camino que tiene por delante es bien angosto, con Tommy Sugiarto, de Indonesia, en la próxima parada, nada menos que el puesto siete del ranking olímpico y octavo del escalafón mundial.
Hasta ahora, los boxeadores cubanos que más han avanzado han chocado con un muro de bronce, se les resiste la plata y el oro aparece como un anhelo lejano en el horizonte, esperemos que hasta que aparezcan en rondas decisivas Julio César La Cruz, Lázaro Álvarez y Arlen López, los puños más duros de la armada.
Este sábado, Erislandy Savón perdió con el kazajo Vasiliy Levit, y Roniel Iglesias ante el uzbeco Shakhram Giyasov, por lo que ambos perdieron la oportunidad de asegurar su espacio en la final y la medalla de plata. La nota destacada desde el cuadrilátero fue Leinier Peró, quien avanzó en preliminares, pero no es para emocionarse, ningún pronóstico lo ubica entre los posibles aspirantes al podio.
Así se fue otra jornada aciaga para Cuba en Río de Janeiro, y no es de extrañar. Era sábado, un día sin lucha ni judo, y tampoco competía el voleibol de playa, la última moda del deporte cubano.