En Londres, el salto con pértiga femenino se erigió por encima de la tormenta, cual potente destello de luz, para regalarnos a los cubanos una tarde de sosiego y júbilo nacional.
El 6 de agosto, Yarisley Silva fue protagonista del que sería el mejor resultado de la comitiva atlética de nuestra isla al alcanzar una medalla de plata que clasifica como la primera presea que obtiene una atleta latina en las lides olímpicas de esta especialidad.
Su concurso en la final inició con un intento fallido sobre 4.45m; pero solo fue eso, un pequeño traspié que no se esperaba pero que tampoco le impidió continuar en su camino hacia el sueño olímpico. Después empujó fuerte y consiguió con limpieza cada reto posterior, pactados a 4.55, 4.60, 4.65 y 4.70. Con este último salto se aseguró un lugar en el podio olímpico; hecho sin precedentes para atletas de esta parte del mundo. Un lugar que cubrió de plata minutos más tarde tras encumbrarse con amplitud sobre los 4.75, registro que significó el igualar lo mejor de su vida.
“Había condiciones muy malas para saltar; mucho viento y mucho frío. Yo me concentré en lo que tenía qué hacer, pasé todo el tiempo pensando en mi técnica y repasando los movimientos. En toda competición hay variables ajenas a las que enfrentarse, ese día el tiempo fue un gran rival” –comentó después de lo sucedido, no sin antes sentenciar que: “En otras circunstancias los resultados habrían sido mejores, estaba preparada para ello. Fue una competencia muy difícil en todos los sentidos; la más importante de mi carrera y me exigió el máximo, tanto física como mentalmente” .
Al preguntarle sobre la experiencia y el resultado, la joven pinareña confiesa: “Mi temor era con la clasificación porque yo había estado en Beijing y no pude pasar de ahí. Cuando en Londres superé esa fase me sentí tranquila pues yo estaba convencida de que podía pelear por una medalla. Los resultados que había estado haciendo me daban opciones, ya que el nivel en el mundo anda bien parejo”.
“Estoy muy contenta, yo quería una medalla olímpica. No conseguí superar los 4.80 que eran mi objetivo para la olimpiada pero de todas las competencias se sacan lecciones y hay muchos detalles técnicos que tengo que mejorar; aun me queda mucho camino por recorrer”.
“Alcanzar este resultado me ha enseñado el valor final del sacrificio que hacemos a diario, también me hizo comprender que con entrega, dedicación y fe siempre se sale adelante”.
Lo cierto es que su actuación trasciende, sobre todo porque de las tres finalistas ella era –con diferencias- la menos avalada. Recordemos que la cubanita compartió podio con las dos mejores pertiguistas de la historia, Jennifer Suhr (Oro-4.75) y Yelena Isinbayeva (Bronce- 4.70). Londres llegó para concretar sus resultados, y con seguridad firmó segunda incursión en estas lides con una plata que vale oro:
Lo vale a nivel internacional porque el resultado ratifica que es una atleta de élite, que prestigia con su presencia la especialidad y a su vez, la anuncia como una de las grandes que habitarán las pistas durante el próximo ciclo olímpico.
Lo vale a nivel nacional porque resultó ser la mejor actuación cubana en el atletismo bajo los cinco aros de 2012.
Y lo vale a nivel personal porque sin mucho nervio esta joven consiguió con pulcritud las alturas e igualó su marca de por vida y el récord nacional para asegurarse un cupo en el Olimpo. Esto especialmente denota su seguridad a la hora de competir. Es una chica que materializa resultados a la “hora buena”, por ello, desde Daegu se mostró como una de las “elegidas” para trascender. En el deporte si bien hay mucho mérito el hacer grandes marcas, también realza, y mucho, el hacer valer un resultado en el momento correcto. Yarisley da muestras de que sabe cuándo y dónde disparar su mejor bala. El 4.75 solo lo había conseguido una vez; en Guadalajara, México, el pasado año y le valió para convertirse en Campeona panamericana y dejar en el camino, nada más y nada menos que a Fabiana Murer (Campeona de Daegu 2011 y de Doha 2010).
“Londres fue una gran prueba para mí, ahora me siento más fuerte y más confiada porque pude demostrarme que cuando se quiere lograr un objetivo siempre se pueden vencer todos los obstáculos que se interpongan”.
En resumen, la cubana tuvo una temporada de 2012 memorable: de las 22 competencias en las que tomó parte, culminó 19 ocupando una de las tres primeras posiciones; el 75% de ellas con registro igual o superior a los 4.60m. Con rendimiento óptimo en la temporada veraniega donde asumió 15 presentaciones y 14 de ellas le reservaron una presea. Así, totalizó siete doradas, seis plateadas y una de bronce. Todo un tratado de estabilidad, con evidencias de notable progresión competitiva que la convierten en la atleta de mejores resultados entre los representante del campo y pista cubano de la actual temporada.
Sobre su año competitivo, refiere: “Ha sido una temporada muy buena que ha marcado mi madurez deportiva. He logrado ser estable en mis competencias, gané una medalla olímpica que es lo que todo atleta desea y puse el nombre de Cuba en alto, convirtiéndome en la primera cubana que llega a una final olímpica y que logra medallas en esta especialidad tan difícil. Esas son cosas maravillosas, son resultados que me marcarán por siempre. 2012 es el año en el que mis sueños han comenzado a convertirse en realidad”.
Aunque se le escapó el diamante en la última parada, esto no empaña en nada su actuación. Cumplió su objetivo que era Londres; lo acontecido allí se une a lo ya hecho en Daegu y en Guadalajara, como sólida prueba de que la muchacha está esculpida en la madera correcta; la de los campeones. A sus 25 años, se siente capaz de soñar y con el deseo de ir a por más. Ahora piensa en Moscú y desde octubre dice que trabajará muy fuerte porque en 2013 “Quiero asumir el mundial en la mejor condición posible”.