Cuando en febrero de 2015 la tienda-estudio de diseño Clandestina abrió sus puertas a pocas cuadras del Capitolio, Idania del Río y Leire Fernández se proponían crear en plena Habana Vieja una boutique de diseño con referencias de San Sebastián, Nueva York o París. Entre corazones Pop-art y guiños a la ineludible tradición de la cartelística cubana revolucionaria en su decoración, con aquel épico “vamos a la zafra”, cierto halo minimalista distingue inmediatamente al lugar de las etiquetas convencionales en que se enmarcan los negocios más populares que brotan a diario en la ciudad.
Ni galería de arte, ni paladar. Las jóvenes han encontrado el modo de prosperar en una empresa distinta, que resulta sustentable económicamente, y con la osadía necesaria como para abrir un camino de flexibilidad creativa a diseñadores con ansias de ofrecer otra imagen sobre la Cuba actual. Más allá de los suvenires recurrentes que dominan el mercado y que legitiman los símbolos de identidad, les preocupa que el cliente encuentre allí cierto toque de sofisticación, que a menudo se extraña en las producciones nacionales.
El nacimiento de una marca
Una declaración de principios identifica los pulóveres y bolsos de Clandestina: “99 {bb302c39ef77509544c7d3ea992cb94710211e0fa5985a4a3940706d9b0380de} diseño cubano”. Comenzaron con camisetas y con los posters de Del Río, que han atraído las miradas desde otras latitudes geográficas y la han llevado a exponer su obra en Estados Unidos, Europa y Asia. Luego, han incorporado otras prendas de vestir: vasos, fundas para almohadas, sombreros, juguetes, y trabajos por encargo. El proyecto más ambicioso en lo inmediato es la confección y el posicionamiento de una marca de ropa cubana, Clandestina y Vintrashe.
“Lo que ofrecemos es un discurso –dice Leire Fernández–. Nos interesa hacer un producto totalmente consumible, tanto para los clientes locales como para los visitantes. Y queremos que con nuestras prendas se pueda vestir tanto un reguetonero como alguien que trabaja en una oficina”.
Una filosofía bien marcada distingue cada pieza en esta tienda-estudio, la idea de que el valor de sus productos no radica meramente en el resultado final, por su apariencia o utilidad, sino por la osadía e inventiva que implica todo el proceso de confección. Poca o ninguna similitud existe entre las rutinas de producción aquí, y los procesos artificiales y mecánicos de una megafábrica capitalista, o su opuesto, una empresa estatal cubana.
Ciertamente, el reciclaje de una camiseta que se convierte luego en una minifalda Vintrashe tiene significados diferentes para un cubano y para quienes, de paso por la ciudad, acuden a la tienda. Y esa originalidad, confiesan las jóvenes emprendedoras, a los europeos les encanta.
Los ingredientes del éxito
Se dice que los diseñadores pertenecen a una raza de humanos que empeñan sus vidas a comprender la gracia de cómo y por qué algunos objetos lucen mejor que otros. Pero, ¿cómo trascender aquel estado mental y material, que resulta de un contexto donde el sentido utilitario, la necesidad y la carencia de materias primas constriñen la elegancia de las formas?
Este primer año ha aportado a Del Río y Fernández lecciones que quizá solo podían entender del todo en el proceso mismo de creación: únicamente es posible triunfar en un negocio aquí cuando se fluye en la misma lógica de pensamiento y producción con que los cubanos “resuelven” la vida.
A cada obstáculo, responden con la solución más criolla, y a la situación más inesperada, con el choteo. Cuando es casi imposible importar algodón, en Clandestina optan por reciclar prendas de las “trapichoping”, o transforman por un precio bastante asequible las que llevan los propios clientes. Si escasean las papas en el mercado, consiguen algunas, las colorean y las ponen a la venta en una vidriera. Y en agosto pasado, cuando el Secretario de Estado John Kerry visitó La Habana para la apertura de la Embajada de Estados Unidos en Cuba, hicieron una serie de abanicos conmemorativos, “Welcome Kerry”.
Es célebre el principio de que el ingenio de un diseñador se mide por su capacidad para lidiar con el cambio, para propiciar la metamorfosis de algo ordinario en un objeto extraordinario. Idania del Río, graduada en 2004 del Instituto de Diseño (ISDI), resume en una frase la filosofía que ha guiado su proyecto hacia el éxito: “En Cuba las cosas son así, y nos encanta hacerlo de esta manera”
Que pena no muestren más objetos confeccionados por la creadora. Al leer me quedo la curiosidad. No por ddudas de la ingeniosidad, de eso estoy segura sino porque me es imposible llegar a cursar y tal vez, hasta comprar. No se imaginan como también en mi barrio mucho inventaba a mis clientes con ropas de la trapichopi y para mi. Como vendí tópicas para niños, sobre todo en el campo. Y, todo ello después de treinta y tantos años de maestra. Después de jubilada aproveche mi maquina Unión. Suerte a las muchachas. Ojala logre la patente de su marca. Ojalá se multipliquen esas buenas obras en nuestra tierra y más que satisfagan las necesidades y se recupere el buen gusto por muchas cosas.
Me encanta. Bravo pareja!!!
me encanta la idea la verdad, donde exactamente esta la tienda?
Hola chicas. Felicitaciones por el empreendimento y la osadia que tuvieran de afrontar un regimen como el de ustedes y imponer sus creatividad. Me encanto su historia. Desde Argentina vi ustedes con en el Pres. Obama y deseo que suceda solo cosas buenas en la vida de ustedes y de todos los cubanos.
Hola, vivo en la Habana Vieja quisiera saber si pudieran hacerme un vestido de noche utilizando la tela de uno que fue de mi mama que nunca se puso porque la verdad que el modelo estaba en candela, hace tiempo tengo esa idea y si ustedes me pueden aportar algo mas mejor. gracias
Keep it up!! When in old Havana will go by your store:)
Lo encontre muy Caro todo. Pero original suerte!!!!