Cien gramos pesa una medalla olímpica. Al menos las de la lucha femenina. Eso le han dicho a la india Vinesh Phogat esta mañana, unos tipos que no saben que lo de ella es otro deporte. Otra lucha femenina. La policía la detuvo violentamente cuando en enero de 2023, en las calles de Nueva Delhi, encabezó una protesta junto a otros de sus compañeros acusando de abuso sexual al ex entrenador jefe de la lucha en la India, Brij Bhushan.
En diciembre, por una operación de rodilla se perdió los Juegos Asiáticos y los clasificatorios regionales a Paris 2024. Su peso habitual es de 53 kilogramos, pero llegó contra todo pronóstico a estos Juegos Olímpicos en la categoría de hasta 50 kg. Así, en su primer combate derrotó a la japonesa Yui Susaki, la mujer que tenía un récord de 82-0 en eventos internacionales. La que no conocía la derrota desde su debut en 2015.
Vinesh avanzó hasta la final de la división por lo que había asegurado la primera presea para su país en este deporte en toda la historia. Phogat venció lo invencible. Rompió todas las reglas, hasta la de pasarse 100 gramos a la hora del pesaje en la mañana de este miércoles en París. Luchar toda la madrugada contra su cuerpo la llevó a la deshidratación y al ingreso en un hospital. Las normas no sólo la inhabilitaron de combatir en la final, sino que la hicieron perder todos duelos anteriores, a pesar de haberlos ganado cuando cumplía los kilos requeridos.
Ante esa lógica, no sorprende que una medalla olímpica pese 100 gramos. Por eso, Vinesh Phogat no puede tener una. No merece un premio que se lo lleve un soplo de viento, que sea más liviano que una camisa. No, ella no puede ser campeona del deporte. De un deporte. Ella vence a la victoria.
Y la desgracia de unos es la segunda oportunidad de otros. En este giro de los acontecimientos, el país que terminó asegurando su primera medalla olímpica en la lucha femenina fue Cuba, debido a que Yusneylis Guzmán, la “Chiqui”, había sido derrotada en semifinales por Vinesh.
Yusneylis Guzmán, primera cubana en una final olímpica de la lucha
La Mayor de las Antillas buscaba una eléctrica en la delegación y la suerte, la tragedia y su buena actuación al avanzar a discusión de medallas, provocó este torbellino inesperado que trocó todo para bien de la cubana. En su combate por medalla de bronce hubiese ido ante una Susaki que no le hubiera alcanzado el Océano Pacífico –ni hubiera creído en su sal– para calmar la sed de venganza que traía.
“Son mis segundos Juegos. En Tokio desafortunadamente perdí la primera pelea y fui al repechaje, donde podía buscar la medalla de bronce, pero no salió el resultado. Por eso venía con la mentalidad de mejorar en París. Me entregué al 100 en cada pelea. Cuando perdí la semifinal tenía la posibilidad de discutir el tercer lugar, hasta que se dio la descalificación de la luchadora india por pasarse de peso. Eso me chocó un poco”, contó la cubana a los medios acreditados.
“Estuvimos un tiempo esperando la decisión oficial. Fue impactante, muchas emociones juntas, no sabía qué hacer en ese momento. Pero Yusneylis se relajó y pensó en buscar la medalla de oro”, relató la capitalina.
En la final, a Guzmán la esperó la norteamericana Sarah Hildebrant, bronce olímpico de Tokio 2020 y quien había derrotado en semis a la mongola Dolgorjavyn Otgonjargal, segunda del ranking de la división. La cubana había hecho lo mismo ante la turca Evin Demirhan Yavuz (número 4) en su primera presentación, que fue quizás el triunfo más importante de su carrera.
La “Chiqui” salió con una voluntad gigante en ese desafío e impactó a una de las favoritas precompetencia. La disputa por el título tuvo a las dos oponentes muy cautelosas para evitar una (sor)presa de una u otra en los primeros minutos. Pero la norteamericana siempre intentó marcar el ritmo, tanto que puso pasiva a la antillana y logró marcarle un pase atrás. Una técnica aplicada en los seis minutos de duelo, concluido 3-0 por una penalidad a la alumna de Filiberto Delgado.
“El profe me decía que tenía que ir con garra, con ímpetu, que no respetara tanto a la contraria, que yo era la mejor. Salí a dar el máximo frente a una atleta que es medallista olímpica y mundial, pero al final no se dio el resultado, perdí la pelea, aunque luché hasta el último momento.
“Una nunca está satisfecha del todo, pero estoy orgullosa de ganar la primera medalla de la lucha femenina en Juegos Olímpicos. Estoy haciendo historia. En lo personal, en mi carrera deportiva esto me va a marcar para bien. Es un cambio radical que todavía no me lo creo. Realmente Yusneylis Guzmán es subcampeona olímpica”, aseguró la antillana, quien no quiso perder la oportunidad de mandar un mensaje.
“Soy bastante humilde, una gente alegre, pero esta medalla me va a volver más humilde. Y quiero decir a la mujer cubana, a todas las mujeres, que no hay nada imposible, hay que creerse que se puede alcanzar cualquier meta”, concluyó.
El enconado camino de la lucha femenina cubana encuentra el sendero de plata luego de un tránsito iniciado en Londres 2012. Un premio que no llega en las circunstancias más deseadas para la delegación en París 2024, pero en la sumatoria de las medallas los detalles importan poco. Al menos cuando pasa el tiempo. Todavía la “Chiqui” no procesa su logro después de lo ocurrido en las últimas 48 horas sobre el colchón de lucha y sobre la pesa, donde se determinó que 100 gramos vale una medalla de plata olímpica.
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