Wilfredo León y Melissa Vargas son las dos alas de un mismo pájaro. Es lo que pensé cuando Polonia se proclamó campeona de la Liga de Naciones de voleibol (VNL) por primera vez en su historia. Wilfredo y Melissa, dos alas de un ave que emigró y regresa y vuelve a emigrar con el mayor talento que tiene Cuba en los deportes. Sobre todo, si hay una malla alta de por medio en una cancha. Cuba, el único país con un campeón en cada sexo en el torneo. (Des)gracias a las distorsiones de un sistema deportivo que se intenta arreglar a saltos. Pero ni soñar que a saltos como los de voleibolistas.
En la final, no arrancó León con el clásico pulóver blanco y rojo de Polonia. Tenía puesto uno negro con rayas verdes y blancas que forman una V que parece se incrusta en el pecho. En Gdansk, a la 8 de la noche, el mundo era esa V y una bola que iba y venía de un lado a otro de la red. Era eso y también un poco de paciencia, la que tuvo León para llevar en la final de VNL el diverso pulóver de la igualdad. Para ser León, el profesional: el mejor asesino del mundo cuando se pertrecha en la zona 4 de la cancha. Desde ahí se eleva y su arma dispara la munición que sea. Y la bala, porque siempre parece una bala, suena distinto cuando sale de su brazo derecho.
Quién mejor que él, un hombre negro, cubano, que compite para el equipo polaco, para portar ese atuendo distinto. Wilfredo, con la licantropía de sus ancestros: ahora un águila blanca que ruge, un león con vuelo de águila. Una quimera tal vez. Cualquier quimera. La locura que se le ocurra. Quién sabe, desde que debutó en el equipo Cuba con 14 años y sacaba como los viejos héroes del juego, parecía que todo estaba a su alcance. Y si con la isla llegó la plata mundial en 2010 y el bronce en la Liga Mundial de 2012, con su país de adopción vino el ansiado título de la VNL, esquivo en las primeras 4 ediciones del torneo.
Los gritos de “León”, en perfecto esfuerzo de pronunciación del público local, se oyen cuando se adueña de la línea de servicio. Luego de un primer set con saques de 129 kilómetros por hora y ataques efectivos, en el segundo parcial su equipo está por debajo y Estados Unidos bombardea a Wilfredo con tomahawk teledirigidos. El que a hierro mata, a saques muere, pensó el coach Nikola Garbic desde la banca. Y le dio descanso a León para traer a Tomazc Fornal, mejor receptor. Y el auxiliar terminó siendo clave para el conjunto con 9 puntos en 2 sets y medio.
Como lo fue Aleksander Sliwka, el otro atacador receptor de los europeos, quien recibiría horas después en la entrega de premios el trofeo de mejor en su posición de manos de Gilberto Godoy Filio “Giba”. No por gusto de Giba: Sliwka compensa su potencia (comparada con León o Bartosz Kurek) con las habilidades e inteligencia en el taraflex. El zurdo resuelve cualquier situación. Aunque la distancia con el brasileño es la misma de Gdansk hasta Río de Janeiro, a veces le hace guiños al eterno auxiliar de la verdeamarela cuando llega el pase complicado ante 2 o 3 bloqueadores. Donde no hay que arreglar nada es con Micah Christensen en juego. El estadounidense levantó una élite para él solo dentro de la élite del voleibol mundial. En sus mejores días el pasador argentino Luciano De Cecco se asoma. Nadie más.
Y si no fue León el héroe de la gran final, gloriosa culpa tuvo el ataque del opuesto Lucasz Kaczmarek. El equipo no necesitó más potencia: 25 puntos que provocaron que no se extrañara ni un pelo del lesionado capitán Bartozc Kurek. Wilfredo venía de masacrar samuráis en la semifinal: 23 muertes le contaron. Le borró la sonrisa a la selección más alegre del certamen. Los que estuvieron invictos en la fase inicial hasta caer precisamente contra Polonia en la última semana de primera ronda. La revelación, el Japón de Ishikawa, fue a romper el bronce ante la campeona del mundo Italia, derrotada en semifinales por paliza ante Estados Unidos, líderes de la etapa regular.
En el primer set contra Japón, aun los transalpinos se dolían por el encuentro del sábado, y para cuando reaccionaron en el segundo: 23-21 arriba, llegó Kento Miyaura a la línea de saque para poner el segundo y el tercero de los 7 aces que lanzaría durante el match. Salió Italia del letargo y ganó cómodo tercero y cuarto set con un mejor Gianelli en el pase y un Romanó más efectivo desde zona 2. Pero Japón quería más el tercer puesto y la energía fue de ellos en el tie break para rematar la historia y llevarse su primera medalla en estas lides.
No hubo sorpresa, lo mostrado en la clasificación se tradujo a la fase decisiva: los 4 finalistas salieron de los primeros 5 puestos de la tabla. Lo único inesperado fue la barrida de Italia a Argentina en cuartos de final luego del gran torneo de los gauchos. No por el resultado, sino por la forma. Como también resultó sorpresivo la designación del líbero polaco Pavel Satowrski como MVP del certamen, aunque pregúntenle a Matthew Anderson, Ishikawa o Alan si la decisión les asombra. Junto a la fortaleza ofensiva, grandes duplas de líbero y pasador son claves en las principales selecciones del mundo.
Por otra parte, a Cuba, lugar 13 de la tabla general en su estreno en la VNL, le queda el próximo mes luchar una clasificación a París 2024 en el fuerte evento preolímpico. Al público nacional le queda amar a Wilfredo León y a Melissa Varga como son ahora: de Santiago, de Cienfuegos, de Cuba, de Polonia, de Turquía y del mundo.
Melissa Vargas: otro talento que triunfa lejos de las canchas cubanas