1. Actualmente trabaja como Directora Ejecutiva del Instituto de Agroecología del Caribe (CAI) y coordinadora de la Red de Agroecología Cuba-EE. UU. (CUSAN). ¿Puede describir las experiencias de CAI y CUSAN trabajando en y con Cuba? ¿Están CAI y/o CUSAN trabajando en algún proyecto en Cuba en la actualidad?
El Instituto de Agroecología del Caribe (CAI) fue fundado en 2004, entonces conocido como el Instituto de Vermont sobre Cuba, por Marisha Kazeniac y Thelma Esnard, dos mujeres visionarias, una de Vermont y la otra de Cuba, que sentían pasión por el poder de los intercambios entre personas para unir a dos países, a pesar de las diferencias políticas. En 2014, el Instituto inició un proceso de planificación estratégica con socios clave en Cuba y se orientó de manera más intencional hacia cuestiones ambientales y de sostenibilidad, con la agricultura sostenible como prioridad. Nuestra misión actual es catalizar la creación e intercambio de conocimientos, desarrollar capacidades y respaldar transiciones hacia sistemas agroecológicos resilientes al clima que brinden medios de vida sostenibles basados en la justicia y la equidad en Cuba, el Caribe y la región.
Desde 2015, hemos trabajado en estrecha colaboración con socios en Cuba, incluyendo la Fundación Antonio Núñez Jiménez, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, entre otros, para reunir a más de 200 personas y construir alianzas de aprendizaje e intercambios regionales entre principalmente agricultores, pero también académicos y ONG que son líderes en agroecología, soberanía alimentaria y resiliencia climática. Estos intercambios han incluido talleres, conferencias e intercambios entre agricultores en los que compartimos principios, prácticas, investigaciones e innovaciones para construir comunidades y sistemas alimentarios más justos y resilientes.
Como parte de estos intercambios, en 2015 se formó la Red de Agroecología Cuba-EE. UU. (CUSAN) y ha desempeñado un papel importante en la construcción de puentes entre agricultores, académicos, instituciones y movimientos en nuestros países que se dedican a construir sistemas agrícolas y alimentarios ecológicamente resilientes, socialmente justos y económicamente equitativos a través de la agroecología. CUSAN hace esto al concienciar sobre los avances y desafíos de la agroecología en Cuba, facilitar alianzas y desarrollar capacidades entre las partes interesadas a través de la participación en intercambios, cursos, conferencias, talleres e investigaciones colaborativas. CUSAN también trabaja para amplificar las voces cubanas a nivel internacional y canalizar recursos y oportunidades hacia nuestros contrapartes en la isla. Desde 2016, CAI ha sido miembro del comité de coordinación de la Iniciativa de Investigación para el Desarrollo Sostenible de Cuba (RISDoC). Vea nuestro informe más reciente aquí y nuestra página de Facebook aquí .
Gran parte de la investigación que realizamos tiene como objetivo concienciar sobre los éxitos y desafíos en el sistema agroalimentario de Cuba. Al igual que las opiniones polarizadas sobre la economía política de Cuba en su conjunto, su sistema agroalimentario tiende a ser entendido como una utopía orgánica y soberana en alimentos o como un sector atrasado que requiere desesperadamente modernización y revitalización a través de la inversión extranjera. La realidad se encuentra en algún punto intermedio y trabajamos con especialistas cubanos para proporcionar un análisis matizado de las cambiantes realidades en el terreno y de las muchas islas de esperanza. Uno de esos proyectos fue un número especial revisado por pares publicado en inglés y español con videos cortos relacionados, que puede encontrar aquí.
Actualmente estamos emocionados de lanzar un nuevo documental producido en Cuba titulado “Nuestra Agroecología, Nuestro Futuro”, que se estrenará primero en los Estados Unidos, Puerto Rico y Cuba este otoño antes de un lanzamiento virtual en diciembre de 2024. El documental explora a través de las voces de 3 familias campesinas cubanas y varios especialistas, los éxitos y desafíos del movimiento de la agroecología. Vea nuestro sitio web para ver el tráiler.
2. Cuba es a menudo citada como un caso de estudio único en cuanto a sostenibilidad agrícola debido a sus avances en la agricultura urbana, la agroecología y la gestión de ecosistemas, especialmente después de la caída de la Unión Soviética. ¿Puede ampliar sobre los principios y prácticas que definen la agricultura cubana en este sentido?
Sí, la agroecología o movimiento de agricultura sostenible en Cuba nació por necesidad después de la caída del Bloque Socialista, que causó escasez de alimentos, combustible y materiales. Es fundamental para el surgimiento de este movimiento que se basa en el conocimiento de los agricultores tradicionales cubanos y en la investigación interdisciplinaria de pensamiento sistémico, que ya estaban practicando, investigando y abogando por enfoques más sostenibles para la agricultura durante décadas, junto con el apoyo de grupos internacionales que promovían este cambio a nivel mundial. Lo que el Período Especial hizo fue abrir el espacio político y económico que permitió que este tipo de agricultura se arraigara en toda la isla.
El inicio de la transformación del sistema agroalimentario de Cuba, que era altamente industrializado, dependiente del petróleo, intensivo en capital y basado en cultivos de monocultivo dentro de un sistema altamente planificado, hacia sistemas más descentralizados, diversificados e integrados, ha sido un proceso que avanza y retrocede dependiendo de los cambios en las políticas y la situación económica. Los institutos gubernamentales y no gubernamentales encargados de la educación, la formación, la investigación y la extensión comenzaron a adoptar enfoques más participativos, de educación popular y transdisciplinarios que facilitaron co-innovaciones y ayudaron a difundir este tipo de agricultura intensiva en conocimiento.
El Movimiento Agricultor a Agricultor de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y su representación e impacto a nivel cooperativo, municipal, provincial y nacional han sido fundamentales para el éxito de la agroecología en Cuba. Más de la mitad de los agricultores de Cuba (200,000 familias agricultoras) han sido han sido capacitados en agroecología capacitados en agroecología. El Programa de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, iniciado en Cuba durante los primeros días de su crisis económica en la década de 1990, ha desempeñado un papel esencial en la diversificación de la dieta cubana al aumentar el acceso y la disponibilidad de frutas frescas, verduras y plantas medicinales en un país donde el 80% de la población vive en áreas urbanas. Con un fuerte apoyo gubernamental a nivel local, provincial y nacional, las granjas urbanas y periurbanas se han extendido por todo el país y representan el 14 % de la tierra agrícola.
En los últimos 30 años se han implementado varias reformas agrarias progresistas destinadas a descentralizar la gestión de la tierra de las grandes explotaciones estatales a las cooperativas más pequeñas. Como resultado, la gestión de la tierra agrícola ha pasado de ser un 80% gestionada por el estado a principios de la década de 1990 a más del 70 % bajo cooperativas y fincas familiares en la actualidad. Este cambio ha aportado mayor diversidad agrícola y alimentaria, productividad, eficiencia y una inserción en los sistemas alimentarios locales.
Las prácticas implementadas en las explotaciones agrícolas de Cuba hoy en día muestran los sistemas integrados que permiten una amplia y exitosa expansión: productos biológicos basados en conocimientos y evidencia para el control de plagas y el mantenimiento de la salud de las plantas y el suelo, muchos de los cuales son producidos por los departamentos de agricultura del gobierno local, aunque la falta de recursos ha limitado gravemente esto en muchos lugares; instalaciones de compost a nivel de explotación y municipal, nuevamente con éxito desigual en toda la isla según los recursos; co-innovaciones entre agricultores e investigadores que han aumentado la diversidad en las fincas; programas participativos de mejora de plantas y muchas otras prácticas y sistemas integrados y diversos que contribuyen a la resiliencia social y ecológica.
Lo que es fascinante y tan importante acerca de la experiencia cubana en agroecología es su enfoque holístico, ha encarnado algunos de los principales principios y prácticas sociales, ecológicas y económicas de la agroecología, que ahora es un enfoque aceptado en los organismos gubernamentales mundiales como uno de los más efectivos para abordar los problemas del hambre, la pobreza y la desigualdad, al tiempo que se frena la pérdida de biodiversidad y se proporciona más resiliencia a la crisis climática.
El sistema agroalimentario de Cuba no está en absoluto dominado por sistemas sostenibles de agroecología. En cambio, es una mezcla de explotaciones a gran y pequeña escala con diferentes niveles de uso de fertilizantes, pesticidas y otros insumos, que a menudo fluctúan en ciclo con la salud económica del país. Los investigadores, profesores, agrónomos y agricultores cubanos están divididos en sus opiniones sobre los sistemas agroalimentarios con más promesas: algunos se inclinan hacia la agricultura convencional (sistemas industriales, monocultivos, sistemas de productos básicos), mientras que muchos otros abogan por que el gobierno apoye plenamente una transición a sistemas sostenibles de agroecología.
3. A pesar de la condición de Cuba como líder mundial en sostenibilidad y agroecología, la isla importa el 70-80 por ciento de sus alimentos y actualmente está experimentando inmensas escaseces de alimentos y aumento de los precios de los alimentos. ¿Por qué cree que la isla está luchando por satisfacer su demanda interna de alimentos? ¿Puede proporcionar información sobre la actual crisis alimentaria en Cuba y sus principales causas?
La respuesta breve es que no hay una sola razón, es el resultado de desafíos estructurales a nivel nacional, limitaciones graves a nivel internacional (es decir, el bloqueo de Estados Unidos) e impactos ambientales, incluyendo la crisis climática.
Por supuesto, no podemos subestimar el impacto que las sanciones de Estados Unidos tienen en la economía en general y en el sistema de alimentos y agricultura en particular. La crisis alimentaria actual es el resultado de la mayor crisis económica que el país ha estado enfrentando durante años. Aquellos que estudian a Cuba saben que la crisis actual es el resultado de una multiplicidad de factores y eventos acumulativos, que incluyen: un endurecimiento del embargo bajo la administración Trump, que implicó agregar a Cuba a la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo y restringir aún más las remesas, los viajes y el comercio; una grave disminución de las ganancias en moneda extranjera debido al cierre del turismo relacionado con COVID, que ha tardado en recuperarse; el proceso de unificación monetaria iniciado en enero de 2021, que ha provocado una inflación de tres dígitos y hasta el día de hoy limita gravemente el poder adquisitivo de la mayoría de los cubanos para comprar alimentos; un rayo que impactó en las instalaciones principales de almacenamiento de combustible de Cuba en agosto de 2022, resultando en la pérdida de millones de dólares en combustible, impactos de varios huracanes, incluido Ian, que resultaron en pérdida de cultivos, entre otros desafíos.
Aunque Cuba puede comprar productos agrícolas de Estados Unidos desde que se implementó la Ley de Reforma de Sanciones Comerciales y Mejora de Exportación (TSRA) en 2000, existen restricciones, incluido el requisito de que los alimentos se compren solo con efectivo, una limitación dada la actual crisis económica. Cuba ha priorizado la sustitución de importaciones a través de diferentes políticas, pero no ha podido mejorar el acceso a los alimentos a través de la producción nacional. Muchas personas se preguntan, ¿cómo puede Cuba ser un líder en agroecología y agricultura sostenible pero aún enfrentar escaseces crónicas de alimentos? Parte de la respuesta es que ya sea que un sistema alimentario esté basado en un modelo agroecológico o un modelo industrial, todos los sistemas agrícolas y alimentarios necesitan recursos y un entorno propicio, ambos son obstáculos en Cuba hoy en día.
Hay una larga lista de desafíos en la producción nacional, incluyendo: falta de acceso a créditos e inversión para pequeñas mejoras infraestructurales como invernaderos, redes, herramientas, paneles solares, equipo de excavación, biodigestores; falta de personas dispuestas a trabajar en las fincas; escasez de combustible para operar maquinaria y transportar bienes; falta de mercados para comprar insumos básicos; falta de mercados diversos para vender alimentos producidos; alta tasa de desperdicio de alimentos debido a sistemas de distribución ineficientes y falta de instalaciones de almacenamiento y procesamiento adecuadas; un complicado sistema de licencias para la producción y comercialización; y una economía en general precaria. El sistema agroalimentario de Cuba también enfrenta graves desafíos ambientales, incluyendo erosión, salinización, especies invasoras e impactos del cambio climático, incluyendo sequías severas y cada vez más intensas tormentas tropicales y huracanes.
En cuanto al problema del desperdicio de alimentos, un informe de Veterinarios Sin Fronteras de 2015 encontró que cerca del 40 % de los alimentos producidos en Cuba se pierde en la finca o a lo largo del sistema de distribución. Esto incluye la falta de mano de obra para la cosecha, la falta de combustible para recoger y llevar al mercado, la falta de refrigeración y instalaciones de procesamiento para prolongar la vida útil y agregar valor, entre otros.
Los intentos de delinear una imagen precisa del sistema alimentario cubano requieren navegar por conjuntos de datos complejos y a veces contradictorios, así como las narrativas políticas controvertidas que enmarcan las discusiones sobre el desarrollo agrícola y Cuba en general (Mesa-Lago, 1998; Álvarez, 2004; Wright, 2009). Por favor, consulte nuestro artículo escrito con coautores cubanos para un análisis más profundo sobre las importaciones y la seguridad alimentaria. Un dato clave que no se captura en los datos oficiales es la cantidad significativa de alimentos producidos para mercados locales informales y el consumo en el hogar.
Independientemente de las cifras reales, la realidad es que la mayoría de la población cubana lucha por obtener suficientes alimentos en la diversidad y calidad nutricional que desean y necesitan. Las recientes reformas para nuevos actores económicos y la autorización de actores no estatales para importar alimentos han aumentado la disponibilidad y diversidad de ofertas, pero a precios muy altos en comparación con el salario promedio de un cubano. Esto está resultando en una profundización de la desigualdad. La urgencia de la actual crisis alimentaria exige transformaciones más rápidas y profundas.
4. Dada su experiencia y experiencia trabajando en Cuba, ¿qué cambios cree que Cuba podría implementar para abordar su crisis alimentaria?
Al igual que las causas de la crisis alimentaria son complejas, también lo son las muchas estrategias diferentes que podrían ayudar a abordar la crisis alimentaria. No hay una solución mágica, y existen opiniones diversas sobre cómo abordar los numerosos problemas estructurales y sistémicos. Haré lo mejor que pueda para responder a esta pregunta en un período de tiempo tan corto, reconociendo que se omitirá mucho. También quiero reconocer mi posición como académica y profesional que ha trabajado en el campo del desarrollo sostenible de la alimentación y la agricultura a nivel mundial durante los últimos 30 años, con la mayor parte de esos años en Cuba, pero que no es agricultora, consumidora ni tomadora de decisiones de política en Cuba.
Quiero destacar el hecho de que en Cuba hay un gran potencial sin explotar y que muchas de las respuestas sobre cómo abordar la crisis alimentaria se encuentran dentro de sus fronteras y están formadas por los componentes mencionados anteriormente para acelerar una transformación de los sistemas alimentarios basada en principios, prácticas, políticas y valores agroecológicos. Algunos de los ingredientes clave necesarios para que la agroecología se expanda a escala nacional existen en Cuba: acceso a la tierra (aunque con sus limitaciones únicas); enfoques pedagógicos acordes con los valores agroecológicos; programas académicos de agroecología; un proceso horizontal de aprendizaje y creación de conocimiento como el de agricultor a agricultor; ejemplos exitosos de fincas agroecológicas diversificadas e innovadoras; un sólido sector cooperativo para la organización social; y políticas que comienzan a valorar la agroecología.
Sin embargo, el sector en su conjunto carece significativamente de recursos. Se necesitan con urgencia nuevas inversiones, incentivos y subsidios, que podrían adoptar la forma de redirigir los subsidios de otros sectores como el turismo.
En Cuba existen muchas “islas de esperanza”, con agricultores ejemplares que producen cantidades significativas de alimentos diversos y nutritivos utilizando métodos agroecológicos, pero los agricultores necesitan apoyo en muchas áreas, incluido el acceso a insumos. En Cuba, existe una excelente investigación y sólidas evidencias sobre la efectividad de agentes naturales de control de plagas y fertilizantes biológicos que no tienen las inversiones y recursos para ser escalados y estar disponibles para los agricultores. De manera similar, existe una excelente investigación sobre sistemas agrosilvopastoriles de instituciones como Indio Hatuey y el Instituto de Ciencia Animal, que han demostrado estrategias para producir leche y carne utilizando pastos y forrajes diversificados cultivados en la isla sin depender tanto de la importación de alimentos. Existe un proyecto nacional exitoso que integra la energía y la soberanía alimentaria en las fincas. Un investigador y agricultor cubano descubrió que con el modelo que existe en Cuba hoy de fincas agroecológicas integradas y diversificadas, se podría alimentar a 8 personas con una dieta diversa, nutritiva y culturalmente apropiada que cumple con las necesidades calóricas y de proteínas con solo una hectárea.
Hay mucha esperanza en el Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional (conocido como Plan SAN), aprobado en 2020, y su Ley de Soberanía Alimentaria que se aprobó en 2022. Pero el cambio no llega lo suficientemente rápido. Una parte clave del Plan SAN es descentralizar la planificación y gobernanza de los sistemas alimentarios al nivel municipal para fortalecer los sistemas y economías locales y regionales de alimentos utilizando sistemas de gobernanza locales participativos y democráticos. Pero esta transición requiere cambios de comportamiento en sistemas culturales que están acostumbrados a funcionar en una economía planificada de manera centralizada, lo cual no es tarea fácil. Es importante destacar que existe un proyecto de Ley de Agroecología que fortalece la Ley de Soberanía Alimentaria, pero aún no ha sido aprobado.
Notas:
*Los puntos de vista y opiniones expresados por los entrevistados son propios y no reflejan necesariamente los puntos de vista o posiciones del CDA.
*Esta entrevista fue originalmente publicada por Center of Democracy in the Americas y se reproduce con la autorización expresa de sus editores. Lea el original aquí.
No estoy de acuerdo en algunos puntos, sobre todo en ver como se sigue invirtiendo en turismo mucho más que en la agricultura
Muy oportuno . Quisiera saber si la conservación de productos pudiera distender la presion sobre las urgencias del ciclo corto y sus consecuencias sobre costos precios y despoblacion rural